«El PRI está deshaciéndose»: exgobernadores tricolores salen en desbandada a la campaña de Sheinbaum

Aunque recientemente se separaron del otrora hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México, hicieron el grueso de su vida política dentro de él. De alto perfil —exgobernadores, un exdiputado federal, un aspirante a gobernar la Ciudad de México—, un grupo de extricolores ahora busca acomodo en la campaña de Claudia Sheinbaum.
En un momento en que prácticamente la totalidad de las encuestas da una clara ventaja a la aspirante presidencial del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Sheinbaum, para las elecciones de 2024, los exgobernadores Eruviel Ávila y Alejandro Murat, respectivamente del Estado de México y Oaxaca, anunciaron su interés de adherirse a la abanderada del partido guinda.
En un mensaje a medios encabezado por Ávila, se expresó también la intención del senador Jorge Carlos Ramírez Marín, activo en el priismo yucateco, y del alcalde de Cuajimalpa Adrián Ruvalcaba, quien figuraba como aspirante a gobernar la capital del país, de inscribirse en un grupo de apoyo a la doctora Sheinbaum.
La maniobra de los expriistas, además, se da en un momento en que el tricolor vive quizás la crisis más grande de su historia.
Si bien durante el siglo XX fue el partido hegemónico, calificado como responsable de una dictadura perfecta por el premio Nobel Mario Vargas Llosa, en los últimos años ha perdido credibilidad, fuerza institucional, presupuesto, territorio y control de gubernaturas, luego de que el hoy presidente, Andrés Manuel López Obrador, arrebatara el ejecutivo a su antecesor, Enrique Peña Nieto, emanado de las filas priistas del llamado Grupo Atlacomulco.
«Formalmente y con toda convicción, me sumo a esta alianza progresista en favor de la doctora Claudia Sheinbaum», aseveró el exgobernador del Estado de México, la entidad más poblada del país latinoamericano, por lo que su padrón electoral siempre es clave para definir comicios federales.
Sputnik conversó con el académico Harim Gutiérrez, especialista en el autoritarismo priista del siglo XX, para interrogar qué gana Sheinbaum, qué buscan los expriistas y qué desafíos abre al electorado esta incorporación.

Pérdida de espacios en el PRI, búsqueda de acomodo

Evidentemente, abre el docente, Ávila, Murat, Ramírez Marín y Ruvalcaba hacen esta apuesta política en busca de algún grado de influencia y participación en un eventual Gobierno de Claudia Sheinbaum, quien ganaría por una proporción de dos a uno ante su rival, Xóchitl Gálvez, si hoy fueran las elecciones mexicanas.
«Y Adrián Ruvalcaba, quien era probablemente el político priista más popular de la Ciudad de México, una de las personas que figuraba como posibles candidatas del Frente Amplio por México» para la capital del país, cambió de bando cuando se le bloqueó esa aspiración.
«En mi opinión, eso lo hace con la esperanza de obtener una posición importante, ya sea en el próximo Gobierno de la Ciudad de México o en el próximo Gobierno federal, con Claudia Sheinbaum», distingue el investigador.

Operación electoral y rupturas internas

Uno de los factores que explica el supremacismo histórico del PRI es su despliegue territorial, una maniobra con la que se aseguró dominio electoral continuo en sus días hegemónicos.
Así, si bien ha sido desplazado significativamente por Morena en los últimos años, Gutiérrez recuerda que estos exmandatarios, Eruviel Ávila y Alejandro Murat, seguramente mantienen influencia significativa en sus territorios, sobre todo en el caso del Estado de México, cuya densidad poblacional resulta clave para toda elección federal.
El historiador, además, recuerda que si bien Ávila integró el tricolor mexiquense, no forma parte del llamado Grupo Atlacomulco, foco de poder del que surgió el expresidente Peña Nieto, así como su familiar y exmandatario local Arturo Montiel, y la dinastía de los Alfredo del Mazo, abuelo, padre e hijo homónimos que también gobernaron la entidad.
Es decir, dentro del priismo, el aspirante a adherirse a Sheinbaum generó sus propias enemistades locales con esa fuerza partidista.
Eruviel Ávila, pues, «es de un grupo de políticos priistas que su base de poder la tienen en el Valle de México», subraya Gutiérrez, académico en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Incluso el historiador considera que una de las causas que permitió el arribo histórico de Morena a la gubernatura de la entidad, a través de la candidatura de la maestra Delfina Gómez, derivó precisamente de estas escisiones intestinas en el PRI, lo que fortaleció a la hoy mandataria del estado.
Estos respaldos, obvia el docente, no serán gratuitos, sino que estos expriistas exigirán fuerza política a cambio.

¿Qué gana Sheinbaum?

En un momento en que el descrédito del PRI se antoja generalizado por sus malos resultados electorales en los últimos años, además de la prevalencia de un discurso crítico persistente contra los abusos que ejecutó ese partido cuando era hegemonía, decenas de usuarios de la red social X (antes Twitter) reaccionaron con sorna, rechazo, repudio y molestia ante el anuncio de adhesión de los expriistas a la campaña de Sheinbaum.
Muchas voces precisamente opinaron que esta tentativa de incorporación contradice el discurso de Morena y de su líder moral, el presidente López Obrador, de que esa fuerza política opera una transformación profunda de la vida pública de México, diferenciándose del pasado.
El profesor Harim Gutiérrez, sin embargo, considera que esta resonancia negativa del anuncio no tendrá un efecto mayoritario en la popularidad de la aspirante presidencial.
«No vemos con simpatía la incorporación de personajes de este tipo, provenientes del PRI, a Morena, pero no creo que sea algo que tenga un impacto significativo en la popularidad de Sheinbaum o de López Obrador», califica.
Tampoco considera que el Frente Amplio por México, que busca desplazar a Morena del ejecutivo federal, aproveche este escenario, «porque finalmente Xóchitl Gálvez es candidata de otro priista», con su propio descrédito social y político.
Las bajas de los exgobernadores Murat y Ávila son de las más sensibles en las filas del priismo, considera Gutiérrez, ocurridas ambas durante el liderazgo del campechano Alejandro Moreno, quien ha tenido que conducir la oposición de su partido al obradorismo durante este sexenio (2018-2024).

Morena: ¿más izquierda o moverse al centro?

Aunque el sexenio de López Obrador ha experimentado distintos desafíos, como acusaciones de militarización, de fortalecer a la Defensa Nacional o amenazar a organismos autónomos, al árbitro electoral y al poder judicial, el mandatario mantiene la popularidad mayoritaria entre los ciudadanos.
En ese sentido, se ha acusado que, más que un partido político, Morena, de reciente fundación, se ha consolidado como una fuerza electoral capaz de sobrellevar contradicciones e integrar a actores políticos disímiles.
Cuestionado sobre este punto, Gutiérrez reconoce que la posible consolidación de Morena como un partido político con una clara orientación ideológica será un desafío que podría dirimirse en el siguiente sexenio, en caso de que Sheinbaum triunfe en las elecciones.
Por ahora, reconoce, es una maquinaria electoral muy eficiente. «Ya veremos cómo se define, a ver si se hace más a la izquierda o se corre más hacia el centro, con este tipo de alianzas que está incorporando Sheinbaum, que me parece que es una posibilidad no muy desdeñable», indica.(Sputnik)
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