NIDIA MARIN
El levantamiento popular iniciado en uno de los municipios de la Tierra Caliente en México, además de ser un hecho muy grave, es el principio del porvenir… más sangre.
Quizá sea el inicio de rebeliones más nutridas, ante la omisión de las fuerzas de seguridad del país (Ejército, Guardia Nacional y la escasa policía existente) de salvaguardar, en este caso como en muchos otros, a los mexicanos habitantes de las zonas conflictivas, en las tierras de nadie, donde mandan los delincuentes.
Los hechos ocurridos recientemente en el municipio de Texcaltitlán, Estado de México, forman parte de la lucha desarrollada por los pueblos, por salir adelante, ante el abandono de las autoridades; acciones que iniciaron en Michoacán, surgidas el 24 de febrero de 2013, las que han proliferado por todo el país, aunque en diversas entidades han sido abolidas por las propias autoridades.
Y en una vuelta de tuerca hacia el pasado, en la República Mexicana hoy observamos que los mexicanos afectados por las distintas bandas de narcotraficantes una vez más inician sus rebeliones, ante la falta de apoyo de las autoridades, muchas de las cuales responden a los delincuentes.
Qué la Virgen de Guadalupe nos proteja, porque ya hemos observado que al gobierno no le importa la seguridad de los mexicanos. Ella nos está viendo en su día.
Sí, porque hoy la estrategia de seguridad y procuración de justicia es prácticamente inexistente. No hay profesionalización y fortalecimiento de los cuerpos de policía y la creación de una Gendarmería Nacional a partir de civiles con formación militar quedó en el antepasado.
Lo único que ha venido funcionando desde hace una década son los comités vecinales, así como escasa participación de la sociedad civil en la evaluación y seguimiento de las diversas acciones en la materia.
Porque aquella intención de sumar y complementar los esfuerzos de las distintas dependencias federales, estatales y municipales, para que todas las corporaciones se coordinen y trabajen en un frente común, sólo quedó en eso… en intenciones.
Mientras tanto, los hechos de violencia y sangre se multiplican en todo el país y el caso más reciente, de mayor impacto fue, indudablemente, el ocurrido en Santiago Texcaltitlán, Estado de México, uno de los 11 municipios insertos en la Tierra Caliente de la República Mexicana, zona que abarca 37 municipalidades en tres entidades (las otras dos son: Michoacán con 11 y Guerrero con 10).
Texcaltitlán, señalan los geógrafos, se sitúa en las últimas estribaciones del Nevado de Toluca, ocupa una de las partes quebradas de la sierra que baja del Xinantécalt.
Ese municipio está ubicado entre cerros como son: el Cerro del Indio Dormido, Los Tejolotes, el Cerro del Guajolote, el cerro de la Peña de la Virgen y el de La Culebra, Boca del Viento, Jesús del Monte y el Cerro de la Joya, El Molcajete y El Cerrito del Calvario.
Y hoy sucede que sus habitantes ya no se dejan de los delincuentes.
En 2020 Andric Gómez Trejo escribió en Foro Jurídico:
“Estos llamados “justicieros anónimos” que no solo se arriesgan a que los delincuentes les respondan, como ha sucedido, sino a que los propios encargados de ejercer la ley los busquen, los encuentren y los condenen a una pena o medida de seguridad, conforme a derecho proceda.
“A estas acciones las conocemos como la “Ley del Talión”, conocida como “ojo por ojo, diente por diente”, la cual fue una de las primeras limitaciones al sistema de venganza y la intensidad del castigo aplicado al autor de un delito…”
Pero también:
“Para dar certidumbre al ciudadano es urgente que se desarrollen programas que hagan que las instituciones sean más efectivas para prevenir y castigar al crimen, ya que con ello ayudarán a incrementar la confianza en la procuración, impartición y ejecución de la justicia”.
Por lo pronto, decimos nosotros, las venganzas estarán de fiesta y mientras las autoridades continúen dando abrazos y no balazos, la sangre de los mexicanos seguirá corriendo.