El Odio

SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS

El día (30.11.23) estaba leyendo el periódico español El País, en su edición española, -porque la mexicana es tan parcial como un trumpiano- y al revisar una nota muy grande sobre el inicio de los trabajos de gobierno encabezado por el presidente Pedro Sánchez, se acompañaba la nota periodística con que el Tribunal de Justicia, algo parecido a nuestra Suprema Corte de Justicia, había vetado y se negaba a procesar el nombramiento del fiscal general del reino español. Lo primero que me vino a la mente fue exclamar: ya están como nosotros. Aumenté mi perspectiva, lo español se parece a lo que ha estado sucediendo a nivel del mundo hispanoamericano, respecto a un muy desgastante y vengativo enfrentamiento entre el Poder Ejecutivo y sus dependencias y el Poder Judicial ya sea al nivel del Supremo o bien en los tribunales y juzgados de menor jerarquía. Ello ha sucedido en México, Guatemala, Colombia, Perú, Chile, Nicaragua, El Salvador y Honduras, donde la oposición al Ejecutivo –llámese o no conservadurismo- se ha parapetado en el sistema Judicial para resistir todo tipo de reformas promovidas por los presidentes en semejantes países; semejante realidad no sucedió en Brasil porque los australes tienen instituciones más sólidas e independientes por igual, del Ejecutivo que del Legislativo y los poderes fácticos. Si no pregúntenselo al expresidente Collor de Melo, que fue refundido en una prisión mientras que en nuestro mexiquito querido, aves de tal tamaño no llegan a pisar los penales esparcidos por la república.  

Por el lenguaje que se traslucía en el comunicado del tribunal español, la actitud de los jueces era muy parecido a la postura que desde el Partido Popular en España señalaba que se opondrían a todo, no cederían a nada, no permitirían ser utilizados y, por los ademanes físicos del líder popular, Alberto Núñez Feijoó, se notaba un odio furibundo no tanto al PSOE, sino a la persona del presidente Sánchez, a su gobierno, a los partidos que integran la coalición de partidos para formar el gobierno socialista y su obsesión de que instituciones como los partidos catalanes y vascos son contrarios a España.

El odio, la intolerancia, el faccionalismo son signos inequívocos de nuestro mundo contemporáneo, y eso no lo digo yo sino lo han expresado y publicado los intelectuales más respetados a lo largo y ancho del mundo, cada quien en su realidad europea, estadounidense, latinoamericana. ¿Qué decir del medio oriente y la guerra entre el estado de Israel y los palestinos?, más allá de lo que Hamás perpetró hace más de un mes en contra civiles israelíes. El odio más evidente está en el accionar de los partidos políticos y lo que supura por las redes sociales; respecto al primero y que nos queda cerca, fue el episodio del Congreso en Nuevo León y lo que sucedió en su interior. En cuanto al segundo, uno de los últimos episodios lo llevó a cabo el expresidente Vicente Fox, no solamente contra la esposa de Samuel García sino contra todo aquello en lo que él no cree o le molesta. El guanajuatense se mueve por odio, resultado de su incultura, se le agregan prejuicios de clase, religiosos, padece de sus facultades mentales y todo ello es muy denotativo.   

Finalmente, estimados lectores, vale mucho la pena reflexionar sobre las actitudes hostiles y algunas de ellas de franco odio que las encontramos en las calles y avenidas a lo largo de la república, nos llegan a nuestros celulares, a las computadoras y a los domicilios particulares a través de panfletos genuinamente deleznables. El resultado, una convivencia cotidiana muy molesta, desgastante, de muy mal gusto, genuinamente muy parcial de su percepción de la vida, de la política, de los gustos, que en su conjunto ha hecho de la sociedad mexicana un pueblo que padece excesos de muchos tipos que se reproducen, y en sentido opuesto se sobrellevan. Genuinamente un tipo de odio que enferma a la sociedad.   

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