*Dos Políticos Cuajados, Abandonan
la Nave que Capitanea Sheinbaum
*Nombrados Coordinadores Generales
en Política, Desaparecen del Equipo
*Adán Augusto López y Ricardo Monreal
¿se Alejan de la Cantada “Victoria”?
GERARDO LAVALLE
Algo pasa en la nave que tiene de capitana a Claudia Sheinbaum.
¿Hace agua?
Para muchos observadores el hecho ha pasado casi inadvertido. El retiro de quienes fueron nombrados coordinadores generales y que participaron en la contienda para convertirse en coordinador nacional de los Comités de Defensa de la 4t.
Sabido es que Macelo Ebrard prendió fuego a la pradera y aunque los bomberos de Palacio Nacional tardaron en apagarlo, lograron su propósito: sacar de los reflectores al que afirmaba haber ganado la encuesta y se reveló ante la derrota.
Nombrados por la poseedora del bastón de no mando, Adán Augusto López Hernández y Ricardo Monreal Ávila, sintieron que estaban en el lugar equivocado y a la hora del atropellado. O bien, sintieron que era el camino para avanzar y prevalecer en 2024 como “pilares de la construcción del segundo piso de Morena”.
Sin embargo, algo extraño pasó.
Primero desapareció sin decir la razón, Adán Augusto. El que fuera todopoderoso durante 21 meses escuchó el canto del sireno que habita en Palacio Nacional. Recibió todo el apoyo político, económico y del manejo del país en ausencia de su jefe. A donde llegaba, lo aplaudían no por ser corcholata, sino porque para darse a conocer a nivel nacional emprendió la gira de la defensa de la Ley de la Industria Eléctrica y de las reformas legales en materia electoral. En algunos congresos de entidades en donde todavía gobiernan militantes de la oposición, recibió críticas, pero nada del otro mundo.
Como corcholata brincó de la nada a hacerle competencia de Claudia Sheinbaum. Junto con Monreal y Ebrard reclamaron piso parejo y exigieron se suspendiera la propaganda de la favorita de Palacio Nacional ubicada en mil 193 espectaculares a lo largo y ancho del país.
Cada cual escogió su modo de promoverse. Todos, sin embargo, coincidieron en el tema fundamental: que Morena mantenga la Presidencia de la República y recupere la mayoría parlamentaria para tener oportunidad de reformar la Constitución.
Ninguno de los cuatro osó cuestionar o poner en tela de duda el gobierno del “humanismo”.
Al término de la jornada, que se convirtió en una ilegal campaña electoral, la presumida “unidad para siempre” se quebró.
Ebrard asumió que le “robaron el primer lugar” y ante el silencio de Mario Delgado, dirigente del partido oficialista, recurrió al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en donde presentó su queja. Obtuvo pírrico resultado que, sin embargo, presionó a la Comisión Nacional de Honestidad de Morena, a revisar su reclamo que finalmente y dos meses después no logró mayor cosa.
Semanas de distanciamiento que se “solventó” con unja presunta reunión entre quien ocupó el primer lugar y ya poseía el bastón de no mando y el del segundo. Ebrard salió a conferencia de prensa e informó que no se iba de Morena porque no traiciona “sus principios” y desechó la invitación de Dante Delgado, dueño de Movimiento Ciudadano, antes Convergencia, de ser precandidato externo a la Presidencia de la República.
Confirmó que la exgobernadora de la Ciudad de México le ofreció un cargo, que no definió, y lo de ir a la Senado “ya estaba acordado” desde el inicio de la campaña para alcanzar la coordinación de los CD4t.
LA HISTORIA QUE
SE OCULTÓ
Con lo anterior, se evidenció que Mario Delgado, alumno de Ebrard, prefirió el glamour de ser “dirigente” de Morena que mostrar su agradecimiento con quien lo forjó.
Ya encarrerado el proceso rumbo a la precandidatura presidencial, la que será candidata, incorporó a “su equipo de trabajo” a dos de las corcholatas a las que derrotó.
Y para la foto, posaron sonrientes y contentos, Adán Augusto y Ricardo.
¿Qué pasó en tampoco tiempo?
Hasta ahora no hay una versión oficial que explique la razón por la cual el exsecretario de Gobernación desapareció del escenario e incluso, en una gira que hizo Sheinbaum a Tabasco, su coordinador político estuvo ausente.
Lo ha estado desde el momento en que probó el sabor de la derrota. Sentía que sería el elegido por la amistad y paisanaje con Andrés Manuel. Aquel dulce canto de las sirenas, pasó a ser un sonido desagradable e inevitable. Comenzó a taladrar la materia gris y como respuesta optó, según palabras del presidente, su amigo, su hermano, dedicar tiempo a “su familia” –se ignora si la de atrás o la nueva- y partió canturreando sus reclamos.
Es momento en el que no se sabe si estará o no en la campaña de quien será la candidata
Monreal, quien había declarado tener mucho trabajo por los encargos que le hizo la “doctora Sheinbaum” y por ello sus viajes al norte del país, sorprendió el pasado jueves.
Anunció, sin existir siquiera filtraciones anteriores, que regresaría al Senado y ocuparía sui escaño. Envió la carta a la presidenta de la Mesa Directiva quien la turnó de inmediato.
¿Por qué reclama su escaño?
¿No está satisfecho con la generosa invitación?
¿No quiere estar al lado de quien será, si gana la elección- la primera mujer presidenta?
Algo se oculta y se evitan los comentarios entre cercanos a la poseedora del bastón de mando sin mando.
Dos políticos cuajados, con experiencia en la vida electoral, parecían idóneos para acompañar a quien los derrotó. Ambos levantaron la mano de la triunfadora. Y ambos recibieron nombramientos.
Se presumía que llevarían al cabo las acciones políticas para aplanar los caminos y evitar tropiezos.
De pronto ya no están en la nave capitaneada por Sheinbaum.
¿Miraron el agua en la zona de carga o actuaron como roedores?
Solamente lo saben tres personas. Quizá cuatro.