Argentina, Harina de Otro  Costal en América Latina

A la Vuelta de la Esquina

 

IVÁN RUIZ FLORES

Y Argentina dice adiós al equipo de países de América Latina que en el siglo XXI eligieron políticas y políticos de izquierda o de centro izquierda como son: Bolivia, Brasil, Chile, México, Colombia, Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Paraguay, Uruguay y Venezuela, así como Cuba, Dominicana (socialdemócrata), Trinidad y Tobago (centroizquierda) en las Antillas, 

Sí, Argentina ya es harina de otro costal…

Ingresa al grupo de naciones del Continente Americano como Canadá y Estados Unidos en el norte, El Salvador, Costa Rica y Panamá en el centro y Ecuador, Uruguay y Paraguay, en el sur, además de Puerto Rico y Jamaica en Las Antillas.

Hoy queda claros algunos planteamientos de los especialistas como es que “con la derecha se asocian una política de mayor protagonismo del mercado frente al Estado, una priorización de la autonomía individual, visiones tendientes a la homogeneización cultural, el crecimiento económico con independencia del desarrollo sostenible, el clericalismo, el librecambismo, la internacionalización, la sujeción formalista a la democracia representativa y la reivindicación de los partidos políticos como canales tradicionales de participación…”

Tras el triunfo del derechista Milei en Argentina, la mirada de los avezados en política está sobre dicho país, donde, por cierto, de acuerdo con la ley el que una persona no acuda a las urnas en una elección puede hacerse acreedora a una multa.

Pero fueron y… ganaron.

EL MODELO ELECTORAL

ARGENTINO ACTUAL

Dice la Dirección General de Investigación Estratégica del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República (que ya contaba con un estudio en la materia sobre aquella nación suramericana): 

 “Con un modelo en el que cada provincia pueda legislar en materia electoral, el sistema electoral argentino se distingue por su diversidad y complejidad”. 

En el primer caso, explica:  

“La diversidad se advierte en elementos como la duración de los cargos; las posibilidades de reelección; la existencia de figuras como los senadores provinciales; la realización de las PASO y del balotaje; el tipo de boleta electoral utilizada; así como la aplicación de sistemas distintos para realizar la votación”.

Precisa también que la investigación titulada “El sistema electoral de Argentina”, elaborada por la investigadora Concepción Torres Ramírez, señala que en este país “existe un órgano electoral federal (la Dirección Nacional Electoral) y uno en cada provincia: estos últimos actúan de manera ‘independiente y autónoma’ durante una parte del proceso, es decir, hasta el momento del registro y la oficialización de candidaturas; a partir de ese momento el proceso es competencia del órgano electoral federal”.

Además, especifica el estudio que, si bien a nivel nacional y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se observan avances en la democratización del proceso electoral, “en nueve de las 23 provincias han sido identificados distintos elementos que cuestionan la calidad del proceso”. Esto desde hace tiempo. 

Y la estudiosa precisa que el Índice de Democracia de la Unidad de Inteligencia de The Economist “asigna a Argentina un promedio de 6.87/10, por lo cual es considerada como una “democracia deficiente”, lo que significa que, aunque las elecciones cumplen con estándares democráticos y se respetan las libertades civiles y políticas, existen deficiencias en ambas materias derivadas por el contexto político o por las capacidades limitadas del Estado”. 

En efecto, en Argentina hubo un viraje. Se desconoce si las normas seguirán igual ya que actualmente, exponen los especialistas: 

El régimen político argentino es, sin duda, presidencialista. El Poder Ejecutivo recae en la figura del presidente de la nación, quien desde 1994 es electo junto con el vicepresidente para un periodo de cuatro años”.

Ciertamente, pero antes de la reforma constitucional promovida por el presidente Carlos Saúl Menem a finales del siglo XX, el presidente del país gobernaba por seis años (como en México), aunque con la posibilidad de desempeñar el encargo en una segunda ocasión tras el intervalo de un periodo.

En efecto, pueden alcanzar el poder el primer periodo, cuando es elegido por primera vez; el segundo, al reelegirse para el periodo inmediato siguiente; y, por último, en caso de volver a ser electo presidente habiendo transcurrido, por lo menos, un periodo presidencial intermedio sin ocupar el cargo.

Y de acuerdo con lo que precisan las Magistradas Electorales de las Américas:

La República Argentina es un Estado Federal, tiene una forma de gobierno representativa republicana federal, estructurado en 23 provincias y la ciudad autónoma de Buenos Aires, cada provincia dicta su propia constitución.

“En ese marco, coexisten en el Derecho Electoral argentino dos órdenes de organización electoral: el nacional, conducente a la elección de autoridades nacionales (para el cual el país se divide en 24 distritos electorales, salvo, para la elección presidencial y de Parlamentarios del Mercosur, a cuyo efecto el territorio nacional se considera distrito único) y que se rige por normas dictadas por el Estado nacional; y el provincial, destinado para la elección de autoridades provinciales y municipales y en el que cada Estado Federado que tiene la posibilidad de estatuir su propio régimen electoral”.

Exponen los expertos que la norma electoral argentina señala que solo podrán participar en las elecciones generales las agrupaciones que hubieran obtenido como mínimo un total de votos considerando los de todas sus listas internas superior o igual al 1,5% de los votos válidos emitidos en el distrito del que se trate. Para la categoría de presidente y vicepresidente, se entenderá el 1,5% de los votos válidos emitidos en todo el territorio nacional.

De ahí pues, que la coalición perdedora hubiera estado integrada por más de 20 partidos y agrupaciones.

En fin, Argentina ya es harina de otro costal….

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