El Sueño de la Razón Produce Monstruos 

Benjamin Labatut. Maniac, Editorial, Anagrama, Barcelona, 2023. 400 páginas

DAVID MARKLIMO

Hay un grabado de Francisco de Goya muy célebre, ese donde el artista aparece en primer plano, dibujando y en la parte posterior, aparecen seres mitológicos o incluso aves o murciélagos. Es un grabado bastante turbador. En su parte inferior está escrito que el sueño de la razón produce monstruos.

La frase viene a cuento con la novela Maniac, de Benjamín Labatut. Una novela que es, justamente, un grabado que se divide por partes. Una obra sobre la razón y la locura, una novela sobre la física y las matemáticas que la sustentan, sobre los peligros de la tecnología, sobre hombres que jugaron a ser dioses que no juegan a los dados, sobre cajas de Pandora entreabiertas, sobre -al fin y al cabo- el monstruo de la Bomba Atómica.

Tres son las partes en las que se divide el texto, lo que permite el desarrollo de una obra que extiende sus tentáculos hacia el pasado y el futuro. La figura central es Johny Von Neumann, matemático genial, inteligencia superhumana, contribuyente esencial al diseño de la bomba atómica y la lógica apocalíptica de la guerra fría.  Protagonizó una biografía producto de la irrupción del nazismo en Europa: emigró a Estados Unidos huyendo de los nazis hasta integrarse en las zonas más altas del poder del país que lo acogió.

Von Neumann está bien retratado en la Historia: sentó las bases matemáticas de la mecánica cuántica o de la teoría de juegos, participó en la creación de la bomba atómica y profetizó la inteligencia artificial. Aquí, Labaut utiliza la técnica del reportaje periodístico para mostrarnos un personaje absolutamente contradictorio y genial. Aparecen infinidad de preguntas sobre física, sobre ética, sobre las matemáticas, que dan un sentido casi existencial a la novela.

El grabado estaría incompleto sin sus contrapartes, como el físico Paul Ehrenfest y su creciente pulsión de muerte. Ahí está la monstruosidad, el largo proceso  de cómo la razón puede desatar un proceso parecido al infierno. ¿Y qué produce este proceso? En la última parte, veremos la distopía: las máquinas que han aprendido a razonar. Asistimos, entre fascinados y temblorosos, a la aterradora belleza y a las posibilidades que de ésta surgen.

En este ir y venir de voces podemos observar la construcción precisa de los personajes, la elegancia  de una escritura clara y concisa. Esto da pie a variadas lecturas, a distintas interpretaciones sobre la vida. La claridad es necesaria por los temas en los que se basa la novela (la física nuclear, la mecánica cuántica o el juego de Go). En este sentido, Labatut es capaz de imprimir un ritmo vertiginoso a cualquier narración, ya se trate del nazismo y sus crímenes o de delirios producto del aislamiento, la locura o la genialidad.

Una reflexión interesante de la novela podría ser la siguiente: ¿ha logrado el futuro desprenderse del pasado? Es decir, ¿hasta que punto el siglo XXI y sus problemas están atados a aquello que sucedió al término de la Segunda Guerra Mundial? Esta novela, en el fondo conlleva una hipótesis muy sugerente sobre la Historia de la Humanidad: el mundo actual es resultado de especulaciones que han alcanzado alcanzan vida propia.

 

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