Tras un mes del histórico golpe del huracán Otis, las labores de búsqueda de personas siguen en el puerto de Acapulco, donde las familias cuestionan en medio de protestas la cifra oficial de 50 muertos y 30 desaparecidos porque los cuerpos no aparecen, en particular los de decenas de marineros. “Se nos paró la vida”, dicen a EFE.
El mismo mar que daba sustento a gran parte de la población de Acapulco, se llevó a marineros y capitanes que aquella madrugada del 25 de octubre se quedaron en las embarcaciones en las que trabajaban para protegerlas ante un huracán que no esperaban que se intensificara de fuerza 1 a 5 en cuestión de horas.
Un sobreviviente y familiares de desaparecidos relatan a EFE que, a diferencia de huracanes anteriores, Otis se intensificó al tocar tierra y además una especie de tornado recorrió la bahía de Acapulco y “sacudió”, aseguran, a todos los barcos que se encontraban en el lugar precisamente para resguardarse.
“Estábamos desprotegidos. Recibiendo ese impacto del huracán en una casa uno se refugia pero en el mar no hay donde correr. (…) El que diga que no (tuvo miedo) es mentira, sentir ese viento, ese ruido y la lluvia fuerte hacia la humanidad era devastador todo. Era muy difícil de verdad enfrentarlo”, relata Alejandro Cortés, quien trabajó durante 17 años en el yate VIkingo.
Aquella noche, el capitán salió junto a su marinero en el barco para llevarlo a una zona protegida de la bahía, pero Otis no fue como el resto de tormentas o huracanes. Notaron cómo se iba intensificando la lluvia y sobre todo el viento, que alcanzó los 270 kilómetros por hora.