Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Cuatro personajes de la política mexicana lo afirmaron sin tapujos: estaré en la boleta presidencial.
El primero en hacer gala de poder, fue el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, quien sostuvo durante meses –más de un año- que buscaría ser el candidato de MC para la Presidencia.
Incluso, precisó: “No… no estará en la boleta como candidato al Senado… o estoy en ella como candidato presidencial, o no estoy”.
Y no estará en la boleta…
Otro que construyó, seguramente con materiales deficientes, su precandidatura, fue Ricardo Monreal Ávila. Lo hizo desde el Senado de la República y en su calidad de coordinador del grupo parlamentario de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política.
Jamás se detuvo para declarar que estaría en la boleta presidencial. Los dos primeros años del gobierno actual, hacia públicos su desayunos con el Presidente. Siempre en Palacio Nacional y con platillos muy mexicanos.
Aquellos años de felicidad, se esfumaron. ¿Qué hizo que molestó al inquilino de Palacio Nacional? Las voces apuntan al bloqueo que le edificó a Dolores Padierna para que no ganara la alcaldía de Cuauhtémoc y por el apoyo que le brindo a, dicen sus protegida, Sandra Cuevas. Es probable.
Aunque ya no desayunaba con su compañero de lucha por 25 años –“soy fundador del movimiento”, repetía cada ocasión en que se prestaba el momento- y sin embargo, porfió hasta ser perdonado.
Ingresó al equipo de las corcholatas con calzador. Y sabiéndolo, no dejó de lado su optimismo: “estaré en la boleta”.
Y tampoco estará.
Adán Augusto López Hernández, segundo secretario de Gobernación durante el mandato de Andrés Manuel López, fue invitado al cuarteto de corcholatas. Las versiones de que “es el bueno”, se multiplicaron. Y al darse cuenta de que el camino no estaba pavimentado y todavía era “camino real”, exigió piso parejo al dirigente del partido oficialista.
Recorrió el país y visitó todas las capitales y algún centenar de municipios. Lo hizo con recursos propios. Rechazó el apoyo de 5 millones que el partido entregó a los competidores.
Su cercanía con el paisano y amigo de toda la vida, lo hizo suponer que sería el sucesor. Es seguro que así se lo planteó el presidente de la República. Las condiciones políticas o los errores de visión, no le permitieron ser el coordinador de los comités de defensa de la 4t.
Y tampoco estará en la boleta.
El último, Marcelo Ebrard Casaubon. Pregonó a los cuatro vientos que sería el candidato, porque decía, llevo 20 años preparándome para ser el Presidente de México.
Durante su recorrido por el país en busca del cargo, encontró, al igual que Monreal y López, que el piso no estaba parejo y reclamó al que fuera su empleado y su hechura y finalmente su Judas, que se corrigieran los abusos y se frenara el uso de recursos públicos federales y estatales.
Nadie le hizo caso.
Días antes de darse a conocer el resultado de la encuesta, mantenía su posición: “vamos bien, muy bien, estaré en la boleta presidencial”.
Y no estará en la boleta.
¿Comieron ansias?
¿Se indigestaron con el poder pasajero que tuvieron?
¿Se equivocaron al creerle al que utiliza el dedo índice?
Como fuere, no estarán en la boleta, no en 2024.
Ebrard afirma que buscará la Presidencia de la República en 2030, cuando haya cumplido 70 y de lograr su propósito, será el de mayor edad en los últimos 100 años.
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