Calenturiento

Yo Campesino

•Lo de los trenes de pasajeros, sueño guajiro del ganso. La IP no arriesgará con él

Miguel A. Rocha Valencia
El decreto presidencial que concesiona siete rutas para trenes de pasajeros y en los cuales se invitó a participar a empresas particulares, no deja de ser un sueño calenturiento del ganso y que sólo podría realizarse, con dinero público. En las actuales condiciones la iniciativa privada no le va a entrar.
Aún está fresca la expropiación de tres tramos ferroviarios a Ferrosur del Grupo México Transportes mediante un decretazo que incorporó de un día para otro, sin previo aviso esos tramos en favor del corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
Tal decisión no estuvo exenta de fuerza pues elementos armados de Marina tomaron las instalaciones de la empresa de Germán Larrea en el tramo Coatzacoalcos-Medias en la mañana del 19 de mayo e intervinieron toda actividad de tráfico y administrativa, con lo cual se sentó un precedente inédito en materia de expropiaciones ya que ni derecho a pataleo se concedió a los concesionarios.
Pero más allá de la posibilidad de que la iniciativa privada no acuda al llamado, que obviamente tiene como fin político hacer creer que la inversión particular regresa a proyectos gubernamentales y particularmente del mesías tropical, están los altos costos y tiempos de realización.
Incluso estaría evaluándose como ya lo han hecho los empresarios, el costo-beneficio de dichas rutas o la posibilidad de solicitar otras que a su juicio sean más rentables. Recordemos que en los trenecitos del Peje prefirieron no participar precisamente por eso, no le ven negocio.
Por eso los militares fueron asignados a los proyectos con dinero público, especialmente al Maya que además tiene más fines turísticos que de carga dada la poco o nula actividad industrial de toda la zona. Claro dada la renovación de vías y la construcción de nuevos tramos, servirá para pasajeros, aunque no de alta velocidad como se requeriría en las nuevas concesiones.
Y si en el Maya van invertidos más de 300 mil millones más los 120 mil que vienen en 2024 en los cuatro tramos nuevos y sin las especificaciones que hagan ese transporte rápido y rentable, habrá que ver cuál sería la inversión para las nuevas concesiones.
De ahí que en el costo beneficio los iniciativos se pueden atorar un tiempo pues aunque se ocupen los derechos de vía y las rutas ya en función para carga, el transporte de pasajeros necesitaría otro tipo de especificaciones que no sólo incluyen tarifas bajas sino también rapidez que supere al autobús.
Eso además de que de acuerdo con la carta presidencial, las rutas tendrían que ser electrificadas, es decir mucha más inversión y especificaciones más complicadas que las aplicadas por el gobierno en sus obras.
De tal suerte que las empresas Grupo México Transportes, Canadian Pacific y Kansas City que operan trenes de carga, podrían quedarse al margen y aceptar la cláusula coercitiva de que, si no le entran, se darán las concesiones a los militares, lo cual seguramente les causó risa por la falta de dinero público para realizarlos.
Los tiempos serán otro tema y en eso tiene mucha razón el actual secretario de Comunicaciones y Trasportes pues esta administración sólo vería la asignación de las concesiones que para su realización se requerirán años y mucho, mucho dinero, amén de confianza de la IP para meter su dinero en proyectos que de entrada no ven atractivos por cuanto a las competencias carreteras y sobre todo seguridad tanto política como física.
Porque a final de cuentas, el tema de seguridad en las inversiones ya se vio que en un sistema de gobierno como el actual, no hay mucha y en la otra, tampoco. No se olvide que los trenecitos del machuchón están decretados como obras de seguridad nacional y ni proyectos ejecutivos o costos se pueden revelar.

En todo caso, los inversionistas buscarán la manera de asegurar su dinero antes de participar. Pero antes, harán sus proyecciones de costo-beneficio y eso, va a tardar.

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