Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Se acabaron las dudas y la democracia Argentina resistió las tentaciones. Algo deseable que ocurra en México en 2024.
Al igual que los mexicanos, los argentinos optaron por el cambio radical. En México se conocen los resultados. Argentina comenzará a conocerlos.
Del populismo peronista al populismo de Milei. ¿Cuál es peor? Porque ninguno debe ser mejor que el ejercicio equilibrado del poder público.
La sed de imponer un modelo de gobierno que no es el que esperan los ciudadanos, conlleva al abuso de poder. A desaparecer instituciones. Socavar las Instituciones. Reducir las libertades. Manipular la información. De alguna manera surge el autoritarismo.
La democracia de Argentina resistió los embates del oficialismo, más de centro derecha que de izquierda peronista y decidió, en plena libertad experimentar el cambio. Para bien o para mal. Decidieron los ciudadanos.
Sin interés personal alguno, el triunfo de Javier Milei es similar al de Andrés Manuel López.
No ganaron por lo que propusieron. En ambos casos, el resultado es claro: son un peligro para la democracia.
¿Qué obliga a los ciudadanos a correr el riesgo de conocer algo nuevo o medio conocido?
¡El hartazgo hacia sus gobernantes!
Es la razón de peso. No se trata de ideologías. Tampoco de principios. Menos aún de conocimiento sobre el personaje por el que se emitió el voto.
Simplemente, los mexicanos y los argentinos se cansaron hasta la coronilla de las acciones de sus gobernantes anteriores.
¿Qué futuro le espera a los argentinos?
Quizá menos peor que a los mexicanos, pero no por ello saldrán de la caverna en la que han vivido por décadas, marcadamente el último lustro, en donde gobernó la “izquierda deslavada” que amenazó con gravar las herencias, no tuvo capacidad de frenar la inflación, recurrió al FMI para solicitar una “ampliación” en las fechas de pago, fue incapaz de combatir el desempleo y dejó en el camino un legado, júzguese bueno o malo, que había permitido que los argentinos siguieran creyendo que cuando del cielo sale un rayo es porque Dios los está fotografiando.
El triunfo de Milei alcanzó se lo debe a la democracia. Ni más, ni menos. Sin la libertad de ejercer el sufragio libremente, sin la negativa del derrotado a reconocerlo como el futuro presidente de Argentina, con el respeto de las fuerzas armadas –que ya tuvieron su oportunidad y la desperdiciaron por las masacres cometidas desde 1976 hasta 1982- se encumbró en medio de la incertidumbre por lo que viene.
Una victoria inesperada por dos razones: Milei vive en otro mundo que no es la tierra y porque en América Latina las izquierdas, reales o disfrazadas, avanzaron como nunca en el inicio del siglo XXI.
A la vista están los resultados: empobrecimiento, inflación, PIB a la baja, libertades coartadas, críticas que buscan ser apagadas, programas sociales que coaccionan a los ciudadanos, ejércitos beneficiados y división de clases como si se tratara de la lucha iniciada por Karl Marx.
Argentina vive mirando un futuro en el que hay nubarrones que oscurecen lo que está más allá. Las palabras de Milei, ya presidente electo, no dejan duda: no vine a guiar cordero sino a domar leones.
¿Qué significa? Se supone que los corderos son los de hoy y los leones los de antes. O al revés. Es un galimatías indescifrable cuando aún no toma posesión. Al igual que Andrés Manuel: sin rendir protesta destruyó el NAIM, inició la zapa de las instituciones y terminará apoderándose del país completo con el respaldo de las fuerzas armadas.
¿Contará Milei con el apoyo de las fuerzas castrenses?
Está por verse.
Sus propuestas rompen paradigmas sociales, económicos y políticos. ¿Es acaso una revolución silenciosa?
Como se le quiera observar, para los izquierdistas que gobiernan ahora en los países de América Latina, incluido México, el surgimiento de Milei es un severo golpe a sus mandatos.
Deben encender las alertas. Podría darse una caída de fichas con efecto dominó o de los castillos de naipes se derrumbarán sin necesidad de que Otis aparezca que en horizonte.
Totalmente válido aplicar: Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar, aun y cuando el que mira sea lampiño, algo común en los tabasqueños.
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