«EEUU controla cómo se desarrolla el conflicto ucraniano y siempre lo ha hecho»

EEUU controla el curso del conflicto ucraniano y siempre lo ha hecho, escribió el periodista estadounidense Peter Van Buren. En sus palabras, durante las negociaciones de paz de marzo de 2022 en Estambul, Kiev no aceptó la paz porque «no se le permitió».
«En medio de una avalancha de propaganda, la historia era siempre la misma: Ucrania estaba haciendo retroceder a los rusos con armas proporcionadas por una amplia gama de complacientes benefactores de la OTAN. Entre los ases de los cazas ucranianos con improbables índices de victorias y los patrióticos equipos de francotiradoras con peinados y maquillajes improbables, Rusia estaba perdiendo», afirma Peter Van Buren al periódico The American Conservative.
El columnista cita al excanciller alemán Gerhard Schroder, quien declaró que «los únicos que podrían resolver la guerra por Ucrania son los estadounidenses». Agregó que durante las negociaciones de paz de marzo de 2022 en Estambul, los ucranianos no aceptaron la paz porque «no se les permitió».
«Tenían que coordinar todo lo que hablaban con los estadounidenses. Sin embargo, al final no pasó nada. Mi impresión es que no pudo pasar nada porque todo se decidía en Washington», comunicó.
Van Buren también destaca la «escasez de fuerza viva» como el principal problema que obstaculiza el éxito de Ucrania. El columnista se sorprende de que los militares rusos estén destruyendo el «todopoderoso» equipo de la OTAN y no quiere creerlo, atribuyéndolo a la escasa formación de los soldados ucranianos.
«No ayudó que la capacidad de Rusia frente a los equipos de la OTAN fuera sorprendentemente buena, o quizá que el manejo de las sofisticadas armas occidentales por parte de los ucranianos fuera sorprendentemente malo», indica el artículo.
Desgraciadamente para la Casa Blanca, a medida que el conflicto palestino-israelí hace estragos, los estadounidenses han ido perdiendo interés en la crisis de Ucrania, que se ha vuelto «aburrida», argumenta Van Buren. Según su opinión, les gustan las imágenes sencillas: el bueno contra el malo, como en un cómic. Los acontecimientos deben tener lugar lejos, como es habitual en Estados Unidos, para que no haya peligro para el espectador. Sin embargo, las imágenes deben ser de primera, y el mapa debe ser fácil de seguir, lo más sencillo posible, como en el fútbol americano, aclara el texto.
«Los estadounidenses, tanto el pueblo como su Gobierno, distraídos por las mayores herramientas de propaganda jamás imaginadas [los medios de comunicación], parecen capaces de centrarse solo en un objeto brillante a la vez. En el caso de las guerras, un nuevo objeto brillante debe incluir dos bandos claros, uno bueno y otro puramente malo, con uno preferiblemente desvalido, imágenes de combate diarias que puedan obtenerse sin demasiado peligro, y una progresión similar a la de un partido de fútbol a través de un mapa que sea fácil de seguir. No debe ser aburrido», aclara el periódico.
Sin embargo, los conflictos militares reales nunca se ajustan a todos estos criterios, y por eso «Washington tiene la vieja costumbre de meterse en un conflicto y luego perder el interés», dice el artículo.
Tras haber establecido una presencia militar en todo el mundo, Washington, en lugar de fomentar el desarrollo, se dedica a promover su hegemonía organizando guerras por delegación, indica el texto. Sin embargo, como señala The American Conservative, los conflictos instigados por EEUU son «suficientemente emocionantes» solo al principio, y las vidas humanas no son más que números en los informes.
«Sin embargo, la voluble atención de EEUU se desplazó a Oriente Medio justo cuando las cosas empezaban a parecerse cada vez más a la estática guerra de trincheras de la Primera Guerra Mundial en Ucrania. Fue un acto difícil de seguir», afirma el periódico.
Van Buren reconoce la naturaleza destructiva de la influencia estadounidense, afirmando otra verdad, que los apoderados de Washington están destinados a ser destruidos para mantener la hegemonía de Estados Unidos.
«Nuestros proxies parecen acabar abandonados y colgados para morir. Al igual que en Irak y Afganistán, por no hablar de Vietnam antes de eso, lo que se realizó al final muy probablemente podría haber sido alcanzable en casi cualquier momento después de que los hurras iniciales pasaran. Es triste que hayan tenido que morir tantos para que probablemente se haga realidad en 2023», resume el columnista. Sputnik
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