Cambiar de casa…

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

Echar raíces, dícese cuando se vive en el mismo sitio durante toda la vida, o casi. Es formar parre de la comunidad que rodea el hogar. Es identificarse con los vecinos a grado tal que la amistad florece.

Hay quienes no echan raíces ni con sus familias. Y se vuelven mochileros, van a comedores comunitarios y duermen bajo una caja de cartón. 

Es cuando se reflexiona: ¿no es mejor echar raíces?

Y por ello, seguramente que huésped temporal de Palacio nacional decidió ubicar, aunque utópicamente, su “nueva casa”,

Al menos así se interpretan las palabras pronunciadas en Culiacán: “Cuando vengo a Sinaloa me siento en casa”.

Quizá sea su verdadero hogar.

Ahí, cerca de Culiacán, está Badiraguato, el poblado que visitó en repetidas ocasiones hasta que lo tundieron las críticas por haber saludado de mano a la madre del Chapo, quien no se bajó de su camioneta y el ciudadano que cobra como presidente, no dudó en caminar y estrechar su mano.

Por supuesto que la investidura presidencial se fue a su otra casa, la ubicada en Palenque y cuyo nombre tiene connotaciones “muy mexicanas” cuando queremos mandar más allá del averno a los adversarios.

Sentirse en casa es, sentirse cómodo. Bueno, mientras la suegra no se apoltrone en el reposet y en lugar de una visita corta pretenda quedarse semanas.

Es en donde se hallan todas las cosas que uno quiere o desprecia, pero las conserva para acordarse de quién es el malnacido. Ahí está la computadora. Ahí está la grabadora. Ahí está la pantalla. Ahí está la biblioteca –aunque los libros estén en el piso- y ahí están los recuerdos. Los buenos y los malos. Todos se archivan en los espacios que forman una casa.

Bueno, una casa que se considere hogar. No una de citas.

Al presidente López le salió de la bodega en donde guarda los rencores y aprecios.

“Casa vez que vengo a Sinaloa me siento como en casa”.

Probablemente porque equipara el cariño familiar con el de los criminales que “lo respetan” y con él no se meten. Todo había estado para los criminales como el plato de miel sobre hojuelas. Hasta el pasado 5 de enero, cuando sin previo aviso, Ovidio Guzmán fue aprehendido y traslado al penal del Altiplano, el mismo  del que escapó su padre al estilo cinematográfico.

¿Está limando asperezas para cuando termine su gestión en menos de un año?

¿Volverá a su “casa” en Sinaloa cuando no tenga la protección del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional?

El contenido y mensaje de las palabras presidenciales pronunciadas en Sinaloa, no habían salido de su ronco pecho en ninguna de sus giras, de sus mañaneras, de sus asambleas informativas.

¿Cuál es el mensaje?

Alguien dirá: no le busquen senos a las víboras.

Otro diría “sí, hay que encontrarlas”-

Porque en ocasiones, como la referida y ocurrida el pasado lunes, las palabras dicen más que mil fotos.

¿Qué necesidad de quistarse la máscara antes de que termine la fiesta?

Así se las gasta el que presenta una foto para comprobar que si ha ido a Acapulco y no advirtió que es la misma distribuida por su coordinación de comunicación social el día que se atascó el Jeep del Ejército.

Qué bueno que no miente, no engaña y lo otro, lo otro pronto saldrá a la luz.

E-mail: jesusmichelmp@hotmail.com, Facebook Jesus Michel, X @misionpolitica y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por Radio Cañón en el 760 de amplitud modulada.

 

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