En el Ojo del Huracán Sigue Estando el Tren Maya, Pero… 

NIDIA MARIN

En el México actual hay prioridades. No, no son los mexicanos, ni los guerrerenses, ni los acapulqueños, afectados por el meteoro. No, sigue siendo el capricho llamado Tren Maya, depredador de la selva, otro tipo del ojo del huracán mexicano.  

Sí, allá en el Zócalo, el mandamás no quita el dedo del renglón, ni por el destructivo Otis, aunque se haya llevado el tren a decenas de mexicanos. Lo importante para él sigue siendo el Maya… los demás no existen. 

¿Será lo mismo para los trabajadores ferrocarrileros?

Aunque lo dude… ahí está, ahí está… el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, nacido hace 90 años (1933) y con 13,000 afiliados hasta el pasado enero, según dijo su líder de hace décadas Víctor Flores Morales. 

¿Tiene que ver con el Tren Maya? No se sabe, pero guarda silencio… por si las moscas. 

Muchos presidentes de México tuvieron que ver, para bien o para mal, con los ferrocarriles. Sí, desde que Anastasio Bustamante otorgó la concesión de construcción de la primera línea ferroviaria en nuestro país en 1837, varios de los 87 mandatarios (los hubo que repitieron varias veces como mandamás) tuvieron que ver para bien o para mal con los ferrocarriles… el actual también.

Después del gran avance en el siglo XIX, ya en el XX durante el proceso revolucionario, aseguran los historiadores, fueron destruidas el 40% de las líneas y el 60% del equipo rodante. La movilidad de las personas y el transporte de carga se redujo al mínimo, dando prioridad al transporte de tropas. Sí, dicho transporte jugó un papel principal.

Como han pasado los años… Tras la contienda revolucionaria, Lázaro Cárdenas los nacionalizó. En 1938 surgió Ferrocarriles Nacionales de México, transporte que, durante los siguientes sesenta años, como se ha dicho, fue un factor dominante en la infraestructura y desarrollo del norte de México. 

En este 2023 se cumplieron los primeros 150 años de la puesta en marcha del Ferrocarril Mexicano, por parte del entonces presidente de la República Sebastián Lerdo de Tejada

Décadas más tarde, Ernesto Zedillo privatizó los ferrocarriles y los vendió, mientras que, en 2001, durante el gobierno de Vicente Fox se anunció la desaparición de aquel organismo privatizador.

Hoy es el Día del Ferrocarrilero y del tren, de tal manera que, seguramente, en Palacio Nacional estarán de manteles largos porque su habitante de paso, indudablemente lleva un empresario ferrocarrilero escondido muy adentro. No, no es un trabajador.

Y por cierto, el que circula por México no es el tren de la democracia, tras talar la selva para salirse con la suya, sino  el tren de la autocracia que, por cierto, es la practica actual en aquel edificio del zócalo, desde donde se lanzan mentiras y agresiones contra aquellos que se atreven a disentir de sus locuras, barbaridades y abandonos… como el de Acapulco.

Pero al ferrocarril consentido que ni se lo toquen… Aseguran los estudiosos que el año pasado nueve relatores especiales y un grupo de trabajo de derechos humanos de la ONU, advirtieron que el Tren Maya podría poner en peligro los derechos de los pueblos indígenas y otras comunidades, sus tierras y los recursos naturales, los derechos culturales y el derecho a un medio ambiente sano y sostenible.

Pero, para ya saben quién eso no importa. El Tren Maya es un megaproyecto de su gobierno con participación del sector privado que contempla 1500 kilómetros de vías férreas tendidas a través de península de Yucatán y los dos estados del istmo de Tehuantepec, en el sureste del país.

 En un comunicado conjunto, los expertos internacionales, destacaron que, dado que el gobierno ha elevado al Tren Maya a la categoría de proyecto de seguridad nacional, puede derogar la aplicación de las salvaguardas ambientales y sociales, y afirmaron que esta clasificación no permite que México eluda sus obligaciones internacionales de respeto de los derechos humanos de las personas afectadas y de protección al medio ambiente.

Se habló de la creciente participación del ejército en la construcción y gestión del proyecto, lo que también “suscita gran preocupación”.

A nombre de los pueblos indígenas se dijo que, como proyecto dirigido por el Estado, el gobierno mexicano debería tomar medidas adicionales para garantizar el respeto de los derechos humanos y el medio ambiente.

Los expertos resaltaron que se debe respetar el consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas.

Pero en el Zócalo no respetan nada, el habitante hace lo que se le da la gana.

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