Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
En spots de Morena se escucha que la transparencia es parte de su actuar.
Sin embargo, la opacidad oficialista es mayúscula.
Del Poder Ejecutivo Federal se sacaron de la manga que las obras públicas del gobierno federal son “de seguridad nacional” por lo cual no se puede, por ley, dar información. Los hurtos son considerables y hasta la debilitada Autoría Superior de la Federación, los ha detectado y dictaminado que “existen observaciones”.
Presuntamente los diputados representan al pueblo. Sin embargo, en la discusión sobre el Presupuesto de Egresos de la Federación, se ratificó por los legisladores oficialistas que la opacidad junto con la manipulación forman parte de su maleta –no de billetes, que las usan, sino de la transparencia- de obediencia hacia el huésped temporal de Palacio nacional.
La propuesta que descorrió el velo se llama: disponer de los fondos del “robaproa” que suman casi 50 mil millones de pesos y que se pagan a los banqueros, para dedicarlos a la reconstrucción de Acapulco, aunque falte más dinero.
Dos diputados, los coordinadores del PRI y del PAN, Rubén Moreira y Jorge Romero, exigieron que la votación del tema se registre en el tablero electrónico que, por ley, debe ser utilizado para que se conozca quienes votaron por el sí y quienes por el no.
Esto provocó el zipizape entre legisladores de la alianza Juntos Haremos Historia –Morena, PT y PVEM- y los de coalición Va por México –PAN, PRI y PRD y sin ser parte se suma MC- porque los primeros quieren “votación a mano alzada”, algo que heredan del jefe de la banda –presidencial- para tapar quiénes votaron en contra de la propuesta de los segundos.
Está claro que el gobierno federal ha ordenado a sus lacayos –como los llama el periodista Miguel Ángel Rocha Valencia- esconder los nombres de todos los diputados de su alianza, para que las oposiciones no hagan leña del árbol caído.
¿Por qué ocultar decisiones trascedentes y hacer públicas las que solamente benefician el dueño del malestar?
La Ley Orgánica del Congreso de la Unión y los reglamentos interiores del Senado y la Cámara de Diputados establecen que las votaciones, salvo causa mayor –que no haya energía, se haya descompuesto el sistema- deberán ser registradas en el tablero electrónico.
El propio huésped de Palacio Nacional ha utilizado fotografías de las pantallas en donde aparecen los nombres de los legisladores con sus votos, a favor o en contra, bajo el argumento de que el pueblo tiene el derecho a saber cómo actúan sus representantes.
Ahora que se trata de una propuesta que sorprendió a los oficialistas –como Otis lo hizo con la llegada con el pasmado gobierno federal al llegar a Acapulco-, los diputados oficialistas no tuvieron, no tienen, argumentos para impedir la transparencia del voto.
¿Temen que algunos de los diputados del oficialismo voten a favor de la propuesta?
¿O que la gente sepa que están protegiendo los intereses de los banqueros, algunos de ellos muy “amigos” del presidente?
Saber quiénes están en favor de los damnificados, no es delito. Sí lo es para el amo de los lacayos.
Esta opacidad es producto de la reyerta que mantiene el huésped temporal en Palacio Nacional con el INAI. Aborrece rendir cuentas y más aún tener que dar explicaciones de la forma en que irracionalmente gasta los dineros de los contribuyentes, porque no son propios, no salen de sus abultados bolsillos.
PD: si tiene necesidad de que le arreglen un refrigerador, no acuda a una empresa pomposamente llamada Servicio plus y que presume estar certificada por Profeco. No reciben pagos con tarjetas, cobran todo en efectivo; no dan recibos por el dinero que se les entrega y no emiten facturas. Tip: para el SAT que anda tan preocupado por cobrar a los pequeños y deja a los lagartos actuar con impunidad.
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