*El Ausente, Aquel que Representa la
Gloria, Porque no Existe
*Están los que Tienen el Mandato del
Hambre, la Guerra y la Muerte
*En sus Corceles, Rojo, Bayo y Negro,
Viajan; y el Blanco, no se Mira
JOEL ARMENDÁRIZ
Guerra, Hambre y Muerte están presentes en Acapulco y en 47 municipios. Sus habitantes padecen los efectos de quienes montan los corceles rojo, bayo y negro, aparecen de la nada y cumplen las órdenes establecidas en el pergamino de los siete sellos.
Sí, son los jinetes del Apocalipsis que arribaron a Acapulco y sus alrededores, horas después de Otis. Aprovechan los destrozos, el hambre, la muerte y la guerra entre los propios habitantes que pelean por la caja en donde están las despensas, las botellas que llevan el agua potable, las mantas para cubrirse.
A 12 días de recibir la indeseada visita de Otis, cerca cientos, miles de personas deambulan por las destrozadas calles, avenidas, playas. Son parte de la comunicad de Acapulco, formada por cerca de un millón de personas cuyas actividades principales son los servicios turísticos en hoteles, restaurantes, renta de motos acuáticas, traslado en yates para recorrer 17 kilómetros, centros nocturnos. Buscan comida. Exigen agua. Al hambre se suma la inminente crisis sanitaria por los cerros de basura contaminada.
Aunque la guerra es entre grupos criminales, personas inocentes caen en las refriegas. Los disparos son parte del sonido cotidiano de Acapulco. Y se escuchan lo mismo en Renacimiento que en la Zona Diamante. La Costera es testigo de las ejecuciones desde automóviles y motocicletas. No hay lugar seguro. Familias atacadas cuando comen o cenan. Sujetos enjoyados y con brillantes en dientes, orejas y nariz, han caído bajo el fuego del adversario. Las policías, estatal y municipal, rehúyen su responsabilidad de brindar seguridad en sus vida y pertenencias a quienes habitan o visitan el llamado por décadas “La Perla del Pacífico”.
LA LUZ SIN
ENCEDERSE
Cuando han transcurrido casi 300 horas del inicio de la tragedia y aunque la Comisión Federal de Electricidad se ha esforzado en restaurar la energía eléctrica, falta mucho por encender.
La empresa afirma llevar el 95 por ciento de conexiones, pero la realidad nocturna muestra otra imagen: apenas se miran algunas zonas iluminadas… mal iluminadas pero con energía eléctrica.
Y sin luz, no hay telefonía. Y sin luz, no hay hospitales trabajando a su capacidad. Y sin luz, los amigos de lo ajeno mantienen su labor de zapa. Ya no saquean comercios. No hay nada que llevarse.
La falta de energía les pega a los locatarios de dos mercados que siguen operando. Sin luz no hay refrigeración y sin refrigeración se descompone la carne, el pescado, el jamón. Los enlatados faltan y los precios han aumentado desproporcionadamente.
Sin telefonía celular operando a su máximo, son miles de usuarios los que están impedidos de hacer o recibir llamadas. Incluso, los mensajes de WhatsApp no se reciben con facilidad. La carencia del suministro eléctrico impide recargar las baterías. Empresas como Walmart y Telcel, han instalado puestos de recarga y con wifi operando para que los usuarios tengan oportunidad de tener comunicación con sus familiares.
Ya operan 39 gasolinerías aunque las filas para medio llenar el tanque de los vehículos no se han reducido.
La telefonía fija, que ha pasado a segundo término en importancia por la presencia de los móviles, tampoco está funcionado al ciento por ciento, acaso a la mitad.
El transporte urbano comienza a regularizarse. Sin embargo, en las colonias alejadas del centro de Acapulco, aún no hay suficientes corridas. La gente que habita en los alrededores, siguen enclaustrada. Los taxistas cobran lo que quieren y los colectivos hacen lo propio.
LA INVISIBILIDAD DE
LA GUARDIA NACIONAL
Desde el inicio de la catástrofe, la lentitud con la que las fuerzas federales hicieron acto de presencia, permitió la rapiña de comercios, almacenes, tiendas de conveniencia, restaurantes, robo de cajeros en todos los bancos.
El gobierno federal anunció el envío de 8 mil soldados y 2 mil elementos de la Guardia Nacional. Los primeros para poner en marcha el Plan DNIII y los segundos para realizar operaciones de seguridad y vigilancia.
Sin embargo, el rescate de personas y rehabilitación, en la medida que se puede, de calles, es virtualmente desconocida. En la avenida Vicente Guerrero se acumulan toneladas de lodo al igual que en la Costera Miguel Alemán.
La Guardia Nacional parece ser invisible y solamente se miran algunos elementos junto con los de Marina, en las playas pero no en recorridos por las zonas que aún viven en penumbra.
Sí, los tres jinetes del Apocalipsis están presentes.
Falta el que representa a la Gloria, de la que están necesitados casi un millón de personas.