*Petrificar la Cultura, Monopolizar el Pensamiento Político
y Esclerotizar a la Sociedad, Tentación de la 4t
*Existen Quienes Quisieran que Fuera una Ínsula y Frenar
el Arribo de Ideas, Conceptos y Movimientos
*Imponer una Cortina de Nopales, Aduana o Censura Para
Preservar Tradiciones de Usos y Costumbres
EZEQUIEL GAYTÁN
Con motivo del 12 de octubre o Encuentro de Dos Mundos me preguntaron si México tiene identidad. Mi respuesta fue afirmativa y ahora pormenorizo algunos motivos por los cuales sostengo dicha idea. De entrada, la concepción generalizada de la identidad es una expresión que articula la individualidad y, a la vez, la pertenencia a un grupo o sociedad debido a características históricas, culturales, intereses y anhelos. Es una afirmación dialéctica ya que el intercambio biunívoco de mixturas culturales y de tradiciones constantes la retroalimentan y es cambiante. Además, la identidad no es algo uniforme, ni homogéneo y de ahí que incluye convergencias, divergencias y disrupciones. La identidad puede referirse a microcosmos como sería el caso de los aficionados a un equipo de futbol y sus colores o a un macrocosmos como es la nacionalidad e incluso llegar a extremos como el acendrado nacionalismo o el fundamentalismo religioso.
Dicho lo anterior, me concentraré para fines de este artículo en la identidad que me interesa: la mexicanidad. La cual es por un lado estable y se sostiene en muchos sentidos en los usos, costumbres y tradiciones, así como en la idea de un futuro en común. Por el otro lado es cambiante y versátil, sobre todo ahora que la globalización es cada vez más influyente debido a las tecnologías de la información y las comunicaciones. Por eso más que hablar de la identidad mexicana en términos de una generalización, considero que podría ser más atinado aludir a las identidades poliédricas mexicanas debido a lo extenso de nuestro país, las diferentes formas de colonización de lo que hoy es el territorio, las mixturas e intercambios culturales y artísticos con otras naciones y al creciente comercio internacional.
Hay quienes quisieran que México fuese una ínsula a fin de que no lleguen a nuestro país ideas, conceptos, filosofías y movimientos sociales de otros lados del planeta. Desean imponer una cortina de nopales y algún tipo de aduana o censura a fin de que se preserven intactas algunas tradiciones, usos y costumbres. Esa idea de negar los intercambios culturales entre pueblos imperó en los regímenes socialistas europeos en la segunda mitad del siglo pasado. También ese conservadurismo lo vivieron las dictaduras militares de derecha latinoamericanas. Con lo cual queda claro que no es un problema de izquierdas o de derechas la idea de anquilosar la identidad de una nación. Consecuentemente el deseo de petrificar la cultura, monopolizar el pensamiento político y esclerotizar a la sociedad es una tentación gubernamental autoritaria en la cual, mucho me temo, ya cayó nuestra actual administración.
La gestión del presidente López Obrador alude en términos ideológicos a su idea de que la raíz de la mexicanidad es ante todo y sobre todo mesoamericana y por eso alaba a los pueblos originarios, se disfraza literalmente con vestimentas que considera indígenas y alude a símbolos prehispánicos como el bastón de mando. Reniega de las raíces españolas y es manifiesto su repudio a figuras históricas como Cristóbal Colón. Pero no es capaz de comprender que la mexicanidad y sus identidades son precisamente el sincretismo. Peor aún, no entiende que las vestimentas que se pone no existían antes de 1521 y que los usos y costumbres que tanto dice defender son producto de tres siglos de convivencia de dos culturas. Incluso es importante señalar que la ropa y los sombreros que hoy utilizan los pueblos indígenas son de algodón egipcio, que los instrumentos musicales, fuera del caracol marino y unos cuantos más, son de origen europeo, que los sombreros con listones no son prehispánicos, por citar algunos ejemplos. Es cierto que mucho de lo que somos es debido a la espada y la cruz, de ahí que también la identidad mexicana es una conjunción de yuxtaposiciones violentas y amalgamas religiosas complejas. Pero el titular insiste en regresar a los usos y costumbres de 1810, léase a poco antes de la colonia. Lo cual me parece absurdo. Que quede claro, prácticamente no hay registros de la vida en Mesoamérica antes de la llegada de los europeos y lo que hoy es la mexicanidad y sus identidades son productos siempre inacabados y siempre cambiantes.
La lealtad a una idea inexacta de la historia que se quiere cincelar desde el poder como si fuese un monolito de piedra no rompe cadenas, ni es libertaria. Lo que rompe las mentes de ideas fijas es la armonización de algo viviente como son las diversas identidades de los diferentes pueblos que integran una nación. En especial casos como la mexicanidad que en gran medida se fundó también con raíces místicas y míticas. La identidad mexicana es la suma de identidades regionales y globales. Por eso la fecunda lo diverso que somos y deseamos ser va más allá de lo que propone desde la cúpula un gobierno y una quimérica idea de transformación.