Presidente de Tiempo Parcial

 

*Justificaciones de Párvulo por la 

Entrega del Bastón de Mando

 

*Sí, Pero el PRI Robó más, Explica

Para Salvaguardar el Saqueo

 

* Frases de Todos los Presidentes en

las Redes Sociales Globales

 

*La Idea Extremistas: Todo o Nada que

Produce División y Encono

 

*Abrió el Debate y Desenterró el Esqueleto

Putrefacto de la Democracia Transgredida.

 

POR EZEQUIEL GAYTÁN  

 

El pasado 19 de septiembre leí una nota en la cual el presidente López Obrador se quejaba debido a que el Instituto Nacional Electoral (INE) le pidió que retirara de las redes sociales la fotografía en la cual aparece él entregándole un bastón de mando a la señora Sheinbaum. La reacción presidencial fue de enfado, pues sabía que dicha petición era jurídicamente correcta y que se trataba de un acto anticipado de campaña electoral. No obstante, su defensa y justificación fue, desde mi punto de vista, la de un párvulo al que lo sorprenden robando un chocolate en la tienda de abarrotes de la esquina. Léase argumentó que “fue después de las 21:30 horas, que las redes sociales no le cobran por publicidad y que el acto no fue en el Palacio Nacional”. Con dicha excusa carente de racionalidad y respeto a las leyes electorales el presidente considera que puede violar la ley fuera del Palacio Nacional. A su parecer nuestro primer mandatario se enviste de presidente a partir de las siete horas cuando empiezan sus conferencias mañaneras y deja de serlo después de las nueve de la noche. 

Por lo visto el señor López Obrador considera que su cargo es de tiempo parcial, que no gobierna para todos los mexicanos y que puede realizar actos anticipados de campaña mediante subterfugios y eufemismos. Lo cual es grave, pues su deber ser es ver por el bien de toda la población, aunque no toda haya votado por él. Pero el tabasqueño insiste, cuando así le conviene en manifestar que su responsabilidad política, jurídica, económica, social y administrativa es de tiempo parcial. De hecho, ya nos había alertado acerca de su dogmatismo maniqueísta cuando en alguno de sus discursos nos planteó la dicotomía de que se está con la cuarta transformación o se estaba en contra de ella. Lo cual es a todas luces una amenaza política propia de un gobierno de corte autoritario. Él no entiende que algunos mexicanos si lo apoyamos cuando su tesis es darle prioridad a la pobreza, pero disentimos cuando argumenta con tono arrogante su menosprecio al Estado de Derecho y nos arroja a la cara expresiones tales como “y no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”.

 

PREOCUPA EL

CDESPLANTE

El limitado razonamiento presidencial y su falta de sentido común han llegado a rayar en lo grotesco cuando exclamó en alguna ocasión “si, pero el PRI robó más” o “que los pobres son como pequeños animalitos a quienes hay que proteger y cuidar” o “con la delincuencia abrazos y no balazos” o “yo tengo otros datos”. De ahí que son preocupantes sus desplantes cínicos dada su falta de lógica formal. Es cierto que no se puede ser lógico todo el tiempo. Tampoco es posible exigirle a un primer mandatario que no duerma, no descanse, no tome vacaciones, no se enferme y no diga sandeces. Esa idea de infalibilidad es absurda y en la biografía de todos los gobernantes les encontramos claroscuros. 

Las frases y las torpezas de los presidentes de casi todos los países del mundo se encuentran en las redes sociales. Las excepciones existen en donde imperan regímenes de corte fascista y estalinista. De ahí en fuera las sociedades democráticas sistematizan y publican en distintos medios de comunicación frases absurdas semejantes a las que ha expresado nuestro presidente.

Andrés Manuel López Obrador sabe que es el presidente de todos los mexicanos, también sabe que su investidura va más allá de las puertas del Palacio Nacional y que es presidente todos los días y a toda hora mientras dure su mandato. Por lo que califico su justificación de irracional e incluso de caprichosa. Es decir, no supo cómo salir del embrollo jurídico-político y al sentirse arrinconado se hundió más. 

Dice la voz popular que “a palo dado ni dios lo quita” y esa sentencia popular es obvia y sabia. Nos dice que lo consumado es irreversible e irremediable y, por lo mismo, la justificación pueril presidencial respecto a la entrega del bastón de mando no es un acto de campaña quedará asentada en los anales de la historia antidemocrática de su gobierno. Rompió los principios de igualdad y equidad. Adelantó ilegalmente los tiempos de campaña presidencial, pue sabe bien que el cargo conferido a la señora Sheinbaum de “Coordinadora en defensa de la cuarta transformación” sólo es una mascarada en tiempos que no son de carnaval. Más aún, él ya vio que su corcholata favorita no levanta y no apasiona al auditorio que la escucha. Por eso recurre a excusas leguleyas y coyunturas legaloides que la encumbren. Lo peor es que ahora el presidente ya sabe que ya no podrá detenerse y tendrá que seguir asesinando a la ley electoral. Sus argumentos no son explicaciones, sino justificaciones y mentiras que en lo posible encumbren a su candidata y él pueda instaurar su Maximato. Las ambiciones personales de un hombre insatisfecho con la vida, aunque haya logrado la presidencia de la República, sólo nos demuestran sus flaquezas, lobregueces y resentimiento social.

Las frustraciones del licenciado López Obrador constituyen una presidencia nublada y desolada. Por más intentos que hizo no logró materializar la prolongación de su mandato, tampoco consiguió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados en la segunda mitad de su mandato, ni obtuvo el consenso a fin de que las modificaciones constitucionales en materia de su Reforma Política y la militarización de la Guardia Nacional fructificaran. Llama la atención que en su mundo le pesen más sus fiascos que sus triunfos. Su idea extremista del “todo o nada” lo llevan a una intensidad oscura surcada de pesadillas que no merecemos los mexicanos.

METAFÍSICO CINISMO

DE COLABORADORES

Los subterfugios presidenciales e incluso necedades a fin de que su movimiento social se perpetúe en el poder arrastran a sus colaboradores a compartir esa especie de cinismo metafísico de violar las leyes. De ahí que son capaces de secundarlo en esa atmósfera opresora de la ilegalidad y enmascararse de indignación porque el INE los sujeta al Estado de Derecho. Peor aún, le festejan y aplauden su argumentación de ser presidente de tiempo parcial. 

Morena y su caudillo están decididos a lograr la consecución de sus objetivos sin importar los medios. Su interpretación unidimensional de que la política es amoral y de que los escrúpulos son estorbos de la clase conservadora los arrastran al mundo de lo irreal y lo real lo condenan. No son capaces de ver, ni por asomo, que un Estado se funda en las leyes y en sus instituciones. De ahí que la trama de la entrega del bastón de mando y su consecuente ilegalidad no debiera tener más comentarios. Pero fue el presidente López Obrador quien abrió el debate y desenterró el esqueleto putrefacto de la democracia transgredida.

El tema es serio porque esa violación presidencial a las formas políticas y a los tiempos electorales arrastra a una confrontación entre el oficialismo y la oposición que podría llevar al hartazgo social y la consecuente indolencia cívica de no acudir a la cita electiva el próximo dos de junio. Más aún, en los hechos ya iniciaron las campañas electorales y queda claro que el titular del Poder Ejecutivo Federal, en lugar de comportarse como un estadista y asumir una postura impasible, se volcará a apoyar con todo el aparato del Estado a su candidata y, por lo visto, sus desplantes antidemocráticos los realizará frente a la puerta central del Palacio Nacional después de las nueve de la noche. 

El presidente López Obrador nos muestra un rostro que revela su falta de ética política y su pasión por la politiquería, eso que tanto esgrime en sus discursos en contra de la oposición, ahora son sus características. Nos muestra, ahora que empieza a menguar su tiempo sexenal, y con él, la profundidad abismal de su espíritu desarmonizado y desaseado de la cultura política que los ciudadanos demandamos de nuestras autoridades. 

Los conceptos, las formas, los cuidados y los deseos democráticos de una sociedad son realidades que se forjan y moldean mediante los acontecimientos de la vida cotidiana y, por lo mismo, el camino de la configuración política es inconstante y su trazo es accidentado; eso es innegable. Pero ese no es pretexto para voltear atrás y reaccionariamente recrear un partido hegemónico de Estado. Sinceramente no veo la utilidad práctica de reandar lo ya recorrido bajo la evasiva de que ahora ese sendero será terso. En honor a la verdad eso es pasado y ahí debe quedar. Ahora el reto es fortalecer el pacto social y fortalecer el contrato plebiscitario democrático que anhelamos. Sin embargo, difícilmente lo vamos a lograr con un presidente coordinador de la campaña presidencial de la señora Claudia Sheinbaum.  

No espero de un presidente la perfección, pero si le pido uso de la razón, del sentido común, de la permisibilidad a la autocrítica, que escuche a la oposición y, sobre todo, que respete a la democracia, a la vida institucional y al Estado de Derecho.  

 

   

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