El Lamentable Espectáculo en  los Partidos Políticos Mexicanos

 

SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS

Cualquier lector no partidista de este artículo coincidirá, más o menos conmigo, en que los múltiples aspectos que rodean la vida electoral en este México contemporáneo están definidos por un marasmo jurídico, un laberinto reglamentario, de prácticas sesgadas, influyentismo que proviene de las más altas esferas del mundo empresarial-político-presidencial, amén de un discurso chato que refleja una cortedad de miras y falta de perspectiva histórica. En síntesis, en el México contemporáneo la democracia es un asunto todavía por construirse y cuyas desviaciones/faltantes -aunque ha habido importantes avances desde el sexenio de Ruiz Cortines- han sido producto de las malas prácticas de los actores señalados líneas arriba. Hoy, respecto al procedimiento adoptado por el Frente Va por México y el Frente por de la Defensa de la 4T, y ello lo hemos podido apreciar los ciudadanos con cultura política y sentido común, ha sido desde su inicio hasta los resultados la imposición de las dos respectivas candidatas (Xóchitl y Claudia). Un espectáculo de “caraduras” como dirían los argentinos, de hipocresía en su máxima expresión, de declaraciones desvergonzadas como la del priista Moreno (08.08.23) que sacrificó a Paredes porque sabía que la maltrecha estructura del PRI era, si la ponían a moverse, más que suficiente para obtener muchos votos que le habrían dado el triunfo a doña Beatriz sobre la señora X.

¿Qué va a pasar con MORENA y las impugnaciones de Marcelo Ebrard? No lo sé este día cuando estoy escribiendo el presente artículo. Sin embargo, para explicar el marasmo y espectáculo dado por ambos frentes, voy a detenerme en algunas causas que a mi juicio vician a la totalidad de los partidos políticos mexicanos. El primero y por su evidencia no necesita mayor comentario es que en países no democráticos o insuficientemente democráticos como México, los partidos políticos son obra, proyecto y visión de una determinada persona: Madero, De la Huerta, Calles, las reformas realizadas por el general Cárdenas y la escisión priista de Cuauhtémoc/Muñoz Ledo, el civilizado izquierdismo de Heberto Castillo y por último la ruptura perredista que llevó a la aparición del Movimiento acaudillado por López Obrador. Por el frente de la derecha sin duda Gómez Morín y “los padres fundadores” del PAN fueron los que concibieron un partido que se enfrentara a los excesos de una revolución que se estaba corrompiendo. Lo peor en el escenario mexicano son la aparición, financiamiento público millonario y desaparición de muchos partidos que los podemos llamar como “partidos SA de CV”, propiedad de algún bribón y que por su efímera vida y nulidad electoral no vale la pena mencionarlos. En la coyuntura 2023/2024, el papel que puede jugar Movimiento Ciudadano, es como en la actualidad está sucediendo en las morrocotudas negociaciones del “socialista (sic)” Pedro Sánchez con Carlos Puigdemont y su partido independentista JUNTS. Pero volvamos al tema original de estas reflexiones.

El “lamentable espectáculo de los partidos políticos mexicanos” con el que se titula este artículo tiene su origen profundísimo en que, ni ayer ni hoy, el PRI, PAN, MORENA -por mencionar a los más importantes- han carecido de un padrón confiable de sus agremiados. De los “revolucionarios”, hubo tiempos en que se creía muchísimos mexicanos lo eran, pero no se sabía cuántos. De mediano plazo, “los adalides” panistas se quejaron desde los tiempos de Calderón, que el padrón de los azules lo habían rasurado y luego inflado para favorecer a los candidatos de la estructura partidista que hoy sigue dominando al PAN. Y respecto a los guindas, “la izquierda” siempre se ha caracterizado en ser opaca en dicho tema, favorecer las purgas políticas y sus miembros -como los progresistas desde el tiempo de la Revolución Francesa-, ha materializado la tendencia innata a subdividirse, al canibalismo político cuyas consecuencias favorecen a los diestros, como le sucedió al chileno Salvador Allende, a propósito de los 50 años del golpe de estado perpetrado por el general Pinochet. 

Repetimos: la falta de un confiable padrón partidista donde solo los agremiados debieron votar a sus candidatos ha provocado que los dos Frentes recurran a “la ciudadanía” -cualquiera que ésta sea- y donde evidentemente fueron las cúpulas interesadas quienes se impusieron. Imagínese estimado lector que usted vive en un residencial y exclusivo condómino horizontal o vertical, se convoca a una reunión de condóminos para discutir asuntos como el mantenimiento de la alberca, de las áreas verdes, de los faltantes en el gimnasio, de la necesidad de pintar los inmuebles y dos asuntos medulares: reformas a los reglamentos y elección de la nueva mesa directiva. ¿Quiénes deben asistir a la reunión y votar? Obviamente, solo los que viven en el condominio y han pagado sus cuotas. No deben participar los que pasan por la calle, no deben participar los vecinos de enfrente aunque pudiera haber problemáticas comunes. En fin, y para no cansar al lector, yo vería con mucha sospecha si la mesa directiva del condominio abriera la discusión de asuntos que me competen “a la ciudadanía” que ni sabe, que no le compete y que puede estar interesada en que la pinta de los inmuebles se la encarguen al “compadre del tesorero” con un sobreprecio.       

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