¿Y si Marcelo se va? Hipótesis

David Martínez y Carlos Rivera

Desde hace varios días que se habla de una ruptura en MORENA entre el bando de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. Es más, se dice que AMLO no ha cumplido con Marcelo. Y sí, había un acuerdo tácito desde 2012 cuando las encuestas—aquellas sí más confiables y certeras—arrojaban un resultado cerrado entre López Obrador y Ebrard quien se hizo a un lado para dejarle la candidatura a AMLO confiando en que el tabasqueño lo apoyaría en 2018 o en 2024 para ser candidato presidencial. Hoy que se dan a conocer los resultados del proceso interno de MORENA para elegir a su coordinador de la Defensa de la Cuarta Transformación, resulta interesante analizar algunas hipótesis acerca de la figura de Marcelo Ebrard y los potenciales efectos de su posible ruptura con MORENA.

La realidad es que, en 2015, después de que AMLO rompiese con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Marcelo no lo acompañó. Él mismo sostiene en su libro que consideraba que AMLO estaba equivocado en esa decisión. Quizá por eso desde el inicio del actual sexenio, López Obrador tuvo en su mente y en su corazón a Claudia Sheinbaum como su sucesora para 2024 y no así a Marcelo Ebrard.

Y por razones de peso: Marcelo aparecía como un eficiente colaborador, sí, pero no como uno leal. Por la cercanía y el afecto que le tiene a Sheinbaum, porque sabe que es la única que seguiría con su proyecto de Nación y porque—se puede aventurar la hipótesis–este escenario no era el verdaderamente importante, pues lo que se busca en realidad es dividir el voto opositor rumbo a la elección presidencial de 2024.

Intentaremos explicarlo: hablar de un “obradorismo sin Obrador” es muy complicado. Pero repetir el crecimiento electoral que logró MORENA entre 2018 y 2023 es casi imposible en la circunstancia actual.

Un análisis realista indicaría que, aunque ganar la Presidencia de la República en 2024 no está en riesgo para MORENA, sí lo está el obtener la mayoría calificada en el Congreso; lo cual es necesario para el éxito del próximo gobierno.

Algunos datos para considerar:

  1. Obviando que una elección legislativa no es igual a una presidencial, hay que decir que los votos obtenidos por MORENA en el pasado proceso electoral de 2021, casi 16 millones de sufragios, parecerían ser suficientes para ganar la elección si es que esta se divide a tercios en lugar de ser un choque frontal entre MORENA y la alianza PAN, PRI y PRD; la cual, pese a todos sus errores y sus pésimos dirigentes (Cortés, Alito y Chucho), logró obtener poco menos de los 16 millones de votos que MORENA y sus aliados. No es un dato menor.

  2. Es en este escenario donde cobra especial importancia la figura de Movimiento Ciudadano (MC) y su negativa de ir en alianza para conformar un gran bloque opositor para luchar contra MORENA, línea que es impulsada por su cacique y dirigente nacional, Dante Delgado. Lo primero: es estratégico convertir a MC en el tercero en discordia.

  3. Llegamos así al escenario llamado ruptura pactada, a todas luces un nuevo acuerdo entre López y Ebrard. En este escenario, MC da cobijo a Marcelo, quien, incluso, se convierte en el candidato presidencial de una hipotética alianza entre MC y—quizá—el Partido Verde para así dividir (aún más) a la oposición y dejar que sea el voto duro de MORENA y el PT el que saque adelante la postulación de Sheinbaum, “pierdan el Congreso” aunque con legisladores con el sello “lopezobradorista” quienes, una vez ungidos, se suman en bloque a MORENA y al PT para así poner en marcha el denominado “Plan C” del presidente López Obrador. Marcelo se convertiría, pues, en el factor de gobernabilidad.

Pero para llegar a eso, hay que pasar por una elección. Reflexionemos, entonces, acerca de una posible postulación de Ebrard por MC: ¿a quién le quita votos Marcelo, a Sheinbaum o a Xóchitl?

En primera instancia, la lógica parecería indicar que una candidatura de Marcelo Ebrard por MC le quitaría votos a Xóchitl Gálvez puesto que ambos apelan prácticamente al mismo mercado electoral, ese de clases medias y altas que se concentran principalmente en los grandes centros urbanos en donde López Obrador y su MORENA, han perdido popularidad.

En este escenario, la postulación de Marcelo Ebrard como parte del bloque opositor le allanaría el camino al presidente y a su candidata, Claudia Sheinbaum, en tanto que MC obtendría los votos suficientes para ser segunda fuerza electoral en el país. No es un mal resultado para Dante.

Pero también se puede razonar en el sentido contrario: similar en su estructura, aunque menos favorable al lopezobradorismo, en el que, al obtener la candidatura presidencial por MC, Marcelo Ebrard le reste votos a MORENA de aquellos electores de ciertos sectores—mayoritariamente urbanos, escolarizados e informados—cuyo descontento con el presidente López Obrador ha ido creciendo a lo largo de su sexenio, los llamados desencantados. Así, el riesgo de la ruptura pactada es que derive en un escenario de alta polarización, donde la elección presidencial de 2024 se gane por un margen estrecho. Arrebatarle estos electores al presidente López Obrador, Claudia y MORENA no sería uno despreciable.

Como siempre, será el futuro quien nos comprobará la solidez o debilidad de estas hipótesis.

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