*Y Aquellas Pequeñitas Caminan Paso a Pasito Hacia el mar en Bacocho
*Grupos de Voluntarios se Han Dado a la Tarea de Cuidar los Nidos
*Tratan de Lograr la Supervivencia de Estos Quelonios al Evitar Venta de Huevos
*Golfina, Laúd Verde y Carey son las que Liberan en Aquella Playa del Pacífico
SUSANA VEGA LÓPEZ
Enviada
PUERTO ESCONDIDO, Oax.- Al llegar a Bacocho, una de las playas cercanas a Puerto Escondido, sopla un viento muy peculiar que hace un efecto especial: el aire levanta la arena café que se convierte en diminutas agujas que golpean los brazos, las piernas, la cara, el cuerpo todo. Los asistentes tratan de protegerse, se voltean, se cubren con lo que tienen a la mano; se ponen los lentes de sol.
Una extraña sensación que aguantan los presentes. Todo con tal de ver, de presenciar, de contemplar la liberación de tortugas.
Se dice que fueron contemporáneas de los dinosaurios; es el animal más longevo de la tierra; algunas especies viven de 100 a 200 años; si bien el hábitat de algunas es en el agua, salen a la tierra para desovar (de 4 y hasta más de 100 huevos que, cuando eclosionan, su tamaño es de 4 centímetros); su caparazón se compone de 50 huesos; si tiene vientre plano es hembra; si es cóncavo, es macho.
Sin lugar a dudas, una de las experiencias más emotivas es la liberación de tortugas marinas, mismas que sólo volverán a la tierra en su etapa adulta, cuando regresen a desovar.
Las primeras en eclosionar ayudan a las demás a salir del huevo para, juntas, caminar hacia el mar; aunque en algunas zonas, como en playa Bacocho, grupos de voluntarios se han dado a la tarea de cuidar los nidos que las tortugas hacen en las playas para, en la medida de lo posible, ayudar a su supervivencia.
Y es que la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales tomó cartas en el asunto porque no había límite de permisos para la liberación de estos quelonios que son resguardados en campamentos tortugueros.
Indispensable resulta el cuidar de los huevos con el fin de que no sean robados para su venta porque, dicen, es un buen alimento rico en la gama de vitaminas B, esencial para el sistema nervioso; además de la A, E y D que ayudan a fortalecer la visión, a prevenir el envejecimiento, y al crecimiento de las uñas y el cabello. También su contenido de omega 3 reduce el colesterol y los triglicéridos. ¡Y hasta dicen que son afrodisiacos!
CONTEMPLACIÓN
AL ATARDECER
El pasado mes de agosto en playa Bacocho tocó liberar a la tortuga golfina, “porque a estas orillas llegan a desovar, también, la verde del Pacífico, la laúd y la carey, esta última en peligro de extinción”. Así lo explicó el joven Julio César Antonio Cervantes, quien no obstante encontrarse muy apurado en la organización de esta carrera de supervivencia, de lucha por la vida, atendió a las preguntas de Misión Política.
La cita para ver este espectáculo natural es en punto de las seis de la tarde. Se realiza el registro de las personas que vivirán esta experiencia que conmueve; se les pone un sello en el brazo para que los organizadores estén ciertos de que ya pagaron y, con lo recaudado, ayudarse y continuar con el cuidado de los tortugueros.
Enseguida, una plática que antecede a la liberación. “Aquí vienen muchos turistas nacionales y extranjeros por lo que se deben formar dos grupos para que se les hable en español o en inglés”.
Atentos, los asistentes se enteran de lo que es el hábitat de las tortugas, qué comen, cuánto viven, por qué ya no se permite que las toquemos, y, lo más importante: el cuidado del medio ambiente. Educar a la sociedad de lo que representa la ecología.
Después, una fila para pasar, en orden, a tomar una tortuga que reposa en una bandeja, en una canasta.
Julio César, originario de Bajos de Chila, San Pedro Mixtepec, Oaxaca, explicó que “ya sólo es la observación debido a la inadecuada manipulación de las tortuguitas porque los participantes, al sentir el movimiento del animalito en la mano, en muchas ocasiones, les daba nervios y dejaban caer al reptil; otros más, sobre todo los niños, las aventaban sin medir las consecuencias”.
Recuerda que “algunos trataban de tocar sus patitas, su cabeza o su colita y eso no se debe hacer porque, generalmente las personas traen las manos untadas de bloqueador solar o repelente de mosquitos que dañan al animal. Además, se dice que forman apegos con las tortugas”, incluso, afirmó “se tomaban fotografía con flash, que lastima los ojos de los quelonios”.
CARRERA
POR LA VIDA
Llegado el momento, comienza, al unísono, la liberación. El ver caminar rápida, torpemente, a la tortuguita que te ponen enfrente, es emocionante. Despierta sentimientos de ternura; las caras de los participantes reflejan asombro. El tiempo transcurre despacio, lento, a paso de tortuga que lleva mucha prisa por llegar al mar donde se sentirá a salvo a pesar de que muchas de ellas servirán de alimento para otros animales marinos… pero ellas son bebés y no lo saben, sólo su instinto les indica que deben apresurar el paso.
Así, Dereck Manuel vio partir a “Veloz” (nombre que le puso a su tortuguita) porque, a decir de él, ella caminó rápidamente hacia el mar. “Me dio mucho gusto, fue toda una campeona”, le comentó a su madre, para agregar que “la tortuga de al lado fue muy lenta y enseguida salieron dos cangrejos a atacarla; primero la cargaron y ella luchó por zafarse y lo logró, pero de inmediato otra ola la regresó a la playa y volvió a exponerse al peligro de sus depredadores… Me puso triste porque no puedes hacer nada, debes dejar que ellas luchen, que lleguen al agua… pero no lo lograba, así que comenzamos a gritarle que caminara rápido, que se apurara…”
En tanto, una pareja comentó que ellos tuvieron la oportunidad de ver eclosionar huevos de tortuga en una playa de Cancún. “Yo que no ví nacer a mis hijos tuve la oportunidad de ver nacer a muchas tortugas, a cientos… no sé cómo pude contener las lágrimas de la emoción que me causó”, dijo él.
Para presenciar la liberación de tortuguitas se debe aportar una donación económica de 150 pesos por persona.
En otros años, reitera, los visitantes podían tomar una tortuguita en su mano y llegar a la orilla de la playa para ver su curso hacia el mar; ahora no, ya no es permitido porque son muy sensibles y les causa estrés, o porque el ser humano le puede transmitir alguna enfermedad o viceversa. Ahora, se les da la tortuguita en una canasta o en una jícara.
Cabe señalar que estos reptiles pueden estar hasta ocho horas bajo el agua.
Al referirse a su natal Bajos de Chila, Julio César dijo que es un poblado con muy pocos habitantes y que muchos vecinos salen a realizar otras actividades, como el voluntariado, que les permite su estancia.
“Me gusta estar aquí. Aquí comemos, trabajamos, dormimos, convivimos con mucha gente y conocemos más culturas”, dijo.
Y como en Bacocho, en las playas de México hay muchos lugares donde se puede vivir esta experiencia. ¡No te la pierdas!