¡Paren al ganso!

Yo Campesino

*Más allá del odio que exuda contra el desarrollo, la ciencia y la vida, hunde a México

Miguel A. Rocha Valencia

La necedad de hacer rentable el aeropuerto de Santa Lucía y obligar a las líneas aéreas a mudarse a Tizayuca mediante nuevo decretazo del mesías tropical para disminuir las operaciones aéreas en el terminal Internacional de la Ciudad de México de 52 a 43 por hora, lo pone en riesgo de caer como el más importante de Latinoamérica y a las empresas las colocará en peligro de quiebra.

Este sería el segundo recorte que aplica el ganso a las operaciones del AICM bajo el pretexto de una saturación de personas, pero no de tráfico, ya que este se ajustó hace un año cuando se bajó de 61 aterrizajes y despegues por hora a 52, con lo que con el nuevo, ya son 18 menos cada 60 minutos y eso representa una reducción de 462 por días, es decir al menos 231 vuelos diarios, que ya quisiera el AIFA en uno de sus mejores días ya que actualmente ni siquiera alcanza los 54 que se pretendían cada 24 horas, por lo que debe ser subsidiado con dos mil 600 millones de pesos para este año.

En tanto al AICM le escamotean 200 millones de dólares anuales del TUA para pagar el crédito vigente de cuatro mil 600 millones de dólares de la “Fibra Verde” que se canceló y estaba contratada para la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de Texcoco. Es dinero era el que se destinaba para mantenimiento de la actual terminal y hoy se suma al hoyo de 600 mil millones de pesos que costó el capricho del mesías tropical.

Con ello, el AICM de acuerdo a Carlos Ignacio Velázquez Tiscareño sólo cuenta el presupuesto que se le asigna desde el gobierno y ajusta a los gastos mínimos, pero no para ampliaciones y demás mantenimiento. Por ello la ampliación o reconstrucción de la Terminal Uno, se quedó en pendiente a pesar de su urgencia para aliviar una sobre saturación anual de 10 millones de usuarios que bien podrían disminuir si se sacaran de ahí oficinas administrativas y por qué no, al menos la mitad de los comercios y servicios adicionales que ahí ocupan lugar.

El nuevo decreto deja desarmados a todos y peor cuando el caudillo de Macuspana afirma que las aerolíneas no quieren cooperar y a la mejor tiene razón, pero la saturación de personas poco tiene qué ver con los vuelos, ya que sobre base de mentiras se pretende descalificar a las empresas acusándolas de que en el pasado recorte simplemente contrataron aviones más grandes, cosas que es mentira; simplemente llenaron más las naves al haber menos vuelos.

Un avión no se cambia de un día para otro máxime en la Ciudad de México donde incluso las naves deben tener las capacidades necesarias para acceder sin problemas a la altura de la capital del país. Ejemplo claro de ello es Volaris que debió adquirir equipos con mayor potencia y obvio más consumidores de combustible cuando tomó como base el aeropuerto de Toluca, a lo cual renunció por los problemas de conectividad y costos. Por eso se concentró en la AICM.

Hoy se enfrentan al mismo problema igual que las otras cuatro empresas que tiene vuelos nacionales regulares. Irse al AIFA les reducirá la clientela, y como la entrada en vigor del decretazo es en octubre, enfrentarán problemas con sus reservaciones. Lo más seguro es que cancelen vuelos poco rentables y elijan quedarse solo con los premium como Cancún.

Esto es que algunas entidades quedarán incomunicadas o simplemente tendrán menos frecuencias de vuelos con lo cual se afectará su crecimiento y desarrollo o integración a la vida nacional. Lo peor es que ni siquiera hubo tras la decisión del caudillo de Macuspana una mesa de diálogo al menos con la International Air Transport Association (IATA) ni mucho menos con las empresas nacionales y las organizaciones de pilotos, sobrecargos y personal en tierra, donde seguro el desempleo va a pegar.

Porque irse al AIFA costaría caro a las aerolíneas hoy obligadas a tener vuelos en esa terminal, aunque sean incosteables. Los comisariatos serán afectados y ni hablar de los usuarios. Se olvidaron que la gente que vuela no vive en Tizayuca o en la zona de dominancia de Hidalgo, sino al sur, tanto en la Ciudad de México como estados circunvecinos. De hecho, ese fue el fracaso de Toluca que hoy sólo sirve a aviones privados y algunos de carga, así como es el Felipe Ángeles.

Al no haber excusas técnicas diferentes a las existentes en el primer recorte de operaciones, el estudio de Capacidad del Espacio Aéreo y Lado Aire del AICM con que la autoridad intenta justificar el nuevo recorte, le echan la culpa a una “configuración de aeródromo, tiempos de ocupación de pista durante despegue y aterrizaje, intervalos de separación, restricciones en las calles de rodaje, así como la composición de la flota de las líneas aéreas”,

Pero no habla nada de inversiones, adecuaciones o algo físico. Esta vez ni siquiera hacen referencia a alguna recomendación del SENEAM y su control del tráfico aéreo y es que la verdad según  nos dijeron los enterados, la orden surgió desde el trono de Palacio Nacional. “la forma de obligar a las empresas aéreas para que trasladen operaciones al AIFA es cancelándoles operaciones”. Y por eso el decretazo sin tomar en cuenta a nadie, como es costumbre del ganso, que para eso es presidente y puede hacerlo.

No le importa si con ello se causa mayores problemas al país, al desarrollo y la ciencia, si al hoyo financiero del NAIM le echa más dinero del ya tirado a la basura, si el daño para México en materia aérea se vuelve irreversible, si tendremos consecuencias internacionales, si se dañarán sectores como el turismo, estados de la República o empresas. El chiste es salirse con la suya, no importa el costo para la Nación.

Ese es el ganso, la chachalaca de Macuspana quien ya lo dijo: «lo mejor es que falta lo peor». Lo veremos.

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