Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Una omisión garrafal tendrá que resolverse con algo que llaman “transitorio”.
Al inicio del segundo periodo de la LXV Legislatura, todos los legisladores de los partidos que conforman el Congreso de la Unión, deberán corregir el empalme que se registraría el uno de septiembre de 2024.
Al realizarse la reforma política de 2014 se corrió la fecha de toma de posesión del Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicano y quienes escribieron, dictaminaron y aprobaron los cambios no observaron que los legisladores seguirían en sus cargos, porque fueron elegidos por 5 años. El Jefe del Ejecutivo por única ocasión durará en el cargo 5 años y 10 meses. Al huésped de Palacio Nacional le acortaron el poder y, eso esté usted seguro, no le agrada. Sin embargo, así lo establece la Constitución y tendrá que apechugar.
El tema se ha dejado para el último momento, aunque los congresistas tendrán tiempo, si lo quieren hacer, porque todavía a la LXV legislatura le quedan dos periodos ordinarios. El que inicia este jueves y el siguiente que comienza el primero de febrero y culmina el 30 de abril.
Algunos comentaristas han señalado que la urgencia de corregir el error se debe a que “en septiembre habrá dos congresos”. No explican que se trata de septiembre pero del 2024. En las elecciones del primer domingo de junio del próximo año se renovarán las cámaras del Congreso de la Unión y los 628 legisladores que cobrarán todavía en agosto del próximo año, dirán adiós. Muchos de ellos se reelegirán mediante la vía plurinominal, lo que cual permite la ley y será, en el caso de los senadores, la segunda y única reelección y para los diputados todavía les quedará dos legislaturas, porque se empatan los años de ejercicio. Es decir, 12 ininterrumpidos, claro, si el voto los favorece.
En las pasadas elecciones, cuando terminó la LXIV legislatura y dio inicio la LXV, por primera ocasión en los últimos 84 años, toda vez que en 19 se abolió la reelección y en 1934 se renovó por completo el número de legisladores.
Desde la Constitución de 1857 se legisló para que los congresistas pudieran reelegirse por tiempo indefinido. El hueso se acabó con la reforma aprobada en la Convención de Aguascalientes.
De acuerdo con las crónicas parlamentarias de aquel año, la medida se tomó porque quienes conforman las dos Cámaras se reelegía una y otra vez, en ocasiones pasando de una a otra, lo que impedía el surgimiento de cuadros que, también habían participado en la sacrosanta Revolución Mexicana y reclamaban el derecho de estar representando al pueblo y el Pacto Federal.
Durante décadas estuvo viva la discusión para retomar las bases constitucionales de 1917 y que los legisladores hicieran carrera política y obtuvieran los conocimientos para hacer y aprobar leyes que sirvieran al país.
Todos los intentos toparon con pared.
En 1964, durante el periodo ordinario, la mayoría encabezada por Alfonso Martínez Domínguez, aprobó la reformar el artículo 59 y permitir la reelección. Sin embargo, en el Senado de la República se desechó sin darle primera lectura.
Para quienes están preocupados porque en “septiembre –es decir, a partir de pasado mañana-, hay que recordarles que será hasta el próximo año que se elija el nuevo Congreso federal y por tanto, ya podrán dormir tranquilos.
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