¿Y la economía?

Yo Campesino

•  Corcholatas y frentistas hablan de un México mejor, pero sin dinero ¿Cómo?

Miguel A. Rocha Valencia
Más allá del baño de sangre que dejará más de 200 mil asesinatos en el sexenio, la sobretasa de mortandad y caída de cuatro años en la esperanza de vida, la entrega de la tercera parte de territorio al crimen organizado, la falta de medicamentos, la destrucción de instituciones y el crecimiento de la pobreza sanitaria, quien gane la presidencia en 2024 se enfrentará a un México con la mayor deuda de su historia, instituciones semiderruidas y un régimen de corrupción.
Quien resulte triunfador de las federales de 2024 tendrá ante sí un país sin crecimiento al que las instituciones financieras extranjeras y nacionales miran con desconfianza ante la duda si será más del legado del ganso o habrá certeza para invertir de manera directa en obra y empresas.
La diferencia entre Morena y el Frente Amplio será ese: el rumbo que tomará el país, si es de recuperación o de mayor pobreza, endeudamiento y corrupción e impunidad protegidas desde Palacio Nacional. Claro, la 4T podría tener una redefinición y en vez de seguir consigna, hacer gobierno propio, pero le será difícil sacudirse la directriz de quien se afirma “El proyecto soy yo”.
Por lo pronto, a poco más de un año la deuda pública de México con todo y que de acuerdo al ganso de Macuspana no se pediría prestado, alcanza casi el 52 por ciento del PIB nacional con más de billón 300 mil millones de pesos que se acumularán este año, cifra que podría crecer dado el pago de intereses que están por arriba del 10.5 por ciento (CETES) y que al menos en la más reciente colocación de bonos del 24 de agosto sumaron 470 mil millones con premios de entre 10.95 y 11.48 por ciento.
Son los intereses más altos pagados en las últimas dos décadas y obvio, impactarán en la disponibilidad de dinero para inversión o gasto corriente del gobierno, ya que previo a la emisión mencionada arriba, en el primer semestre ya se había contratado otros 496 mil 860 millones de pesos que representó 38 por ciento más que en el mismo lapso de 2022.
Esto es que en menos de siete meses se colocó deuda por cerca de un billón de pesos y aún faltan los meses “duros” de menores ingresos. Tal vez por eso la urgencia de apretar a deudores y elusores que tienen pendientes, según el SAT, por cerca de 400 mil millones.
Es decir, pareciera que a la administración del caudillo de Tepetitán le urge conseguir dinero al costo que sea para sostener el llamado “gasto social”, los programas clientelares, aunque ello signifique el pago de más de 553 mil millones de pesos en intereses, es decir casi la sexta parte del Presupuesto de Egresos.
Eso significa que además el mesías tropical seguirá “apretando” a las instituciones como el poder Judicial, INE, Tribunal Electoral y demás para conseguir dinero que le permita una “cama” de dinero para apoyar a su corcholata en las elecciones de 2024. La deuda la pagarán quienes vengan, incluyendo los más de 110 mil millones de dólares de Pemex donde el hoyo crece incluso por el subsidio a gasolinas que ya rebasa los 500 mil millones de pesos.
El caso es que el dinero se hace escaso y caro y por eso los aumentos a la deuda ya que en términos reales los intereses aumentaron 230 por ciento en los últimos tres semestres, además de que se abrió la llave del endeudamiento.
La nota positiva sería el superávit de la cuenta corriente de México que alcanzó seis mil 247 millones de dólares al segundo semestre de este año, aunque si se compara con los 20 mil 289 millones de dólares en déficit de enero a marzo pasados, entonces se habla de una recuperación, lo cual resulta interesante pues habla de una nueva dinámica en la economía. Claro es temprano para hablar de ello hasta en tanto no se despejen incógnitas en torno a la decisión de 2024.
Otro factor de riesgo es que para intentar mantener una disminución en la inflación (aunque ya no bajen los precios) es que Banxico mantendrá las tasas altas que encarecen el dinero y con ello el pago del servicio de la deuda se mantendrá alto, por arriba del 11 por ciento.

Al final del sexenio mucha deuda, poco dinero a inversión y lo que se sume. El panorama no es fácil para quien llegue si realmente quieren sacar a México del hoyo en que se encuentra.

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