Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Todo iba bien hasta que la ciudadanía dejó fuera de la competencia a los dos representantes del PRD en la búsqueda de avanzar a la segunda ronda del Frente Amplio por México.
La postura de Silvano Aureoles es de pena a ajena y la de Jesús Zambrano produce nausea. La de Miguel Ángel Mancera fuera de lugar y probablemente menos estridente.
Quienes participaron en la primera fase para convertirse en el “Representante” –la ecuación es candidato a la Presidencia en 2024- y sus jefes –los dirigentes de los partidos políticos- sabían a la perfección los requisitos para avanzar después de recopilar las 150 mil o más firmas que les daban acceso a la segunda etapa.
Indispensable: que las firmas provinieran de cuando menos 17 entidades.
Y Mancera y Aureoles en efecto lograron reunir más firmas de las requeridas como mínimo.
¿Entonces por qué están fuera?
Porque las consiguieron en la Ciudad de México y en Michoacán y algunas entidades cercanas a sus cotos de poder. No completaron el número mágico: 17 entidades.
Y Aureoles, quien podría encajar en el cuadro de impresentable después de su mandato en Michoacán, anunció que irá al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para reclamar su expulsión.
Desde la formación del Frente Amplio por México, se afirmó que la decisión para contar con un candidato competitivo frente a la corcholata de Morena que surja para suceder al huésped de Palacio Nacional, sería de la sociedad civil y no de los dirigentes de los partidos.
Si los ciudadanos, a quienes les llegaron los mensajes de los 11 aspirantes que participaron en la primera ronda y que cada quien hizo lo que pudo, no respondieron a la oferta que les que hacían, simplemente ejercieron su derecho de no otorgarles su firma para que siguieran en la competencia.
Reclamar la exclusión, declarar la “pausa” hasta conocer la información “precisa” del Comité Organizador para saber si se continúa o no en el proyecto, como lo anunció Zambrano es una traición a los ciudadanos.
De suyo se sabe que el capital político del PRD está por llegar al final. Las últimas elecciones, 2 presidenciales y 4 legislativas, mostraron que en el otrora partido que aglutinó a las izquierdas y se convirtió en referente de la oposición, definieron su futuro. La necedad de sentir que el partido les pertenece a los dirigentes y no a los militantes, simpatizantes y adherentes ha conducido al ente en un fantasma que no asusta a nadie… excepto a los que quieren mantenerse en el juego político que les proporciona prerrogativas.
Si algo habría que criticar en la organización del sistema para elegir al o la candidata, es la ausencia de representantes de la sociedad civil.
Aquí lo advertí desde el inicio: todo sonaba bien siempre y cuando los dirigentes de los partidos: Marko Cortés Alejandro Moreno y Jesús Zambrano sacaran las manos y dejaran que la sociedad civil decidiera.
Ya decidió.
Y dejó fuera a quienes no les inspiró confianza para llevarlo a la segunda fase y después a la primera rumbo a la candidatura presidencial.
Por lo demás, quienes pasaron a la segunda ronda fueron los esperados. No hubo sorpresas y el torbellino X siguió arrasando. Los ciudadanos le respondieron con amplio apoyo. Beatriz, Santiago y De la Madrid vinieron de atrás y lograron el pase.
¿Quién se vaya para que solo tres debatan, tampoco estará de acuerdo?
O es o no una decisión de los ciudadanos.
No atender sus deseos, es traición a la sociedad civil que cobrará en las urnas de las egocéntricas posturas de los que están fuera.
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