Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Cuando habla de la pensión universal se le llena la boca de satisfacción. Dice que todos los adultos mayores de 65 años la reciben. Y ahora que se confirma que solamente en los Banco del Malestar se podrá cobrar el recurso bimestral. Se revela que solamente 9 millones 202 mil 519 derechohabientes y beneficiarios ya han recibido su tarjeta.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía actualmente están censados 15 millones 140 mil adultos mayores, de los cuales 18 mil 925 rebasan los 100 años, según los registros del Censo Nacional de Población y Vivienda 2020, del INEGI.
¿Qué implican estos números?
Casi 6 millones de adultos mayores no reciben la pensión pomposamente llamada “universal”.
Sorprenden los datos oficiales sobre la cantidad de recursos destinados a las pensiones de los adultos.
“En el 2022 el gasto asignado a este programa fue de 238,000 millones de pesos, al tiempo que en el 2023 se propone destinar 335,500 millones de pesos, lo que implicaría un aumento de 34.3% en términos reales frente a lo asignado en el 2022”, puntualiza la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Si la estimación presupuestal contempla los 15 millones 140 mil adultos y solamente 9 millones 202 mil la reciben al tener su tarjeta del Banco del Malestar ¿dónde queda el dinero de los otros 6 millones de adultos?
Ariadna Montiel, secretaria del Malestar, al confirmar que el 31 de julio, decir, ayer, fue fecha límite para que los beneficiarios recojan su tarjeta para poder cobrar.
La exdirectora de RTP, ratificó que el convenio que el gobierno federal tenía con las instituciones bancarias fue temporal y se estableció mientras el Banco del Bienestar abría más sucursales en el país, pero esta colaboración ya no está vigente.
Desde los primeros días de julio, quienes tienen tarjeta del Banco del Malestar, vivieron en carne propia lo que es un calvario. Como se ha publicado en este mismo espacio, dos amigos del que esto escribe cuyos apellidos comienzan con la letra M, debieron recibir el día 11 su pensión. Comentaron en aquel entonces que por regla acudían a los bancos comerciales al día siguiente y no tenían problema para cobrar y gustosos pagaban la comisión de 35 pesos por la operación. Extrañamente bancos como HSBC, Scotiabank, Santander, entre otros, ya no aceptaban la tarjeta plástica. Después de tres intentos aparecía el mensaje en el cajero automático: operación no válida.
Todavía los bancos Bancomer, Azteca y Banamex siguieron dando el servicio.
Hasta ayer. Hoy en ningún banco privado podrá retirarse la pensión “universal”.
Las dos personas que vivieron en el infierno durante cinco días, recurrieron a cuando menos 7 sucursales del Banco del Malestar y en todos había largas filas de adultos que pretendían recoger el dinero que les correspondía y llevaban horas formaos. Algunos se acercaban a preguntar a los empleados de la institución quienes, eso sí, amablemente, les decían: no ha llegado el transporte que trae el dinero… quizá en una hora más.
Y finalmente no llegaron los custodios con las bolsas de lona para rellenar los cajeros. Fueron cinco días para cobrar.
Y probablemente quienes brindaron la información no tengan la necesidad imperiosa de cobrar para comprar sus fármacos, comida y pagar la luz. Otros, en cambio, dependen de la pensión para sobrevivir.
En lo personal, ignoramos si en la Ciudad de México hay suficientes sucursales para atender a los poco más de 1.2 millones de adultos mayores. Concediendo sin aceptar la existencia, la pregunta obligada es: ¿habrá dinero en ellas para que cobren los beneficiarios?
Por lo demás, sería sano transparentar –algo virtualmente imposible- de parte del gobierno honesto, austero y humanista, los recursos asignados al programa de adultos mayores.
Todos saldríamos de duda.
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