El Cambio Forzado del Trabajo en  Casa Tras el Golpe del Covid

A la Vuelta de la Esquina

 

IVÁN RUIZ FLORES

Hay hechos fortuitos que son innegables y el gran ejemplo del siglo en marcha es la pandemia que azotó al mundo cuando aún no concluía la segunda decena de años.

Pocos creyeron en la gravedad del problema de salud y continuaron en sus trabajos normales, hasta que las organizaciones de la salud del mundo intervinieron para explicar los numerosos contagios en los diversos países. 

En el orbe, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, sólo 10 naciones de las 195 existentes no padecieron la pandemia. Sí, Vanuatu, Palaos, Tonga, Micronesia, Samoa, Islas Marshall, Tuvalu, Islas Salomón Nauru y Kiribati no registraron casos.

Pero los habitantes de las demás naciones debieron ajustar sus formas de vida y de ejercicio gubernamental a los nuevos requerimientos.

Así, en el mundo alrededor de 78% de servidoras y servidores públicos estaban trabajando de manera remota, al menos parte del tiempo en el año 2022 (Global Government Forum, 2022), “porque la pandemia provocó cambios a largo plazo en el futuro del trabajo”. 

Así lo plantea la doctora Carla Angélica Gómez Macfarland, en su investigación “Teletrabajo en el Sector Público”, en el cual explica la encuesta llevada a cabo entre el 26 de enero de 19 de febrero de 2022, en 10 países (Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Nueva Zelanda, Italia, México, Australia, República Dominicana, Brasil y Colombia), fue Canadá la nación que registró “el porcentaje más alto de empleados gubernamentales que trabajan fuera de la oficina con un 70 %, mientras que el 19 % tiene un arreglo de trabajo híbrido” (Global Government Forum, 2022). 

Advierte, que tales cifras pudieron cambiar posterior a la emisión de la guía (de la OIT) sobre el regreso de miles de servidoras y servidores públicos a sus cargos de manera presencial.

En cuanto a México, la doctora Gómez Macfarland, dijo que se han realizado investigaciones para conocer la perspectiva de las personas que laboran en el servicio público, analizando elementos “relacionados…entre el valor público percibido por los empleados del gobierno como resultado de la implementación emergente del teletrabajo durante la pandemia de COVID-19” (Becerra J.A. et al, 2021); y han señalado que éstas valoraron positivamente la experiencia del teletrabajo vivido a partir de la pandemia en nuestro país, haciendo énfasis en elementos como el uso de las tecnologías de información y comunicación y su potencial para hacer más eficientes los procesos gubernamentales y otros factores que impactarían, de manera positiva, la generación de valor público”.

Ella menciona, además, que otros investigadores realizaron hallazgos respecto al teletrabajo al exponer que “el rol de satisfacción en el trabajo, el compromiso organizacional y el burnout incrementaron la productividad de empleadas y empleados en sector público durante el teletrabajo en la pandemia”. 

Aclara: “Por último, no debe reducirse al teletrabajo como “trabajo en casa” implementado de manera improvisada en la pandemia y debe aprenderse de la relación entre organizaciones y empleados para evitar vicios y abusos de ambas partes”. 

Además, menciona en 2021 a Fonseca quien señaló “…tenemos una oportunidad única para acelerar transformaciones importantes porque ahora se tiene un conocimiento colectivo de lo que es posible, lo que es necesario, lo que sale mal” en torno al teletrabajo.

Además, el mencionado investigador precisó que el 86% de gerentes estuvieron de acuerdo en que la pandemia era el tiempo correcto para discutir modelos nuevos de trabajar porque las cosas estaban frescas y no se podía volver atrás. 

EL MUNDO COMO LO

CONOCÍAMOS CAMBIÓ

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ante el reto que fue para el mundo trabajador la pandemia ha realizado diversas investigaciones y, por ejemplo, en la publicación denominada “El teletrabajo durante la pandemia de COVID-19 y después de ella” exponer:

“Sin duda, hemos adoptado la forma de trabajo más inusual de esta generación. El mundo, tal como lo conocíamos, se detuvo abruptamente a principios de 2020 y los gobiernos, informados por la ciencia, tuvieron que aplicar medidas drásticas para salvar vidas. El reto para los responsables políticos es cómo seguir protegiendo la vida y la salud de las personas sin, a su vez, causar un daño irreversible a la economía. Las medidas que garantizan el distanciamiento físico -el cierre de escuelas, la suspensión de vuelos, el cese de grandes reuniones y el cierre de lugares de trabajo son solo el comienzo de la lucha contra el virus y sirven únicamente como herramienta para frenar su propagación.

Asimismo: “La flexibilización de las restricciones no debería poner en peligro la vida de las personas, ni conllevar el riesgo de que se produzca una nueva oleada de infecciones. Sobre todo, dado que algunos predicen que una segunda ola podría ser incluso peor que la primera, que ya ha llevado la capacidad de atención sanitaria más allá de sus límites y ha puesto a los trabajadores de primera línea bajo un riesgo y una presión considerables”.

Y ofrece ejemplos, del resultado de las directrices de confinamiento decretadas por los gobiernos: casi 4 de cada 10 empleados en Europa comenzaron a teletrabajar. El aumento más significativo del teletrabajo tuvo lugar en los países más afectados por el virus y en los que el teletrabajo estaba bien desarrollado antes de la pandemia. 

Explica: “En Finlandia, cerca del 60 por ciento de los empleados pasaron a trabajar desde casa. En Luxemburgo, los Países Bajos, Bélgica y Dinamarca, más del 50 por ciento, en Irlanda, Austria, Italia y Suecia, alrededor del 40 por ciento de los empleados teletrabajaban. En esos países, menos trabajadores vieron una reducción en su tiempo de trabajo. 

Mientras, en Japón, señala la OIT “…según una encuesta del Ministerio de Tierras, Infraestructura, Transporte y Turismo, menos del 13 por ciento de los trabajadores de todo el país pudieron trabajar desde casa en marzo de 2020 debido a una serie de factores, entre ellos el amplio uso del sello Hanko1 , un sello personal que se utiliza en los documentos de oficina, los contratos, las solicitudes e incluso los memorandos, en lugar de las firmas, para cualquier artículo que requiera reconocimiento de autoría en lugar de una firma”.

En adelante, precisa: 

“Los empleadores deben tener en cuenta las perspectivas de los trabajadores en relación con los desafíos y oportunidades del teletrabajo (situación familiar y de vida, tipo de función, aptitudes, etc.). Los trabajadores y sus representantes deben participar activamente en el proceso de adopción de decisiones mediante un diálogo social constructivo que podrá adoptar diferentes formas, entre ellas las consultas, el intercambio de información o la negociación”.

Y remata: 

“Esta nueva era del teletrabajo requerirá un uso mucho más amplio de un nuevo tipo de gestión – basado en la confianza y en la obtención de resultados – y una nueva forma de trabajar – más autónoma, más flexible y mejor adaptada a las circunstancias y preferencias individuales de los trabajadores”.

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