Desorden Generalizado Cuyo Origen es la Notable Falta de un Estado de Derecho

Los Dados de Dios

*La Guerra Entre Narcos, sin Autoridades Competentes que la Impidan

*Los “Dueños” de los Corredores, Turísticos, Portuarios y Comerciales del Pacífico

*15 Agrupaciones Delincuenciales en Guerrero, Michoacán, Nayarit, Colima y Jalisco

*Existe el Quiebre del Contrato Social y del Marco L Legal y…Nadie Hace Nada 

NIDIA MARIN

Los “gobiernos fallidos” o “gobiernos débiles” se exhiben en toda su magnitud en dos entidades: Michoacán y Guerrero, presuntamente comandados desde el corazón de la nación por otro similar.

La definición más simple de un Estado Fallido es que se trata de un desorden generalizado cuyo origen es la falta notable de un Estado de Derecho y las consecuencias de ello. “Un estado de caos en el que no hay una autoridad legítima”, se precisa.

De ahí que…

¡Ahora la guerra se desarrolla en Guerrero! ¡Y los frentes se multiplican, no sólo en la zona de la Tierra Caliente en la entidad, sino también en la capital del Estado! La guerra entre narcos, sin autoridades competentes que la impidan, deja a la buena de Dios a los habitantes de la capital de la entidad y de los 81 municipios (de los cuales el 25% son gobernados por mujeres), en los que habitan 3.541.000 personas.

 La gravedad del asunto alcanzó a las autoridades y en entredicho están dos féminas: la gobernadora Evelyn Salgado Pineda y la alcaldesa de la capital, Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, pero también otros alcaldes. Todos, ellos y ellas acusados por los propios narcos, de diversos grupos, de haber negociado y de no respetar los acuerdos.

En esa entidad, con paraísos turísticos en total decadencia, como Acapulco, Ixtapa Zihuatanejo, Zicatela, Puerto Escondido y Zihuatanejo, operan aproximadamente 15 agrupaciones delincuenciales, en lo general narcotraficantes: Los Ardillos, Los Viagras, el Cártel del Sur, Los Caballeros Templarios, Gente Nueva, Guardia Guerrerense, Sangre Nueva Guerrerense, Los Cuernudos y, además, el Cártel Jalisco Nueva Generación, La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios, Los Beltrán Leyva, el Cártel del Sur, Los Rojos y Guerreros Unidos.

Muchos de estos grupos se han aliado y un buen número de militantes de los mismos han cambiado de camiseta narca, por conveniencia u obligados por las circunstancias, como son los constantes asesinatos.

Evidentemente, la lucha que se desarrolla entre los carteles y con intervención de muchos funcionarios públicos del gobierno estatal, así como de los diversos municipios de la entidad, es por alcanzar los sitios de mayores recursos económicos (mediante la siembra, la venta de estupefacientes, el pago de piso y la extorsión) en los diversos rubros, como son: el turismo, el comercio en general en todos los renglones, la siembra y cosecha de granos y el contrabando, sea de productos o de armas.

ABARCANDO PARTE 

DEL PACIFICO

Existe una vinculación y evidente presencia de estos grupos delincuenciales entre los que operan en Guerrero y los que controlan varias zonas de entidades del occidente de la República Mexicana, en un corredor marítimo, Turístico y de puertos en el Pacífico, (además de los citados de Guerrero), como son los ubicados en: Lázaro Cárdenas, Infiernillo y Playa Azul, en Michoacán; Manzanillo, en Colima; Tepic, en Nayarit; Puerto Vallarta, Mismaloya, Tenacatita, Barra de Navidad y Careyes, en Jalisco.

Desde luego sin tomar en cuenta la otra porción en el Pacífico desde Sinaloa y Sonora, hasta la Alta y la Baja California, con sus puertos y playas, porque ahí operan, como es muy conocido, otros grupos protegidos desde el centro de las decisiones en la Ciudad de México.

En México pues estamos viviendo las consecuencias de tener evidentemente un “Estado Fallido”, lo que se refleja en cientos de lugares de la República Mexicana.

En su trabajo “Estados Fallidos: definiciones conceptuales”, Gabriel Mario Santos Villareal, Investigador Parlamentario durante la LX Legislatura (en 2009) en los denominados Servicios de Investigación y Análisis de la Cámara de Diputados, escribió, por ejemplo:

“…algunos Estados son edificados para garantizar la seguridad del régimen vigente a expensas de la seguridad humana de sus habitantes”.

Y ciertamente: “Un estado fallido representa el quiebre del contrato social y del marco legal que lo sustenta. Un estado fallido es regresar a la situación que existía con anterioridad al contrato social. Significa la preeminencia del conflicto y la ausencia de consenso respecto al contrato social”.

Es claro lo que se está viviendo en México, donde los “municipios fallidos”, las “entidades fallidas” y el “gobierno federal fallido” tienen al país bañado en sangre, sin que haya esperanza alguna, por lo menos en los poco más de 15 meses que le restan al actual gobierno.

La corrupción política, los altos niveles de criminalidad, la delincuencia organizada, la inseguridad ciudadana, la pérdida (por parte del gobierno) del monopolio del uso de la fuerza y la ineficacia gubernamental son cuestiones que el gobierno por venir deberá resolver en beneficio de todos los mexicanos.

De ahí que el próximo gobierno debería comprometerse a fondo, ya que como señalan los expertos:

“En realidad, el desorden contemporáneo exige un compromiso decidido, reflexivo y responsable a favor de ‘otro mundo’ que ponga la seguridad humana en su línea de horizonte”.

 

  

 

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