Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Sorprende que algunos políticos, congresistas e integrantes de las granjas de bots que trabajan para la Presidencia de la República, hayan difundido en redes y en comunicados, que “nunca había visto una embestida tan feroz contra el presidente López Obrador”.
Traté de entender el mensaje y hurgué la información generada desde el pasado lunes para saber dónde, quién y cuándo comenzó la “embestida feroz”.
No halle nada que confirme la “queja-denuncia-defensa” que se hace del huésped temporal de Palacio Nacional.
Si embestida se califica cuestionar las acciones del gobierno, sí, las presumidas el pasado primero de julio a sabiendas de que se mintió de manera descarada, entonces sí debe admitirse el señalamiento.
Habría que ponderar lo escrito, lo divulgado en redes, lo escuchado a través del radio o lo mirado en la televisión para confirmar que, quienes defienden al ciudadano, están equivocados.
Nadie ha sugerido, siquiera, que abandone el cargo; nadie ha negado que algunos de sus programas sociales de bienestar funcionan. Hasta ahora solamente Francisco Céspedes le ha desea públicamente la muerte y la reprimenda de la señora esposa, es digna del diván del siquiatra.
Nadie ha callado ante lo evidente: desvío de recursos en las obras insignia que se encuentran protegidas por la aplicación ilegal de declararlas de “seguridad nacional” y tampoco se ha guardado silencio por los presuntos y comprobados- negocios de la familia real encabezada por los príncipes. Lo de Segalmex no es invento. Son los datos de la Auditoría Superior de la Federación cuando era independiente. Ahora ha cambiado. Los desvíos en la SEP también los descubrió la ASF.
Es lamentable que los políticos, cuyos nombres prefiero no escribirlo para no convertirlos en “víctimas de los medios”, salgan a defender lo indefendible. Es comprensible que, en aras de alcanzar posiciones o mantener las que tienen, y por la identificación personal-ideológica o convenenciera, pero ahora se pasaron.
Con la “campaña feroz de defensa” se confirma que el presidente mexicano está nervioso y no sabe como destruir al huracán llamado Xóchitl Gálvez, a quien descalifica desde el lunes en sus monólogos matinales.
El huésped temporal de Palacio Nacional sí ha emprendido una feroz campaña conta la senadora. Y se ha valido de todos los recursos que tiene a la mano y que son muchos, para su campaña de desprestigio. El uso de descalificaciones, la definición de que se trata de una oligarca, que por ser de un pueblo el pueblo no votará por ella, evidencian el nerviosismo.
Seguramente teme que el pueblo bueno le dé la espalda y que deje ser suyo, de su propiedad.
Es sus campañas, en su gobierno, ha utilizado a los pobres como estrategia política. Así lo ha reconocido públicamente. No es verdad, entonces, que tenga preocupación por los que menos tienen. Es amigo y protector de oligarcas, aunque lo niegue.
Si un personaje que afirma que el pueblo es su ángel de la guarda y por ello desapareció -en el papel, nada más- al Estado Mayor Presidencial, requiere de “ayuda” de sus partidarios-empleados, debe sentirse solitario. Vaya, hasta el alma lo abandonó.
Nada más adecuado para echar por tierra la indebida defensa de hechos inexistentes que el refrán:
“El que se ríe se lleva y el que se lleva se aguanta”.
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