Desplacemos el Obradorismo a la Derecha

Otra modesta propuesta: 

 

 

POR: CARLOS BORTONI

@_bortoni

 

A estas alturas del sexenio nadie puede dudar que en México el discurso hegemónico es el discurso de Andrés Manuel López Obrador, ese discurso que de forma ramplona la comentocracia iluminada y no tan iluminada llama obradorismo y que se resume –palabras más, palabras menos– en la idea de que el gobierno es el responsable de proporcionar una vida digna para todos los ciudadanos, lo que atraviesa por la redistribución de la riqueza y el poder económico; y se enfoca en el respeto a los derechos humanos, la inclusión social, y la implementación de una democracia directa mediante el uso de encuestas y consultas. Al mismo tiempo, el obradorismo tiene como ejes centrales el nacionalismo, la justicia social, la democracia participativa, el reformismo, la descentralización, el militarismo y el anti-neoliberalismo. Hasta aquí –insisto– nadie debería tener dudas, el obradorismo es la nueva ventana de la política nacional, es decir, el nuevo marco de referencia de las políticas que son aceptables de cara a la opinión pública, la ventana dentro de la que un político –de izquierda o derecha– se puede mover para no ser considerado extremista, peligroso. Este es el hilo negro con el que juega el pensamiento conservador, siempre luminoso en su profunda oscuridad, y es al que recurre para hilvanar su estrategia de cara a las elecciones de 2024. La clase privilegiada, representada por el siempre noble Claudio X y los esbirros del PRIANRD, en su infinita sabiduría, busca sacar a Morena de Palacio Nacional, a Morena, no al obradorismo, el obradorismo es algo con lo que tendrán que lidiar –pragmáticamente– durante algún tiempo, lidiar y desplazarlo, poco a poco, a la derecha, hasta que se encuentre tan a la derecha que deje de ser obradorismo.

 

Es por ello que los próceres del conservadurismo, las buenas costumbres, los valores familiares y todo aquello que aumente la plusvalía de los dueños de los medios de producción y evite la redistribución de la riqueza, lejos de seguir criticando las “mañaneras” de AMLO y querer cancelarlas, han cambiado de estrategia y buscan participar en ellas. Llenos de humildad y sin circo alguno de por medio, amparándose en la justicia justiciera del Poder Judicial, se presentan en las puertas de Palacio Nacional esperando ser recibidos con alfombra roja, bombo y platillo, esperando ser anunciados con trompetas y ovacionados mientras se recita su nombre y título nobiliario –que es nobiliario por su nobleza inmanente y por su sangre azul que los distingue de la plebe. Es por ello que, en un acto de creatividad democrática, disrupción política y emprendedurismo social, decidieron no imitar, imitando, el proceso a través del cual Morena elegirá al Coordinador Nacional de la Defensa de la Cuarta Transformación, esa insolencia ilegal y antidemocrática, para elegir al Responsable de la Construcción del Frente Amplio por México, esa genialidad legal y democrática. Elección que se realizará en prácticamente los mismos tiempos y a través de las mismas formas en las que Morena resolverá quien va a ser su candidato. Y que, sin embargo, será completamente diferente a la elección de Morena. Algo así como el Quijote de Pierre Menard.

En ese mismo sentido, se impulsa en espontaneo nado sincronizado que tanto gusta a la derecha PRIANRDista, el más reciente ensayo para candidato de la oposición, del ahora bautizado Frente Amplio por el México de los Privilegiados y Aspiracionistas que se sienten Privilegiados, la candidatura de Xóchitl Gálvez, esa mujer tan obradorista que no puede ser obradorista, tan de izquierda que es de derecha, tan preocupada por la justicia social que defiende la reforma energética de Peña Nieto. Xóchitl es un fenómeno político donde el conservadurismo aplica todo su conocimiento, sabiduría y reduccionismo para llevar el obradorismo a su mínima expresión, hacer una caricatura de él y buscar ganar la simpatía del electorado. Xóchitl es el entendimiento que tiene la clase privilegiada, que siempre es mejor que el entendimiento que podemos tener quienes vivimos al día, de lo que necesita el electorado para votar por alguien, un producto mercadológico que puede conectar con la base social, que está dispuesta a defender el apoyo a adultos mayores, jóvenes construyendo el futuro, becas Benito Juárez para niños, y que sostiene que los programas sociales son indispensables aunque represente a quienes sostienen que los programas sociales producen parásitos sociales.

 

Xóchitl es la reducción de México al lugar común del “mexican curios”, aparentemente franca y malhablada. Una mujer indígena que es capaz de hacer que conviva la lógica obradorista de “primero los pobres” con el échaleganismo más aspiracionista. Xóchitl es un mensaje sencillo que puede imbuir de esperanza a quienes no teniendo nada más que esperanza están dispuestos a votar por quien les dé un poco de esperanza.

 

Entrados en gastos: Si hacemos caso de lo que dice ese gigante que es Vicente Fox, gigante del oportunismo, la corrupción y la habilidad para entregar recursos nacionales a empresas internacionales, “Xóchitl es todo lo que Morena hubiera soñado: una mujer indígena, que viene desde abajo, que ha vencido todos los obstáculos, sin engañar ni traicionar a nadie. Es todo lo que el PAN hubiera soñado: una mujer capaz, generosa, con aspiraciones y exitosa. Es todo lo que hubiera soñado el PRI: una mujer heroica, valiente y revolucionaria. Es todo lo que el PRD hubiera soñado: una mujer de izquierda, inteligente, liberal, progresista. Es todo lo que MC hubiera soñado: una mujer atrevida, diferente, genuina”, deberíamos fusionar el Frente Amplio por México y la Defensa de la Cuarta Transformación y tener en Xóchitl una candidata única de un Frente de Amplia Defensa por la Cuarta Transformación de México, una candidata con la que se identifiquen todos los mexicanos, con esa habilidad que ha mostrado, en la imagen que se difunde en redes sociales promoviendo su candidatura, de maquillarse para verse más blanca y aplicar una buena dosis de fotochop, de tal forma que sin dejar de ser indígena –muy a la Porfirio Díaz– y conectar con la base, resulte más atractiva para nuestra euro mexicana clase privilegiada.

 

Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.

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