Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Morena apretó las tuercas de las oposiciones y las echó a andar.
Después de meses de “diálogo”, rompimientos, acusaciones, descalificaciones, los dirigentes, que no líderes, de la coalición Va por México llegaron a un acuerdo para contar con candidato presidencial rumbo a 2024.
De entrada, hay algunos elementos que suenan bien y colocan en primer plano a la sociedad; sin embargo, parecen pocos los representantes de los ciudadanos frente a los de los partidos políticos que, como es costumbre, tratarán de hacer valer sus ofertas, aunque no cuenten con el respaldo de los que, en el futuro cercano, serán los que decidan con sus votos la suerte del abanderado coalicionista.
Según comunicados partidistas conocidos el sábado, el método de selección estará integrado por tres etapas: en la primera fase los aspirantes, militantes de estos tres partidos o no, se registrarán ante una Comisión Nacional Organizadora, que estará integrada con seis representantes de los partidos políticos, y siete, de las organizaciones civiles y deberán reunir 150 mil firmas mediante sistema electrónico, mismas que serán revisadas hasta con lupa.
La segunda, se concentrará en estudios de opinión que permitan que queden tres finalistas, que serán los mejor posicionados, que pueden ser de los tres partidos, de la sociedad civil o de hasta otro partido.
Y en la última, los tres aspirantes participarán en cinco foros llamados “Diálogos por México”, que serán debates para exponer sus ideas. Posteriormente, estas personas serán sometidos a una consulta ciudadana y dos encuestas: cada una tendrán un puntaje de 50 puntos para tener un total de 100.
En la línea marcada por Morena -que abrió los ojos de las oposiciones y las hizo despertar-, la Coalición Va por México se adelanta a los tiempos legales marcados por el INE y el proceso a desarrollar tendrá nombre y apellidos: Construcción del Frente Amplio Opositor.
Quien resulte ganador en la consulta ciudadana, también tendrá nombre, aunque sin apellidos: “representante”.
Hasta ahí podría decirse que no es mala la propuesta. Habrá que esperar a saber quiénes se inscribirán, con qué propuesta concreta pretenden hacerse de la candidatura. Sabemos de tres docenas de nombres. Algunos con posibilidades reales de ser competitivos y otros, francamente causan tristeza y solamente están en el juego para obtener propaganda.
La explicación sobre el perfil del ganador, parece responder a las expectativas: “El perfil que resulte postulado por dicho método, deberá contar con solvencia moral y buena fama pública, así como capacidad de gobernar bien, generar condiciones para la existencia de gobiernos de coalición, compromiso con el fortalecimiento democrático, el federalismo y la separación de poderes, colocando a la ciudadanía como la primera beneficiada”.
¿Cuántos de los suspirantes cuentan solvencia moral y buena fama pública?
Sin descalificaciones para ninguno o ninguna, tendría que aplicarse a rajatabla la definición del perfil.
Aunque se ha informado que los gastos del proceso se subsanarán con recursos de las prerrogativas, por tratarse de una “actividad ordinaria”, no es del todo cierto. Sin embargo, Morena puso el ejemplo y lo toman los que abrazaban a Morfeo.
Habrá que conocer hoy las puntualizaciones del método y, en una de esas, a lo mejor aciertan y le llegan a la sociedad civil.
Ojalá.
Frenar el proyecto de destrucción llevado a cabo por el huésped temporal de Palacio Nacional y su, de su propiedad, suya de él, partido, es el reclamo de la sociedad y no solamente de la conservadora, fifí y presuntamente corrupta.
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