Christopher Lasch. La cultura del narcisismo. Ed. Capitán Swing, Madrid, 2023. 328 páginas.
DAVID MARKLIMO
Muchos analistas, al tratar de explicar el mundo en el que vivimos, hablan de la civilización del espectáculo, de aquello que produce fama y de cómo todo está orientado al entretenimiento. Bajo esa premisa, lo peor de nuestros días es el aburrimiento.
Ahora bien, es interesante preguntarse qué se necesita para tener éxito en un mundo que es un escaparate constante. La respuesta nos la da Christopher Lasch en su célebre ensayo La cultura del narcisismo, que acaba de reimprimir la editorial Capitán Swing. Aunque data de 1980 (año en que recibió el prestigioso premio National Book Award), es un libro de rabiosa actualidad. Hay que ubicar bien al narcisismo, esa afección psicológica que puede entenderse ya sea como una preocupación extrema por uno mismo o, también, por la falta total de empatía hacia las demás personas.
La supremacía de los intereses personales nace, para Lasch, cuando la familia, como ente social, va perdiendo relevancia. El libro, pues, es un intento de explicar estas consecuencias. La crisis de la familia representa una cuestión política por derecho propio y requiere un análisis a fondo de la sociedad y la política contemporáneas para debería explicar, entre otras cosas, la razón por la que se ha vuelto tan difícil lograr un crecimiento y un desarrollo personales; por qué vive nuestra sociedad obsesionada con el temor a madurar y envejecer; por qué las relaciones personales se han vuelto tan frágiles y precarias, y por qué la vida interior ya no ofrece ningún refugio.
Hay varios ángulos en los que esta crisis está presente:
- Quizá el punto fundamenta a entender tiene que ver con el modelo social. Es necesario ser joven, bella, extender la juventud hasta sus últimas consecuencias. Después de la juventud viene sólo la muerte. Cuando sostener la juventud ya no es posible, de salir de la escena sin mucho escándalo
- En la tecnología, por empezar por algún lado. Si bien en 1980 todavía no había redes sociales ni ese deseo de poner la vida en la virtualidad, Lasch apunta que la proliferación de imágenes grabadas socava nuestro sentido de la realidad. La vida se convierte, pues, en una gran sala de espejos.
- El deporte también ha cambiado, de ese sentido primario de superación a una cultura que difunde valores cercanos a la disciplina militar. La gran cultura de masas que ha involucionado e inculca irracionalmente el orgullo local y nacional de los espectadores y opera como uno de los bastiones más fuertes de la sociedad patriarcal.
- La educación también apunta al narcismo: hay una reacción a favor de la permisividad, ahora todo debe adaptarse a las necesidades de la niña o el niño. Entonces, desde una edad temprana, hay un culto a lo propio.
- En términos estrictos, los puntos anteriores inciden en la forma en qué producimos. Para Lasch, el capitalismo evolucionó hacia una nueva ideología política, el liberalismo del bienestar, que absuelve a los individuos de toda responsabilidad moral. Nunca se habla ya de la ética del trabajo y de la responsabilidad que conlleva la riqueza, sino de una ética relacionada con el ocio, el hedonismo y la realización personal.
- La política también es fiel reflejo de la cultura narcisista, pues venimos de una tradición donde se monopolizaba el poder político y económico y se hacían más digerible el dominio. Ahora, para Lasch, hay una política rodeada de un complejo ritual de deferencia, que siempre teme ofender.
Como se podrá dar cuenta el lector, el ensayo es denso, pues contrapone a menudo las tesis y opiniones de diferentes psicólogos provocando que la lectura requiera de cierta pausa. Ahora bien, Lasch va mucho más allá del narcisismo: se trata de un ensayo que analiza los conceptos ligados a la formación humana a lo largo de varias décadas del siglo XX. Solamente por ello, conviene darle una buena lectura.