Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
La tarde del miércoles hubo reunión en “algún salón oficial” del AIFA y ahí se habló del retorno de México a la categoría 1 en materia de aviación.
La Presidencia de la República distribuyó una foto en la que el rostro del huésped temporal de Palacio Nacional se observa descompuesto. Irritado. Quizá enojado. Y sus manos muestran desesperación. Como preguntando: ya cumplimos, ahora que carajos falta.
En su cuenta de Twitter oficial @lopezobrador_ posteó el siguiente mensaje:
Me reuní con Pete Buttigieg, secretario de Transporte del gobierno de Estados Unidos. Tratamos, en plan respetuoso y propositivo, el traslado de aerolíneas de carga al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles y el regreso del Aeropuerto Internacional Benito Juárez a la categoría 1. El secretario es una persona inteligente y gentil.
El mensaje fue enviado a las 4:41 p. m. · 7 jun. 2023, según se aprecia en su cuenta.
Sin embargo, en la representación mil 200 de sus monólogos, dejó la duda sembrada y que con las lluvias crecerá: Dijo:
“Se está revisando todo el proceso, realmente ya se cumplió todo lo que exigían, estamos al día, falta un trámite en Estados Unidos”, aseguró.
¿Qué trámite?
Según la versión periodística de la representación de ayer, no dijo cuándo ni cómo se habrá de resolver el conflicto generado por el uso arbitrario del espacio aéreo. No se trata si el AICM o el AIFA cumplen con las reglamentaciones exigidas, sino la seguridad de las aeronaves cuando están en el aire.
Se ha dicho hasta el cansancio en voz de pilotos comerciales y privados, que la reasignación del espacio aéreo se hizo sin tomar en consideración el número de aeronaves que pueden estar en el aire, las rutas que deben seguir, las autorizaciones para aterrizar o despegar.
No se trata de observar si las pistas cumplen con las normas en cuanto a su longitud y latitud. Sí, de que el pavimento de rodaje y de despegue se encuentre en condiciones óptimas, sin desniveles, sin canales, sin cráteres.
Tampoco haber retirado la categoría 1 a la aviación mexicana tuvo que ver con la sobrecarga de llegadas y despegues ni mucho menos que en el mismo aeropuerto se realicen vuelos de carga y ocupen espacios fundamentales para la aviación comercial.
Todo se resume a la distribución del espacio aéreo.
Y de eso no habla el presidente, bueno el que cobra como si gobernara, y simplemente deja en el aire cuál es “trámite que falta en Estados Unidos” para que la certificación de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos sea la 1 y no la 2 como desde hace dos años tiene México.
Tres secretarios de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes han pasado por los despachos oficiales. Y ninguno ha logrado cumplir las exigencias de los estadounidenses que conducen la “seguridad” aeroportuario y de los espacios aéreos en el mundo occidental.
¿Qué trámite se deberá cumplir para que se levante el castigo impuesto a causa de la necedad presidencial de modificar el espacio aéreo?
A decir verdad, solamente lo saben quienes estuvieron en la reunión y mastican con singular alegría el idioma de Shakespeare. Los otros, los que no lo hablan, simplemente pasan a ser parte del gigante asiático: milando como chinito.
Si no arregla el asunto, la línea del Ejército, que ya no se llamará Mexicana de Aviación sino Maya, no podrá realizar vuelos a Estados Unidos y estará condena a viajar a Palenque en cuanto se inaugure el aeropuerto que, por supuesto, estará bajo las órdenes militares.
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