Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Solicitar una condena de 82 años además de una multa por 20 mil UMAS, es un exceso, abuso de poder y venganza.
Sí, la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el Caso Ayotzinapa (UEILCA) presentó su escrito de acusación contra Murillo Karam, en el que solicita, se le declare culpable de los presuntos delitos de tortura, desaparición forzada y contra la administración de la justicia en el Caso Iguala.
Murilo Karam cumplió 76 años el pasado 2 de marzo. Si algún juez concede la petición y lo sentencia a 82 años, el exprocurador morirá en la cárcel. Nadie vive 158 años. No hasta ahora.
Durante los 4 años, 6 meses y 7 días del gobierno del huésped temporal de Palacio Nacional, el subsecretario de Derechos Humanos, Asuntos Religiosos y Migración, Alejandro Encinas Rodríguez se ha empeñado en destruir la llamada “verdad histórica” elaborada por los fiscales de la extinta Procuraduría General de Justicia sin haberlo logrado. Las indagatorias y testimonios solamente han confirmado lo que se escribió sobre la desaparición de los 43 normalistas.
Sin embargo, la FGR a cargo de Alejandro Gertz Manero, informó que en la solicitud al juez de control se presentaron 177 datos de prueba compuestos por 69 testimonios, 43 peritajes y 65 documentos.
Como es costumbre en esta administración gubernamental, se seleccionan los momentos precisos para desviar la atención de los serios problemas que enfrenta el país y que no han sido enfrentados de manera eficiente.
Al aflorar, gracias al hackeo de Guacamayas Leaks, elementos comprometedores de las acciones llevadas a cabo por los hijos del presidente, la salud del mandatario, desvíos de recursos en las obras insignia y más, el gobierno ha callado y tratado de desmentir todo, excepto el estado físico, la salud presidencial que, incluso mereció correcciones porque padece más enfermedades de las registradas en la Secretaría de la Defensa Nacional.
Hoy, cuando la preocupación es llegar “unidos” al domingo y definir el método de selección de quienes participarán en busca de ser el o la elegida por “el pueblo” para ser candidato a suceder al actual presidente, se sabe y bien que la unidad es una quimera.
Llamar la atención a media semana con la solicitud de sentencia en contra de un adulto mayor cuya salud no es ni siquiera mínimamente buena, significa un abuso de poder y un ejercicio de venganza que tiene destinatario: Enrique Peña Nieto.
Si bien el expresidente se da la vida de lujos que nunca disfrutó y hasta aprendió a sesear y pareciera intocable por un presunto pacto con su sucesor, todo es posible en la mente del tabasqueño que se empeña en mostrar la cara de inocencia y limpieza que ningún presidente de México ha tenido.
A nadie deberá sorprender que de pronto emerja al público que hay una carpeta de investigación en contra del mexiquense, cuyo poder terminó de ser menguado al perder su partido la joya de la corona electoral.
Nadie ignora la cercanía de Murillo Karam y Osorio Chongo, del otrora poderoso Grupo Hidalgo, con el mexiquense. Ambos formaron parte del círculo cerrado que lo rodeó por los seis años, junto con los muy incluyentes Luis Videgaray Caso y Aurelio Nuño Mayer. Al exsecretario de Hacienda intentaron involucrarlo el asunto de Ayotzinapa; a Nuño no lo han tocado, hasta ahora.
El mensaje es claro y no permite interpretaciones: Jesús Murillo Karam está condenado a no ser libre. Y la hipótesis de que otros exfuncionarios del gobierno de Peña Nieto no se descarta.
El inquilino del Virreinal inmueble, maneja los tiempos político-electorales como pocos lo han hecho. Si algo está por estallar, hace detonar una bomba que borra lo que se avecina. Su habilidad para destruir a quien le puede hacer daño, es innegable.
Sin embargo, en el caso de Murillo Karam hay excesos inimaginables.
Abuso de poder y venganza, no queda duda.
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