“Familia de Medianoche”

 

 

Entre el Bien y el Mal

HORACIO ARMANDO HERNÀNDEZ OROZCO

“Familia de Medianoche”, documental mexicano, escrito y dirigido por Luke Lorentzen, con la participación de Fernando Ochoa, sus hijos Juan y Fernando, todos ellos paramédicos, y el menor de edad Josué Ochoa; en 2019 participó en diversos festivales de cine, y se estrenó el 3 de marzo de 2020.

El documental presenta a la familia Ochoa que durante las noches presta un servicio de ambulancia particular a las diversas víctimas de accidentes viales y de delitos que suceden en la Ciudad de México.

Ante la escasez de ambulancias oficiales para atender a los más de 9 millones de habitantes de la capital del país, el servicio se cubre por particulares que operan en contubernio con clínicas privadas.

EL DRAMA DE 

UNA CIUDAD

En una entrevista dada por el joven cineasta a la revista Gatopardo señaló que a finales de 2015 despertó en su cuarto de la Ciudad de México, se asomó por la ventana y vio a un niño jugar con una pelota junto a una ambulancia; pronto se dio cuenta que el personal y el niño eran familiares, bajó y platicó con esta familia, siendo invitado para documentar el recorrido nocturno de la ambulancia en la ciudad.

El documental inicia con un dato duro: En la Ciudad de México hay 45 ambulancias del gobierno para atender a los heridos y enfermos de entre nueve millones de personas; este dato es suficiente para que el espectador se enganche con el documental y vea cómo ese servicio prehospitalario es satisfecho.

La norma de la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que debe haber cuatro ambulancias por cada 100 mil habitantes.

De acuerdo con los reportes oficiales sobre recursos materiales del sistema de salud público, para el año 2020 la Ciudad de México contaba con 290 ambulancias públicas (incluidas las de traslado, urgencias básicas, avanzadas y cuidados intensivos). Esto es, una unidad por cada 31 mil habitantes.

El problema es generalizado en el país; por ejemplo, Jalisco contaba en 2020 con 157 ambulancias para todas las regiones del estado, mientras que la ciudad fronteriza de Tijuana tenía 13 ambulancias para atender a los 1,8 millones de habitantes.

En la Comunidad de Madrid hay 139 ambulancias, es decir, una por cada 2,100 habitantes, mientras que en Cataluña hay 407 ambulancias, una unidad por cada 5,200 habitantes; Estados Unidos tiene poco menos de 60.000 ambulancias, según la Asociación Estadounidense de Ambulancias que las representa a todas, lo que implica una unidad por cada 5.5 mil personas.

EL DRAMA DE 

UNA FAMILIA

Los Ochoa poseen una ambulancia particular que ofrece servicios privados de transporte a hospitales para cubrir parte del hueco que dejan las ambulancias del gobierno y cada año atienden cientos de emergencias; cada servicio de traslado tiene un costo, pero existe la posibilidad de que los usuarios no quieran pagar por el servicio.

Esta familia, al igual que muchas otras, batallan diariamente por llevar el sustento a la casa; la cinta muestra esa moral cuestionable cuando solicitan el pago a los familiares una vez que han realizado el servicio o cuando negocian con una clínica privada para trasladar al paciente; hacia el desenlace de la película, una mujer les reclama haber llevado a su hija a esa clínica y no a otro hospital más cercano.

También hay múltiples escenas en las que los Ochoa compiten con otras ambulancias por recoger enfermos o heridos, lidiando con policías que los multan o les piden sobornos, y con el tráfico de la ciudad.

Es obvio que ellos tratan de hacer lo mejor, buscan una forma decente de ganarse el pan, pero la corrupción es tan poderosa que toma a una buena familia y hace que su nobleza se tuerza.

La ambulancia de la familia Ochoa es una de tantas que recorre el mundo subterráneo del cuidado de la salud en México.

EL DRAMA DE 

LAS VÍCTIMAS

“No piensas en las ambulancias hasta que necesitas una, y si necesitas una es el peor día de tu vida”, dijo el realizador en una entrevista con The Associated Press.

Conforme a datos del INEGI, en 2020 se registraron 301,678 accidentes de tránsito en las zonas urbanas del país; durante ese año, uno de cada 100 eventos de tránsito correspondió a accidentes en los que se registraron pérdidas humanas, mientras que en 18 de cada 100 hubo víctimas heridas. Un alto porcentaje ocurrió durante la noche.

La explicación es sencilla: la mayoría de los accidentes ocurren de madrugada porque muchos conductores ebrios intentan llegar a su casa.

El cineasta instaló cámaras ocultas en la ambulancia en lugares estratégicos de tal manera que no se vieran los rostros de las víctimas, y procuró evitar mostrar heridas que fueran perturbadoras para la audiencia.

Entre las primeras escenas que filmó, está la de una mujer que viajó al frente de la ambulancia con su hija gravemente herida; la joven falleció, y el director temió que la madre no le permitiría usar la escena, pero esa joven estaba estudiando periodismo y por eso permitió el usó de la imagen.

Luke Lorentzen señaló en una entrevista que cerca del 50% de los pacientes le permitieron entrar a sus vidas en momentos tan vulnerables; pero cualquier documental que muestre escenas reales debe procurar evitar la revictimización de esas personas que han sufrido un accidente de tránsito o de algún delito, la línea entre lo público y lo privado es delgada, pero está marcada.

La cinta desnuda lo frágil del estado del sistema de salud citadino en el rubro del servicio prehospitalario, y también lo hace respecto a la ilegalidad en que operan muchas de estos personajes que de manera informal con vehículos sin licencia y con conocimientos empíricos que, de la mano de clínicas privadas, realizan esta labor noche tras noche.

El problema no es de leyes, existe el marco jurídico que establece la norma oficial mexicana (NOM) para que operen este tipo de ambulancias privadas, pero no hay una exigencia en su aplicación, el gobierno también falla en este control regulatorio y es cuando lo ilegal se vuelve regular.

Este documental presenta, entre otras, una arista ética: prohibir este servicio de ambulancias llamadas patito o tolerarlas; Juan Ochoa, uno de sus protagonistas, dice que le gustaría que todas las ambulancias privadas dejaran de trabajar una noche para mostrar la falta que hacen.

Y ¿qué pasaría si su deseo se hace realidad?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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