*Siglos XIX a XXI en la Sucesión: la Decisión del Gran Elector
*Siempre ha Sido Seleccionada una figura Cercana del Primer Círculo de Funcionarios
SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
Debemos convenir que ni en tiempos del republicano Benito Juárez, mucho menos en los años del revolucionario Plutarco Elías Calles y tampoco durante el sexenio neoliberal de Salinas de Gortari como en los tiempos actuales de López Obrador y la 4T, el tema de los candidatos para la sucesión presidencial en México se ha llevado a cabo por los caminos que marcan las prácticas democráticas. En los siglos XIX, XX y veintiuno el gran elector ha sido el presidente en funciones quién, tomando en cuenta las opiniones de los sectores de poder en la república y ponderando sus propias afinidades, termina decantándose por una figura cercana en su primer círculo de funcionarios.
Lo ha elegido como el más cercano a su propia visión de país y vinculado a los ejes centrales de su administración; muchas veces pretendió tutelar al sucesor en el cargo, pero el sistema presidencialista mexicano otorga al Ejecutivo en funciones toda una cauda de herramientas legales y de costumbres políticas, que más pronto que tarde terminan por dominar los afanes caudillescos del que fuera presidente de la república.
Todo lo anterior ha sido una práctica política de larga data histórica, pero lo diferente en el actual gobierno es que el Presidente destapó y puso en competencia con mucha antelación a sus favoritos; Ricardo Monreal fue el primero quien abiertamente criticó lo peligroso que era para todo el proyecto nacional de la 4T haber adelantado en demasía la carrera por la sucesión presidencial, hoy y en estos días vemos abiertamente la confrontación entre Ebrard y Sheinbaum, y en una nada despreciable segunda pista los señalamientos realizados por Adán Augusto.
¿Por qué digo que, quizá, la anticipada carrera por la sucesión puede ser el error histórico del presidente López Obrador? Porque en lo personal no creo que la animadversión entre Claudia y Marcelo vaya a disminuir, por el contrario, se potencializará y los únicos beneficiados serán los intereses detrás de la oposición irredenta, que por igual está en el PRIAN como entre empresarios, comunicadores, intelectuales y un muy puntual, aguerrido, malqueriente etcétera. La oposición se deleitará con una “guerra sucia” al interior de MORENA, la consecuencia escisión, el arropamiento del “no elegido” en otros partidos o más interesante: su candidatura a partir de la creación de otro movimiento “ciudadano”.
Desde el año de 2019 les afirmé a colegas y amigos que MORENA no sobreviviría al gobierno de López Obrador porque aquél es su creación personal, su líder indiscutible, su cemento detrás de un proyecto, de un discurso, de una imagen poderosa y popular que genuinamente no tienen ninguno de los precandidatos de MORENA, aunque salgan todos los días en el periódico. Lo anterior obviando toda la historia del partido en sus guerras intestinas, en las fracasadas elecciones para suceder nuevas y diferentes dirigencias partidistas.
Pero lo hecho, hecho está. Yo creo que la sucesión anticipada ya dañó a los precandidatos, está dañando el trabajo cotidiano en sus respectivas dependencias de gobierno y peor, ya ha dañado a la república, su bienestar y ciudadanía –objetos centrales del pacto social que debe guiar el accionar de cualquier gobierno en México.