Gonzalo Torné en colaboración con Clara Montsalvatges, La cancelación y sus enemigos. Editorial Anagrama, España, 2022
DAVID MARKLIMO
Ya hemos hablado de El increíble verano de Liliana (la reseña está disponible aquí: https://misionpolitica.com/2023/03/14/el-origen-del-feminicidio/) y su impacto en el mundo literario mexicano. La importancia de este libro escapa más allá de la literatura: el caso dramático de la violencia contra la mujer. Merecidamente, la obra resultó ganadora del premio Xavier Villaurrutia. Y aún ahí, en el medio de la celebración por una obra en extremo poderosa, no se pudo escapar a la polémica. Uno de los miembros del jurado, el célebre poeta y editor Felipe Garrido, confesó que, a su juicio, la obra tenía un margen de mejora en la figura del asesino de Liliana. Un comentario, referido a un producto -una obra de la literatura- generó una crítica que fue sumamente hostil, acusando al poeta de tener rasgos en común con un feminicida. Felipe Garrido no es el primero en sufrir este tipo de situaciones: le pasó también a la creadora de Harry Potter, JK Rowling, por unos comentarios en Twitter sobre el transgénero. Primera pregunta: ¿es posible separar el objeto del arte de su interpretación? ¿Es adecuada una crítica desde el arte a la realidad?
Así, pues, con ese debate es necesario hablar de la obra del novelista Gonzalo Torné, casos como el que afectaron a Garrido. La cancelación y sus enemigos, aporta argumentos para poner, en su justa dimensión a lo que se conoce como la cancelación del arte (la censura social que coarta la libertad de expresión del artista o, más bien, la respuesta de los artistas a quienes se quejan de las nuevas audiencias hipersensibles y embebidas por lo políticamente correcto y las tendencias en las redes sociales).
La cancelación, el acto de rechazar la visión artística, tiene que ver con un fenómeno curioso: los espectadores actuales hemos dejado de ser una masa acrítica para convertirnos en “audiencias emancipadas”, con un criterio propio y que, además, cuentan con el altavoz de las redes sociales. No es un fenómeno que atañe sólo al arte, sucede también con la impartición de Justicia.
Quizá cualquier observador agudo pueda decir que la “cultura de la cancelación” como tal no existe, porque, al menos en el mundo occidental, es tan sólo el mercado el que, como mucho, puede dificultar la expresión cultural. Es decir, las empresas dedicadas al arte (pensemos las editoriales o las disqueras) son las únicas capaces de decir qué ve la luz y qué no, de acuerdo a sus intereses. Para Torné, sin embargo, la única consecuencia negativa que puede tener la eclosión de estas audiencias emancipadas es la aparición de una “cancelación positiva”, para compensar la anterior falta de representación de ciertos colectivos. Es lo que ahora se llama, en España, el “buenismo”, en el que se valoran las obras literarias, musicales o cinematográficas sólo por el criterio de estos colectivos. Es decir, se publica el arte para quedar bien, no por méritos artísticos.
Dicho esto, no podríamos decir que este sea un ensayo propiamente dicho, porque Torné, de pronto y sin aviso, nos mete a un personaje de sus novelas, Clara Montsalvatges, que le envía una carta para mostrar su desacuerdo con estos postulados. En términos generales, la carta viene a ser un aviso: la preocupación de si todo esto no llevará a una “cancelación interior” o autocensura de los creadores, por miedo a no encajar con el gusto dominante/conveniente o a ser amonestados o acosados por ello. El riesgo consiste en tomar las “buenas intenciones” como las entendemos hoy o el compromiso social como únicos puntos para evaluar una obra de arte. Aquí no nos enfrentaríamos a un caso de cancelación o censura, sino a un empobrecimiento, ya que entonces éste se vuelve unidimensional.
Este breve ensayo aporta elementos valiosos para reflexionar sobre el arte y su valor, el poder, las redes sociales, lo inmediato y el acto sencillo e intrigante de observar el mundo que nos rodea.
