¿Y…?

Yo Campesino

•     Dice el ganso que sus hijos, hermanos y colaboradores no son corruptos; rateros los de antes
Miguel A. Rocha Valencia
Independientemente de que para millones de mexicanos el sexenio del ganso resultó un fracaso y que hoy tenemos un país en peores condiciones en materia de seguridad, economía, empleo, salud, educación, social, la política e incluso en la percepción de los conceptos, en el gobierno actual se percibe un cinismo traducido coloquialmente como valemadrismo donde los de la 4T pueden incumplir promesas y delinquir impunemente y siempre serán ¡Inocentes!
De tal suerte que, si a los hijos presidenciales de quienes no se conoce actividad productiva lícita, es decir que hayan trabajado, pero si se les saben riquezas inexplicables y trafiques con el poder en favor de amigos y demás familiares quienes reciben dinero, contratos directos y concesiones, son inocentes de cualquier culpa de acuerdo a los criterios de honradez y corrupción comúnmente conocidos.
Por eso el profeta cuatrotero afirma que sus retoños Martín y Ramón no son corruptos, aunque existan pruebas de lo contrario, lo mismo en documentos que en bienes o en la simple lógica de saber que no hacen nada, pero viajan, visten, viven como millonarios e incluso habitan en propiedades compradas por Morena o quiénes son los prestanombres de su papá.
Porque el tema de la casa donde vive Ramón, no queda en que es propiedad de una auxiliar de Carmen Lira, la sempiterna dueña de La Jornada, sino de dónde sacó para comprarla y luego prestársela al hijo mayor del profeta, quien, además, exhibe vehículo blindados y una facilidad para viajar en primera clase reservados para “pudientes”, a menos que como dice su apá, lo mantiene su esposa quien apareció como la propietaria o arrendadora de la Casa Gris y su albercota.
De Martín, el de los amigos contratistas del gobierno federal, además de recolector de dinero, mánager de Morena para las donaciones y millonario con empresas de un solo piso pero que generan millones, se reconocen sus ligas con sus “cuates” beneficiados con millones de pesos amén de personajes que escalaron posiciones en la administración pública, pero a ello el jefe del Ejecutivo con aspiraciones de dictador sólo responde ¿Y…?
Lo mismo sucede con la prima, con él mismo que no tiene historial en Hacienda con ocupaciones legales y pago de impuestos, lo cual implica que es un vividor con “donaciones” de dudosa o de inexplicable procedencia.
Pero cuando uno voltea a los atracos al presupuesto, puede encontrar explicaciones del dispendio, de una riqueza disfrazada pero inocultable. El fraude en Segalmex donde no hay culpables y su exdirector, el “hombre bueno” Ignacio Ovalle Fernández está protegido con un cargo en Gobernación, podría ser un buen referente para explicar de dónde salen dineros para muuuuuchas cosas, además de los recursos “negros” derivados de la permisividad de este gobierno en actividades ilícitas.
Por cierto, hace mucho que no se sabe de una redada contra la piratería y lo robado en la Ciudad de México o para retirar -por seguridad- a vendedores ambulantes ni de calles del centro y menos del Metro.
Y así como Segalmex donde andan extraviados cerca de 16 mil millones de pesos, incluyendo mil que alguien colocó en Bolsa, así como en inversiones para la fabricación y distribución internacional de pilas para radios en Europa, hay otros muchos recursos cuya salida presupuestal y gasto se registró, pero o se gastaron en otra cosa o no aparece comprobante de en qué.
Así están más de 26 mil millones del aeropuerto de Santa Lucía, donde a pesar del control del gobierno, la Auditoría Superior de la Federación reporta por un lado que se gastaron en contratos con empresas fantasma con domicilios en baldíos o casas abandonadas o que no tenían capacidad para suministrar lo contratado.
Junto con ellos, están los millones gastados por la autoridad aeroportuaria en mantenimiento y compras de los que no hay “auditables” o sea pruebas de que contra la entrega del dinero se recibió algo del proveedor. Y en un tercer supuesto, se erogaron recursos destinados para una cosa y se compraron otras, que tampoco aparecen.
Lo mismo sucede con los resumideros llamados Tren Maya y Refinería Dos Bocas. Afirman mal pensados del Banobras que la urgencia por hacerlos aun sin proyecto ejecutivo, es porque la 4T, el mesías tropical necesitaba dinero, pero nadie sabe para qué.
Por eso, aunque los costos se triplicaron y suman casi 800 mil millones de pesos, falta mucho por comprobar o se compraron equipos, insumos y herramientas a precio “inflado” sólo que los militares no rinden cuentas. Las nóminas son otro tema donde se despacharon generosamente.

De tal suerte que como dice el caudillo, si no lo robo yo, es corrupción. Por eso no quiere que le pregunten, pero tarde o temprano todo se va a conocer y habrán de pagar las facturas de ese resumidero de corrupción llamado 4T.

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