Por Alberto F. Mena Mallen
Por lo que se conoce de Andrés Manuel López Obrador, siempre ha sido un soñador.
Cuando era candidato, soñaba todo el tiempo durante muchos años recorriendo el territorio nacional, con ser presidente de la República y aunque llegó legalmente a través del Instituto Nacional Electoral, al que quiere destazar, sólo alcanzó ser el jefe de campaña de sus corcholatas y líder de sus seguidores, los que al parecer han disminuido con los años. Para él no hay decepción porque cree que sí es presidente.
Soñó tanto que, al perder una elección, en el 2006, se autoproclamó presidente legítimo, además de nombrar a su gabinete, lo que quedó en un chispazo de deseos, los que finalmente se le cumplieron en el 2018. Pero quiere más, ya que el poder es el poder y el cash es el cash, no como la ley no es la ley, según sus pensamientos.
Soñó con ser el mejor presidente de la historia de México y en su mandato sólo será un titular del ejecutivo federal que despedazó al país con sus políticas de izquierda, que no son de izquierda, con sus teorías hitlerianas, -por eso de la propaganda que emite cada día desde las mañaneras y que más parecen mentiras-, con sus programas de seguridad, con una frase ya muy conocida internacional y nacionalmente, de “abrazos y no balazos”, que han sumergido a la nación en un territorio sin ley y con mucha violencia. Hay más de 150 mil muertos en lo que va de su gobierno.
Y fue más allá en sus sueños, quiso ser un líder latinoamericano y tal vez uno mundial con sus propuestas para acabar la guerra entre Rusia y Ucrania, o para integrar a la comunidad neoliberal a países catalogados como totalitarios, que no respetan los derechos humanos, con gobernantes que se hacen cada vez más ricos, con una población sumergida en la pobreza, pero hasta la fecha nada de eso ha sucedido, ya que solo ha hecho el ridículo y recibido el rechazo en el ámbito mundial.
Que buscó el apoyo de un populista de derecha, como Donald Trump, al que alaba como un ser humano excepcional y un gran amigo, pero aquel se burla cada vez que puede de México y de sus ciudadanos, aparte de que ha utilizado su poder para sacar provecho del gobierno lopez-obradorista, convertido en el muro de contención de los migrantes que quieren integrarse a la Unión Americana, porque sus países están peor que México.
Que sueña con ser un mandatario super-poderoso que se pone al brinco con legisladores americanos al afirmar que en México no se produce fentanilo, cuando las fuerzas armadas decomisan miles de pastillas de ese producto elaboradas en nuestro país, aparte de que el gobierno gringo ha estado trabajando desde varios meses atrás en obtener información relacionada con los cárteles mexicanos, que son los que elaboran y distribuyen dicho producto a Estados Unidos. Así que, la mentira de López Obrador fue echada al cesto de la basura.
Molesto porque la Agencia de Drogas estadounidense (DEA), sin su consentimiento o del gobierno que encabeza, investigó a integrantes de cárteles de drogas, con el propósito de echarles el guante.
Pero ante el desinterés que ha mostrado el tabasqueño en apoyar la lucha contra el narco y reiterar cada vez que puede que, sí hay cooperación con el vecino del norte, lo que no parece ante este anuncio.
Mientras, hay muchas evidencias de que existen apoyos del gobierno morenista hacia los narcos.
También ha soñado con ser un mandatario que encabece a millones de pobres, para que lo sigan como a un dios que tiene a su feligresía, hecho que ha logrado al otorgar apoyos a millones de personas que, en su mayoría, no habían tenido un ingreso bimestral, con el que ahora les ayuda a sobrevivir su pobreza, ante las circunstancias que se han tenido en estos tres últimos años, con una tasa de desempleo mal catalogado, ya que la economía informal y la inflación no ceden.
De igual manera, ha soñado con tener obras monumentales y emblemáticas para que se le recuerde en la historia, como quien las proyectó, programó y construyó, pero que desgraciadamente no le han dado el resultado que prometió a los mexicanos, ya que su costo se elevó al doble y hasta la fecha están inoperantes o sin tener un costo-beneficio como sucede con la terminal aérea Felipe Ángeles, en la que se gastan recursos federales necesarios para otras obras o pago de medicamentos, entre otros.
Lo que tal vez no soñó, fue el rechazo de miles de mexicanos a la gran corrupción que predomina en muchas áreas de su administración, inclusive con su familia a la que se le constantemente se le descubren irregularidades y nepotismo o el descubrir gastos millonarios del titular de la Defensa Nacional por vacaciones en muchos países del mundo, al utilizar recursos públicos para ello.
Tampoco imaginó soñar con que le iban a rechazar su reforma energética o que la guardia nacional ya no se podría integrar a los militares, o que exista una defensa ciudadana para evitar que destace al Instituto Nacional Electoral (INE) o que destruya al Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI), organismos que fueron creados para evitar que se abuse del poder del gobierno y de sus allegados.
Consideró que todo iba a ser miel sobre hojuelas, por lo que ha utilizado sus recursos demagógicos, mentiras y violaciones a las leyes o la Constitución para que su cuarta transformación avance a pesar del rechazo de millones de mexicanos que no aceptan sus políticas públicas y menos su arrogancia y su postura de salvador de México ante el neoliberalismo que combate ferozmente.
De la misma manera ha soñado con llevar al poder a sus amigos como es el caso de Delfina Gómez, al gobierno del Estado de México, pero que su historial no le ayuda en nada ante los electores o al senador Armando Guadiana Tijerina, que tiene poca aceptación entre los mineros del Estado a quienes ha utilizado para sus fines económicos.
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