SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
Aquellos que hemos leído a los teóricos de la revolución marxista -aunque no lo seamos-, pero también, los que hemos leído las obras del catolicismo como herramienta en el mundo moderno para contrarrestar el ambiente revolucionario, el ateísmo y el indiferentismo contemporáneo, coinciden en señalar que para que un cambio sea genuinamente efectivo y duradero, no basta con ganar un conflicto bélico o hacer efectivo una mudanza jurídica, sino que la revolución, ya sea en su acepción social o en su ruta religiosa, debe estar acompañada por un cambio profundo en los individuos que actúan dentro de la sociedad o creencia religiosa, objetos ambos de una profunda transformación.
Los viajes del General Secretario de la Defensa Nacional ejemplifican a la perfección que para el gobierno de la llamada 4T, lo más difícil ha sido y lo será en el futuro inmediato -caracterizado por la sucesión presidencial-, que no se ha materializado en el personal del gobierno federal ese cambio individual que caracteriza a la persona que se suma a un proceso revolucionario, en este caso, la imperiosa necesidad de modificar el accionar de los altos funcionarios.
Los viajes del general Sandoval son muy parecidos a lo que, en el pasado, seguramente sucedió desde el peñanietismo hasta los tiempos del presidente López Portillo, para no irnos más atrás y olvidándonos de la buena vida de los secretarios de Comunicaciones y Transportes, Hacienda, directores de PEMEX y las familias presidenciales, por mencionar solo algunos.
Reiteramos, los excesos en el dispendio de los recursos públicos para fines particulares acompañan a la clase política mexicana desde los tiempos del callismo hasta la actualidad; ninguno de los gobiernos emanados del PNR-PRM-PRI, PAN y MORENA se han salvado de dicha lacra.
La diferencia que es sustantiva para la presente argumentación radica en que, ha habido gobiernos como los de Miguel Alemán, Salinas o Felipe Calderón que no vociferaron políticas de moderación, se entregaron a todos los excesos, mientras que los dos López, De la Madrid y Fox iniciaron sus respectivos sexenios subrayando y reiterando su intención de comandar gobiernos y proyectos administrativos austeros “de renovación moral de la sociedad”, de la honradez republicana panista “y de no mentir y no robar”. Pasados los años de gobierno y reiteramos, teniendo enfrente el cambio de sexenio, aquellas terminaron en medio de un descrédito; a la actual todavía le queda un año y poco menos de ocho meses.
Concedemos, y podemos particularizar, que como durante la dictadura de Porfirio Díaz, los presidentes partiendo del “Héroe del 2 de abril” como los arriba mencionados eran suficientemente honrados, pero su entorno familiar, su entorno de amistades, su entorno de conveniencias y acuerdos partidistas, produjo un número muy importante de funcionarios que se sirvieron de los presupuestos con la cuchara grande, a partir de ellos hicieron negocios particulares como las famosas y muy redituables “concesiones”. Hay que recordar la actitud de inicio de sexenio, como sucedió con los presidentes Peña y López, que le pidieron sus respectivas renuncias a los directores de CONAGUA, de la Procuraduría del Consumidor y de la oficina presidencial del obradorismo, porque el primero utilizó helicópteros para su uso personal y familiar, al segundo por un escándalo en un restaurante propiedad de la hija del procurador y porque el último llevó a cabo una boda fastuosa, cuando el discurso de López Obrador y la 4T claman y repetían austeridad. El accionar de aquellos funcionarios como en la actualidad, es no haber comprendido que sus responsabilidades como funcionarios públicos los obligaba y obliga a ser modestos. En el caso del General Secretario, que me parece un soldado honorable, las tentaciones y los usos del pasado terminaron por hacerle un flaco favor al presidente López Obrador, a su discurso diario (genuinamente trastabilló “en la mañanera del día 20” a pregunta expresa de una periodista), dándole más municiones a la oposición y además -nada de coincidencias- argumentos importantes a los miembros de la Suprema Corte de Justicia para votar, como votaron, respecto a la Guardia Nacional y lo que dice texto constitucional.
Estimados lectores, los cambios a medias no resultan, ni en el ámbito de la familia como aquellos dirigidos a enderezar al estado mexicano. El gobierno actual tiene sus sombras, pero al ver los nombres de los candidatos opositores del arcoíris partidista y de aquellos que se dicen de la sociedad civil: su pasado los condena. Como lo dije en otro artículo, algunos no son confiables porque sabiéndolo, no han llevado a efecto un mea culpa de cuando participaron en gabinetes presidenciales anteriores, los cuales materializaron acciones de gobierno que endeudaron a la ciudadanía. El pueblo mexicano sigue inerme frente a una clase política egoísta, rapaz y muchas veces ineficiente. No se trata de creerles, sino de exigir cuentas transparentes y efectividad en la solución de los muy agobiantes conflictos que se ciernen sobre el país.