Entre los temas que deben tratarse durante la estancia del mandatario figuran la guerra en Ucrania y el acuerdo entre el Mercado Común del Sur y la Unión Europea.
Tras visitar los principales socios comerciales del gigante suramericano (China, Estados Unidos y Argentina), Lula vuelve la atención al viejo continente.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, llegó este viernes a Lisboa, capital de Portugal, para comenzar una visita oficial a ese país que se extenderá hasta el día 25 de este mes.
El mandatario fue recibido en el aeropuerto miliar de Figo Maduro, en las afueras de la ciudad principal, por el dirigente del Parlamento luso, Augusto Santos Silva, y una delegación que incluye a siete de sus ministros, entre ellos los de Cultura, Defensa, Transportes y Salud.
El anuncio de su llegada provocó una política polémica en la nación europea a partir del rechazo de la derecha por su participación en los actos del 25 de Abril, que conmemoran el aniversario de la Revolución de los Claveles, y no coincidir con su postura sobre la situación en Ucrania.
Mientras tanto, Santos resto importancia a las diferencias entre las posiciones de Lula y el Gobierno luso sobre el conflicto del país del este de Europa con Rusia.
“Portugal y Brasil tienen relaciones extremamente próximas y tienen una cumbre bilateral mañana y ahí podrán intercambiar puntos de vista sobre los más diversos asuntos”, aseguró el parlamentario.
El presidente brasileño comenzará su agenda oficial este sábado con dicha reunión en la que tienen previsto abordarse temas relacionados con la emigración y los acuerdos comerciales entre la Unión Europa (UE) y los países del Mercado Común del Sur (Mercosur). Asimismo, en su perfil en la red social Twitter, aseguró que pretende la firma al menos 13 acuerdos.
Tras su estancia en esta nación, el máximo dirigente viajará a Madrid en visita oficial. Según la cancillería brasileña, Lula ha escogido Portugal y España como los primeros territorios que visita en Europa en el nuevo mandato porque para su nación son las “puertas de entrada naturales” al continente, y por los estrechos lazos culturales y políticos que la unen con la península ibérica.
