Yo Campesino
*Todas las mañanas el ganso confiesa sus pecados y testimonia sus mentiras
Miguel A. Rocha Valencia
Aunque no las soporto, las mañaneras deben continuar porque son el testimonio de todas las violaciones a la ley, incumplimiento de promesas y de las más de 100 mil mentiras que hasta hoy ha cometido y dicho el ganso de Macuspana.
Nunca se habían registrado en México las confesiones de delitos presidenciales por parte del autor de los mismos ni registrado para la posteridad (un buen libro quedaría bien) del catálogo de agresiones, calumnias y mentiras dichas por un primer mandatario, incluyendo amenazas, chantajes y descalificaciones contra políticos, periodistas, personeros de la sociedad civil, intelectuales, instituciones, empresarios o países.
Con sus palabras, el profeta de la 4T se coloca la soga al cuello con todo y si el régimen no cambia en los próximo años. Hay material para ser juzgado pues las grabaciones ahí están para la memoria histórica y todos los estudios que de ahí puedan realizarse tanto mentales como económicos, sociales, políticos y desde luego penales.
Por él mismo quedarán grabados los testimonios de cómo se destruyen instituciones, se realizan venganzas personales, se persigue y extermina a los “enemigos”, cómo se crean molinos de viento, distractores de la realidad, cómo se logra polarizar a la sociedad, se miente o se cometen errores por el uso del hígado en vez del cerebro.
Ahí en las mañaneras quedan plasmadas también las limitaciones intelectuales, los rencores de un sujeto que “nació para mandar” e hizo de su palabra la ley suprema, que se sintió semidios y ser iluminado, que se fingió caudillo y redentor de los oprimidos a quienes utilizó para sostenerse en el poder y justificar sus aberraciones.
Con ese ejercicio de todos los días quedarán grabadas las confesiones de los delitos cometidos en materia electoral, los abusos de poder que lo llevaron a usar a instituciones como la Fiscalía General de la República y la Unidad de Inteligencia Financiera de la secretaría de Hacienda para acosar y chantajear para someter a empresarios y políticos.
Junto con ello queda para el futuro el ataque directo a instituciones, el sometimiento de magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el ataque a quienes se negaron aponerse de rodillas, la persecución a gobernadores, el asedio y destrucción y marginación de los órganos electorales, de comisiones nacionales, de institutos como el de Transparencia y Acceso a la Información.
Ahí queda testimonio del despojo a los fideicomisos, el saqueo al presupuesto para cultura, investigación científica, los subejercicios presupuestales para alimentar su vanidad y programas asistenciales a fondo perdido para comprar conciencias y súbditos incondicionales.
El escamoteo de recursos para la compra de medicamentos a cambio de la muerte de decenas de miles de mexicanos que se quedaron sin espacio o atención en hospitales de los quienes murieron por ausencia de materiales de curación, reactivos para estudios o carencia de medicamentos. Fueron más de 500 mil fallecimientos que pudieron evitarse pero por ordeñar el dinero a otros fines, dejaron esta vida y por ellos no se condolió, sólo se justificó.
Igual se recordará por sus propios dichos la insistencia de sostener una política de “seguridad” basada en abrazos, no balazos que hará de este sexenio el más sangriento de todos, contrastando con el empoderamiento económico y político de las fuerzas armadas que además, le entraron al baile de la corrupción anunciada, confesada y cobijada cínicamente en las homilías palaciegas.
Aquí el número de víctimas supera los 150 mil asesinados, más de 35 mil desaparecidos y contando, y mientras el país se desangra, los militares ocupan para “ellos” direcciones a título de dueños o concesionarios vitalicios, de aeropuertos, trenes, telecomunicaciones, aduanas, realizan las principales obras de este sexenio con todo lo que ello implica, desde miles de millones de pesos adicionales de presupuesto federal y el otorgamiento de permisos y contratos de manera discrecional, en lo oscurito.
De todo ello quedará huella grabada por su propio autor, por eso mejor que sigan las mañaneras, que el caudillo de Tepetitán se hunda en su lodo, ese que presumió no lo salpicaría y del cual está embarrado junto con su familia empezado por hijos y hermanos hasta llegar a nuera, cuñadas o prima. Todo eso ahí está y tarde o temprano será utilizado en su contra donde aparecerá no sólo como delincuente sino como el gran protector de un sexenio de corrupción, odio, muerte y pobreza.