“Fe, Esperanza y Caridad”

Lo Inmoral de la Virtud

“Fe, Esperanza y Caridad”, película mexicana que consta de tres historias; Fe, dirigida por Alberto Bojórquez, con la actuación de Fabiola Falcón (Teresa), Armando Silvestre (Artemio), Beto ‘El Boticario’ (Filogonio) y Fernando Soto “Mantequilla” (Ciego); Esperanza dirigida por Luis Alcoriza, actúan Milton Rodríguez (Gabino), Raúl Astor (Sandro), Lilia Prado (Enfermera), Ilya Chagall (Karla) y Guillermo Orea (Médico); y Caridad con la dirección de Jorge Fons, y como actores a Katy Jurado (Eulogia), Julio Aldama (Jonás), Pancho Córdova (Jacobo), Estela Inda (Cuca) y Sara García (anciana caritativa); se estrenó el 14 de febrero de 1974 en el Cine Variedades de la Ciudad de México.

La trama del filme gira en torno a las tres virtudes teologales, pero, como decía el cartel publicitario, las virtudes pueden ser sospechas de faltas a la moral, o de vicios terrenales; esta película tiene más de cincuenta años que se rodó, pero sigue siendo una radiografía de la marginación social que aún vive mucha gente en México.

LA INCREDULIDAD 

RESISTE MÁS QUE LA FE.

Teresa está casada con Filogonio que sufre dolores en sus piernas, lo cual le impide caminar, ella decide hacer una manda religiosa y viaja al santuario del Señor de Chalma para pedir un milagro que cure a su esposo; en la peregrinación, le ofrecen alcohol, y al embriagarse es víctima de violación por otros “peregrinos”; al regreso de su viaje, encuentra que su marido ha mejorado, por lo que promete regresar al santuario, aunque el sacrificio sea grande.

La Fe, es un don por el cual las personas son capaces de reconocer en su vida los actos de Dios, la Fe no es un conocimiento teórico, abstracto ni científico, es la capacidad de poder entender las cosas de Dios sin necesidad del conocimiento humano.

La cinta no hace este cuestionamiento, pues Filogonio no tiene tratamiento médico por parte de alguna institución del estado, sólo se le dan tratamientos costumbristas, como un té, masajes en las piernas y friegas de alcohol, pero nada científico, y ante la ausencia de esta prestación de seguridad social, ante un Estado ausente, entra la fe religiosa de su mujer.

El novelista Gabriel García Márquez decía que la incredulidad resiste más que la fe, porque se sustenta en los sentidos, lo cual es cierto, sin embargo, los milagros de la fe son también sustentables en los sentidos, pues Filogonio tiene una mejoría visible en sus piernas.

La Fe mueve montañas, siempre y cuando exista una montaña que mover.

LA DESESPERANZA SE FUNDA 

EN EL CONOCIMIENTO.

Sandro, dueño de un circo de espectáculos, tiene la ocurrente idea de exhibir crucificado al faquir Gabino, quien acepta, pues necesita dinero para comprar una casa a su madre, pero los clavos usados para la crucifixión no son totalmente de oro, ya que el empresario los compra ligeramente bañados en ese metal, así que Gabino enferma con el desenlace de que morirá.

Esta historia muestra que, por necesidad y corrupción, la gente hace hasta lo increíble; hay un notario dando fe de que en realidad Gabino está siendo crucificado, la negligencia de un médico y una enfermera, y al ser un espectáculo público existe anuencia de las autoridades.

La crucifixión de Jesús es un acto de la salvación de la humanidad, pero hoy en día nadie podría afirmar que la crucifixión de una persona sea un acto humanitario, ¿qué notario se atrevería a dar fe de semejante hecho?, o ¿qué autoridad podría en la actualidad dar un permiso para tal espectáculo?

El dramaturgo belga Maurice Maeterlink, decía que la desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada, y la esperanza sobre la ignorancia, que es todo, es decir, que más vale ser ignorante con esperanza que un sabelotodo desesperanzado.

La Esperanza, es la virtud teologal por la cual se desea a Dios como Bien Supremo y se confía firmemente en alcanzar la felicidad eterna, pero también la terrenal, pues primero se debe buscar el reino de Dios y lo demás por añadidura llegará, pero cuando el Estado pretende suplantar a Dios, no habrá esperanza alguna.

EL EGOÍSMO ES LA 

MUERTE DE LA SOCIEDAD.

La caridad de una anciana provoca no sólo el agradecimiento de la gente, sino que un par de niños peleen por monedas, dando como resultado que Eulogia defienda a su vástago, golpeando al hijo de Cuca, ambas se lidian a golpes e involucran a sus esposos; en el desquite de la riña, Jonás, el mecapalero, muere a manos de Jacobo, el zapatero; y la viuda sufre toda clase de vejaciones burocráticas para poder velar el cadáver de su difunto.

La historia se desarrolla en la otrora zona suburbana El Capulín, de la Ciudad de México, entre gente marginada y de extrema pobreza, de hecho la pelea inicial de los niños se da en los llanos fangosos de la colonia; Eulogia, para poder recuperar el cuerpo de su esposo Jonás, tiene que afrontar durante cinco días a más de trece funcionarios, con trámites de un complejo esquema administrativo, que van desde ir a las oficinas de la policía de seguridad pública, los separos de la llamada policía judicial, al Ministerio Público, al Semefo, y hasta el entonces Departamento del Distrito Federal, todo un calvario burocrático para una mujer que no sabe leer ni escribir.

La caridad, es la virtud por la cual las personas pueden amar a Dios y a sus semejantes; es una virtud teologal, obviamente ajena al quehacer de la autoridad del Estado, para Eulogia no hay caridad estatal que valga, sólo debe prevalecer la norma que contempla la ley.

El misionero Jerónimo de Usera decía que el egoísmo es la muerte de la sociedad y de las familias, pero también el Estado egoísta es causa de esta mortandad.

Conforme a la doctrina cristiana, por la fe se tiene el conocimiento de Dios, por la esperanza se confía en el cumplimiento de las promesas de Cristo y por la caridad se obra de acuerdo a las enseñanzas del Evangelio; la fe es creer que lo bueno sucede, la esperanza es desear que suceda, y la caridad es hacer que en realidad suceda.

Al final de esta historia, los niños, se reconcilian, compartiendo una torta, y uno de ellos le dice al otro: “mira lo que me hiciste”, pero acaso no será que esta última frase, ¿más bien va dirigida a toda la sociedad y al propio Estado, que es verdaderamente un ‘Mira lo que me hiciste’?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

 

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