Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Acostumbrado a vociferar y acusar sin pruebas, hace unos días se hizo público que el presidente mexicano había enviado una carta al jefe del Estado Chino, Xi Jiping, para solicitarle detener el tráfico de fentanilo del gigante asiático hacia México.
Alguien no le informó que el gobierno chino no se anda por las ramas y que no acepta señalamientos de las grandes potencias, menos aún de una nación en la que la democracia corre peligro. Si bien es cierto China tiene gobierno que eligen 5 mil miembros del Politburó del partido Comunista y que no se precia de ser ni siquiera socialdemócrata, mantiene una postura internacional abierta y sin sesgos, como la mexicana.
La respuesta provino del portavoz del ministerio de exteriores, Mao Ning y en pocas palabras envió a Palenque al huésped temporal de Palacio Nacional.
Le dice: No existe tráfico ilegal de fentanilo entre China y México. China no ha sido notificada por México sobre ninguna incautación de fentanilo procedente de China, dijo el portavoz del ministerio, Mao Ning, en una rueda de prensa periódica.
Sin más rodeos, precisó: “Estados Unidos debe afrontar sus propios problemas y tomar medidas más sustantivas para reforzar la regulación dentro de sus fronteras y reducir la demanda”, dijo Mao, refiriéndose al consumo de drogas como un problema “originado en EU”.
Y el señor López calló. Han pasado 24 horas de la respuesta letal para sus posturas de “líder” de “las Américas” y no hay comunicado oficial de la Presidencia de la República ni tampoco en las redes sociales, en donde el voz-cero, Jesús Ramírez Cuevas, se solaza exaltando cada palabra, cada acusación sin pruebas, cada mentira cotidiana.
Habrá que esperar la respuesta de Justin Trudeau a quien no le mandó carta alguna, o por lo menos no lo ha revelado. Sin embargo, en el espacio de sus monólogos matutinos, afirmó que el 75% del fentanilo que llega a Estados Unidos proviene de Canadá.
Para conocimiento del tabasqueño, de las fronteras más seguras del mundo, más rígidas, más estrictas, están las de Canadá.
No pasa un alfiler sin que sea detectado.
Vaya, “igualitas que las mexicanas”.
Jugar ajedrez con campeones mundiales cuando apenas se está aprendiendo cuáles son las piezas y cómo avanzan en el tablero, no es recomendable. Los novatos en materia internacional deben quedarse callados antes de meter “la pata hasta la rodilla”, como se ha vuelto costumbre en la frívola vida del inquilino de Palacio.
Si esperaba que China aceptara una responsabilidad que, probablemente tenga, sin pruebas que la señala como traficante de drogas, se equivocó.
Los otros datos sirven para engañar a quienes le creen todas las mentiras. No para quienes tiene, en efecto, poder y salen a defender sus acciones y actividades.
Los chinos no les temen a los estadounidenses y tampoco a los rusos. Se temen a sí mismos por las habilidades que han aquilatado a lo largo de dinastías, primero, y después con los gobiernos totalitarios iniciados por Mao Tse Tung.
A ver señor López: ¿qué le dice a Xi Jinping después de la respuesta a través de un vocero ni siquiera del titular de exteriores?
Le colocaron el bozal y tardará en quitárselo para agredir de nueva cuenta a los de ojos rasgados.
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