Yo Campesino
• Crecen autodefensas ante abandono del ganso y fuerzas armadas. Matazón crece
Miguel A. Rocha Valencia
Al menos en cinco cabeceras municipales de Michoacán, otras tantas de Guerrero y soterradamente en Zacatecas, Morelos y Estado de México las comunidades se alzaron en armas para defenderse de los embates de criminales “organizados” y solapados desde diversas instancias de gobierno, especialmente federales.
Los más recientes y visibles son los de Totolapan, Michoacán donde miles de habitantes ya se fueron y quienes quedaron tomaron las armas para defenderse lo mismo que en Sicuicho y Zitácuaro donde los asesinatos o desapariciones de representantes comuneros, adolescentes ya se volvió frecuente, tanto que ya ni se denuncian ante las agencias del Ministerio Público controladas también por criminales o con “orejas y ojos” de los mismos para detectar “rajones”.
Esa entidad con Guerrero y Estado de México, tienen presencia descarada de los cárteles Jalisco Nueva Generación, la Familia Michoacana y a través de células de los Beltrán Leyva, los de Sinaloa que se disputan el control de territorios para siembra, producción de drogas, ínsulas de seguridad, reclutamiento y entrenamiento de sicarios, instalación de “laboratorios”, resguardo de armas, personas secuestradas y mercancías.
Igual existen grupos perfectamente identificados por inteligencia del Estado Mayor de la Sedena como los Caballeros Templarios, Cártel del Sur, Los Rojos y los Ardillos, Guerreros Unidos, Viagras y demás, quienes rinden tributo a los “grandes” y a cambio se dedican al secuestro, cobro de piso, extorsiones a productores de ganado y agrícolas frutales. Son quienes se meten a controlar las cadenas de distribución de alimentos y combustibles.
Todo eso se sabe cómo también que además de los municipios sureños del Estado de México y Michoacán, están metidos en los guerrerenses: Chilpancingo, Tixtla, Chilapa, Atoyac, Petatlán, Tecpan, Zihuatanejo y al menos diez más donde los habitantes que quedan intentan defenderse armando a los niños y adolescentes porque los jóvenes y adultos ya se fueron, murieron o fueron enrolados como sicarios.
De la costa del Pacífico también en los archivos de La secretaría de la Defensa están registrados los cárteles que controlan desde Oaxaca hasta Baja California y se disputan plazas y rutas norteñas tanto para el trasiego de mercancías prohibidas como la exportación. Nadie se mete con ellos; los muertos son de jaliscienses y sinaloenses y los sicarios contratados en las plazas en disputa como las zacatecanas.
Pero no se les combate frontalmente, se les deja hacer, se respetan territorios y hasta zonas de seguridad de los “jefes” que disponen incluso de varias direcciones de seguridad pública municipales para que los cuiden o no se metan con ellos.
Es por eso que en el diagnóstico del Comando Norte de Estados Unidos y varias de sus agencias, consideren que entre el 30 y 35 por ciento del territorio mexicano está bajo control del crimen organizado y lo peor, a ciencia y paciencia del gobierno del ganso.
Incluso se considera que, si se toma en cuenta la influencia territorial, política, económica y social del crimen organizado, el control es mucho mayor, pues en las esferas de gobierno, financieras y grupos sociales (vendedores informales) está metida la mano criminal, desde posiciones de poder burocrático y legislativo, hasta control de actividades económicas independientemente de las delincuenciales.
Pero el mesías tropical dice que no es así a pesar de las evidencias como la foto con la mamá del “señor” Joaquín Guzmán Loera, o la llamativa oposición a que Ovidio Guzmán sea extraditado a Estados Unidos, o la importante labor al más alto nivel para que soltaran al general Salvador Cienfuegos, sin cuya complicidad, no hubiese sido posible la libertad de las actividades criminales el sexenio pasado, como hoy no se explicarían sin la complacencia de la actual administración.
De hecho, ese es el razonamiento de los legisladores republicanos que se atreven a alzar la voz contra el peje de Macuspana lo mismo que exfuncionarios de la administración de Donald Trump incluyendo al propio general Glen Van Herk jefe del Comando Norte y cuyas declaraciones son rechazadas por el profeta cuatrotero, ya no se sabe si por considerarlas falsas o por “intromisión a la soberanía nacional”.
Los hechos al final, incluyendo 150 mil asesinatos, dan la razón a los estadunidenses, aunque la chachalaca de Tepetitán se desgañite, lo niegue y desvíe la atención con otras estridencias, como lo de los planes B, C y D para sostenerse en el poder, eso sí, con toda desvergüenza.
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