NIDIA MARIN
En estos aciagos tiempos en México, tirios y troyanos protestan en contra de las políticas gubernamentales. Y lo que nunca se había visto, se observó el domingo pasado cuando salieron a la calle militares en activo, retiro, así como cientos (tal vez miles) de personas pertenecientes a familias de los integrantes del Ejército Mexicano y de la Guardia Nacional.
La sorpresa fue mayúscula. Advirtieron que se manifestarían en las calles y… ¡lo hicieron!
Al parecer esto no había sucedido nunca, porque no se trató que recordara la “Rebelión Delahuertista” (1928-1929) en Tabasco en contra del máximato de Plutarco Elías Calles, y nada que ver con la rebeldía Cedillista, sí la del general Saturnino Cedillo, en contra del general Lázaro Cárdenas del Río, quien ocupaba la Silla del Águila, mismo que lo combatió y lo derrotó dándole muerte el 10 de enero de 1939. Vale recordar que el general Cárdenas había sido, el mero mero de la División del Noreste en la cual lograría un gran éxito. En esa otra ocasión, ya como Presidente, también.
Por cierto, que allá por 1929, cuando ya el Ejército Mexicano había sido depurado en sus filas, inició un proceso de renovación con la finalidad de convertirse en una institución profesional, es decir menos política y más profesional.
Hoy, en este Siglo XXI sería conveniente que en las filas del Ejército Mexicano se iniciara una depuración (también de los mandos) y llevara a cabo una profunda tarea de actualización, para convertirlo en lo que el país necesita y no en un policía que tampoco está quedando bien en esta administración porque, suponemos que los militares están hechos bolas con eso de que deben atacar, aunque no sepan cuándo y a qué grado, al tiempo que deben preservar “los abrazos no balazos”.
Sí, los jefes militares están en una situación terrible, porque al mismo tiempo deben actuar como titulares de las diversas empresas que les cedió el gobierno para su manejo y, además, cumplir con su deber de combatir las rebeliones en la República Mexicana, como son las de los narcotraficantes que hoy se sienten con un poder inmenso que nunca habían tenido y se dan el lujo no sólo de matar jóvenes indefensos, sino acatar instrucciones absurdas que van en contra de las normas de la milicia.
No, en México no hay rebelión, pero sí hartazgo de las barbaridades que como instrucciones inician en Palacio Nacional y concluyen en alguna fosa a donde van a dar los que no la deben. Porque los que sí la deben y… deben muchas, siguen paseándose tan campantes en la mayor impunidad y dándoles órdenes a las autoridades legalmente constituidas.
En un trabajo denominado Historia de los Ejércitos Mexicanos (compilado y editado por el Instituto de Estudios Históricos de la Revolución de México) José Herrera Peña, expone en el texto “Ignacio Zaragoza, la Retirada de los Seis mil”, sobre sucesos ocurridos en la Puebla sitiada por los franceses, cuando los soldados mexicanos recibieron las órdenes del General Zaragoza de “…resistir a las tropas invasoras en los campos de batalla; luego, en los fortines de la ciudad; después, en las casas y edificios, y al final, en las ruinas de las casas, hasta el último cartucho, hasta el último pedazo de pan, hasta el último hombre, hasta el último aliento”. Así lo hicieron:
“Los soldados mexicanos resistieron un largo asedio de dos meses y cuando fueron hechos prisioneros no tenían una sola munición y todas sus armas habían sido inutilizadas por ellos mismos”.
De tal manera que los franceses… “Al ofrecerles la libertad -a condición de que renunciaran bajo palabra de honor a seguir combatiendo-, todos prefirieron sacrificar sus intereses a los de la Nación; algunos, entre ellos el general Santiago Tapia, permanecieron años privados de la libertad; otros, como los generales Felipe Berriozábal o Porfirio Díaz, lograron evadirse y continuaron luchando, y los últimos, como el general Epitacio Huerta, fueron deportados a Francia. No hubo uno solo que transigiera.”
Pero aquellos habían sido educados de acuerdo a los estándares de entonces. Hoy, en estos nuevos tiempos, aunque existen cuestiones que no deberían cambiar, la educación que se imparte en el Ejército busca más el manejo empresarial de los recursos, que las normas a seguir de acuerdo a la institución verde olivo.
Estábamos acostumbrados a que sólo llenaran las calles en los desfiles del 16 de Septiembre, pero…
De ahí que la marcha realizada el pasado domingo, es una llamada de atención ante las modificaciones que se han realizado en la educación del Ejército Mexicano, hoy más empresarial que defensor de la patria y de los mexicanos.
Urge pues una auto revisión de su forma de actuar.