Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Utilizar la figura de Lázaro Cárdenas para afirmar que llena el Zócalo -que debería decir: la Plaza de la Constitución-, no deja de ser una nueva manipulación.
Presumir que el sábado es su fiesta y para demostrarlo “reventará” todos los récords Guinness hasta ahora establecidos, ratificará que de manipulación sabe y mucho.
Es como decir que el 15 de septiembre la gente llega a la Plaza de la Constitución por la “invitación presidencial”.
No, señor López.
No es así.
La figura de Lázaro Cárdenas, que usted quiere alcanzar, le queda muy lejos y grande. Y los tiempos de ahora, después de 87 años, no son ni será los mismos de “antes” porque, como usted dice “no son iguales a los otros”.
Valdría la pena que informara en su monólogo matutino cuántos acarreados estarán pisando las planchas del corazón de México. Presumirá, por supuesto, de su “poder convocatoria” y, en parte tendrá razón.
Sin embargo, la gente acude a cualquier celebración patriótica sin requerir invitación.
Recordar las imágenes aquellas en las que mujeres y hombres con rebozos y sombreros de paja entregar sus gallinitas, sus anillos de boda, los aretes de la abuela y dinero en cash al presidente de México para pagar la deuda por la expropiación de la industria petrolera, no se repetirán.
Jamás.
Ah, claro, se aprovechará de la “asistencia desinteresada” para gritar a los cuatro puntos cardinales que usted, como el general, son defensores de la soberanía y que no se permitirá que ningún gobierno extranjero envíe tropas para perseguir y capturar, en su caso, a los líderes de los 9 cárteles que tiene identificados la Secretaría de Seguridad Nacional, la DEA, el FBI, el Pentágono y otras instituciones estadunidenses.
Nada será real. Porque los mexicanos sin necesidad de ser invitados ni formar parte de “su proyecto” político defendemos la soberanía del país, su integridad y rechazamos cualquier injerencia venga de donde fuere.
¿Se llenará la Plaza de la Constitución?
¡Claro que sí!
Y ni será para escucharlo gritar, gesticular, mover las manos y la cabeza al estilo de Clavillazo.
Lo hará porque recuerda, cuando menos por haber leído la historia del oro negro, al general Lázaro Cárdenas del Río.
La inmensa mayoría de quienes acudan no tendrán edad para comentar sus recuerdos. Muchos apenas si conocerá la historia de la expropiación petrolera y cual fue la razón para tomar la decisión. Muchos más ni siquiera conocerán el rostro del militar que impidió que el Maximato le impidiera gobernar, aunque después se convirtió en el gemelo de Plutarco Elías Calles.
Aprovechar la histórica fecha para mantener su discurso de división, de odio, de rencor y recibir los aplausos de sus focas, no lo hará pasar a los libros como el “mejor presidente de México”.
Será al contrario.
El maniqueísmo manifiesto, no deja duda alguna.
Sí, claro que llenará la Plaza de la Constitución que, en esta ocasión si tendrá en el asta la Bandera de México, la que ha ordenado no ondear cuando se trata de concentraciones o marchas de civiles que protestan por sus abusos de poder.
Pero no será su fiesta.
Será la de Lázaro Cárdenas.
Por cierto, será la primera ocasión en décadas que la conmemoración de la expropiación petrolera se realice en la Ciudad de México. Como regla casi general siempre se buscó una zona petrolera en donde efectuar la ceremonia y escuchar los discursos, siempre iguales.
El 18 de marzo de 1938 no es su fiesta, señor López.
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