Alfredo Mejía Montoya
Las campañas obradoristas continúan sin ningún recato, las corcholatas abandonando el ejercicio de su función pública continúan viajando al interior de la República a intentar posicionarse en el colectivo social, donde ni siquiera las conocen ni saben para qué se están promocionando con espectaculares, lonas de todos los tamaños, y grupos sociales que manifiestan que solo los llaman, les pagan y les dicen que ella es la candidata del presidente Andrés Manuel López Obrador.
El país completo está plagado de propaganda electoral de las viejas corcholatas de López Obrador. De Norte a Sur, de Este a Oeste, no se diga en el Centro, como en los viejos tiempos del viejo priismo. Sobre todo, entidades federativas del Sureste de México, como Campeche, Tabasco, Quintana Roo, Chiapas, Oaxaca, etc. Ya en varios estados gobernados por el partido oficial Morena y de la oposición se han encendido las alertas por la utilización de recursos públicos con fines electorales y políticos.
Uno de ellos es Querétaro, donde el senador morenista de primera minoría, Gilberto Herrera, tiene contratado como “asesor para asuntos legislativos” a José Vicente Ortega. (*)
El asesor es estudiante de la carrera de actuación. Sin título ni formación que lo acrediten como especialista legislativo, la verdadera función de Ortega es producir materiales para golpear al gobierno del estado, que encabeza el panista Mauricio Kuri… con recursos públicos. ** (sic M. Maldonado **)
Las pre-pre-campañas adelantadas, le están haciendo tanto daño al país, al Instituto Nacional Electoral (INE), a la ley misma del instituto a sus reglamentos y sobre todo a la democracia.
Incluir a la democracia, es toral, ya que de ahí viene la legalidad de las elecciones. En el caso sería la democracia participativa, y no deja de ser trascendente porque con las tendenciosas reformas que pretende López, el objetivo es ser dueño de los votos de los ciudadanos que mediante su sufragio efectivo libre y soberano emite la población e incluirlos en las urnas y actas donde el partido oficialista este a la baja de los votos que esperaba el partido oficial.
La manga ancha con la que el partido oficialista gasta dinero público provoca inequidad y una absoluta falta de trasparencia, el gasto, no solo se refiere a gastos electorales u otro gasto en donde el que sale beneficiado es el servidor público, como ejemplo podemos señalar los gastos que se efectuaron en el rancho denominado La Chingada propiedad de López Obrador, ejercicio presupuestal que inicio a partir de la llegada al poder, exactamente en enero de 2021, se dio a conocer que la zona en la que estaba ubicado el rancho tenía un mejoramiento urbano, lo que mejoraría su plusvalía.
Según la investigación periodística, dicha inversión, a la fecha es de 112 millones de pesos, comprende la rehabilitación de áreas verdes, una ciclovía, espacios comunitarios de usos múltiples, vialidades y renovación urbana de Pakal-Ná, más vigilancia, seguridad con la Guardia Nacional (GN), región que es cercana al rancho del presidente, reflejando que éste último aumentará su plusvalía.
El recurso proveniente de los contribuyentes no debe ser utilizado para campañas políticas, excepto el que debidamente sea presupuestado por el Congreso de la Unión, significando esto que los partidos políticos no podrán gastar más que lo presupuestado.
Ese es uno de los más grandes retos de los países democráticos, el problema de las elecciones, de todas las elecciones, lo sui generis de la convocatoria en esta ocasión es que ni son tiempos electorales y el gobierno federal no tiene presupuestado ni tiene partidas etiquetadas para cubrir los millonarios gastos de sus tres candidatos (corcholatas), cuando el mismo López Obrador ya sabe quién será el elegido/a para confrontar con el candidato o candidata de la Oposición.
Con seguridad el problema no es exclusivo de los candidatos del Partido Oficial del Rey del Cash, el dinero es atractivo para todos y más los montos que se manejan para efectos de campañas electorales. Se señala desde un principio que hay mucho gasto en el Sureste del país, que esa era una de las premisas de López Obrador, fortalecer aquella región. Sin embargo, es dinero gastado en una nube de falta de transparencia e inequidad que deja a los demás contendientes en un franco estado de inequidad.
En esta administración se abusó del gasto con dinero público, López Obrador el día de mañana, como podrá justificar el gasto enorme que se efectuó en su Rancho La Chingada, tendría que explicar también los de la casa Gris de su hijo consentido; o los que se ocasionaron con la puesta de la “Fábrica de Chocolates Rocío”. Donde quedó su slogan de no mentir, no robar y no engañar. Los de las elecciones superan en mucho los otros gastos,
Por ello su afán de recibir el presupuesto en efectivo; los sobrantes del AIFA, de la Refinería Olmeca, del Tren Maya, … habrá mucho que investigar cuando se retire.
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