Un Sonoro Llamado a Rectificar

*Quedó Escrita una Destacada Página en la Historia Nacional

*Fue un Sonoro y Explícito Regaño del Soberano a su Mandatario

*Llamado a la SCJN: Rectifiquen el Bodrio Electoral Denominado Plan B

*La Unidad por México: un Frente Común que Rompe Con la Incitación a la Confrontación

*Fue la voz de un País Agraviado que con su Presencia se Hizo Escuchar

*La Solicitud Respetuosa fue Para la SCJN: Rectificar la Envenenada Reforma Electoral

ALEJANDRO ZAPATA PEROGORDO

Las manifestaciones del pasado 26 de febrero han escrito una destacada página en la historia nacional, la movilización no tiene precedente alguno, máxime que, al mismo tiempo de la concentración en la plaza de la constitución en la Ciudad de México, se reunían ciudadanos en más de ochenta lugares en la república, ocupando sedes similares.

En el fondo, el propósito fundamental de quienes asistieron y muchos otros que por diferentes razones no pudieron hacer acto de presencia, fue en síntesis una fuerte llamada de atención al Presidente, un regaño del soberano a su mandatario.

Si bien, el motivo es una exigencia a los Ministros de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación a que rectifiquen el bodrio electoral denominado Plan B, por ser una toxica reforma contraria a los postulados del pacto social, tampoco puede dejarse de lado a su principal impulsor: El Peje.

La gente asistió en buena medida a patentizar un sentimiento común de malestar; a mostrar una real inconformidad; asentar un profundo dolor por el engaño y las injusticias que permean a lo largo y ancho del país, para decir al unísono que se rectifique el camino.

Fue un llamado de los ciudadanos a solidarizarse en un frente común: la unidad por México, a no hacer caso a las continuas consignas de división, a evitar caer en las provocaciones que incitan al rencor, a la violencia y la confrontación, un sonoro grito que dice: México es más grande que la soberbia y ambiciones de sus gobernantes.

Cualquier persona medianamente demócrata comprendería la trascendencia de los multitudinarios eventos; sobre todo sus mensajes, no solo de los oradores que supieron con gran capacidad y elocuente calidad, interpretar la conciencia colectiva, sino además la voz de un México agraviado, que con su presencia se hizo escuchar.

A nadie se le llamó corrupto, narcotraficante o hipócrita, las manifestaciones fueron respetuosas, aunque firmes, claras y contundentes. Se recordó el compromiso asumido al inicio de la administración de escuchar a la gente y, en cambio, solo hemos recibido la imposición.

Cuando el pueblo sale a las calles y plazas públicas como el pasado domingo, donde se unieron personas de todas las edades, géneros, ideologías, clases sociales, etc., sin distingo alguno, sin ambiciones personales, solamente con el único fin de evitar un atraco electoral, para defender al INE y el sufragio efectivo, por más que se intente, no es posible minimizarlo.

En efecto, quien pretenda ignorarlo, solamente logra achicarse al mostrar intolerancia y estreches democrática, revela carencia de vocación en el servicio público y  expone su verdadero rostro, el del juez que previo al juicio ya emitió su veredicto designándose ganador.

Precisamente por ese tipo de experiencias es que en la constitución se previeron mecanismos para evitar acciones de esa naturaleza, razón por la cual las concentraciones también iban dirigidas a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia.

Ante la obcecada actitud del inquilino del Palacio, se acude al más alto Tribunal del país, para que conforme a sus facultades este en condición de rectificar la envenenada reforma electoral.

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