ALBERTO F. MENA MALLEN
El próximo 20 de marzo entrará la primavera en el hemisferio norte, aunque en México ya inició la primavera mexicana y que ya inauguró el presidente Andrés Manuel López Obrador con sus posturas de mesías, de líder de partido y de campaña de las corcholatas y candidatos de Morena, y al emitir odio, rencor, mentiras y muchos calificativos denigrantes hacia todo lo que no es afín a la 4t y a su postura de totalitario y de mandatario incongruente con lo que prometió. La división entre buenos y malos despertó a los mexicanos.
Hay que recordar que la llamada primavera árabe, denominada así por diversas manifestaciones que se dieron en varios países: Túnez, Egipto, Yemen, Bahréin, Libia y Siria y que se considera comenzó el 17 de diciembre de 2010 en la ciudad de Sidi Bouzid, cuando un vendedor ambulante (Mohamed Bouazizi), fue despojado por la policía de sus mercancías y cuentas de ahorro y, en respuesta, se inmoló en forma de protesta,
Ante ello, miles salieron a las calles para iniciar una revolución que llegó a extenderse en casi todo el mundo árabe y donde Túnez fue la única nación que se acercó a la democracia, -su presidente salió huyendo hacia Arabia Saudita-, mientras que otros, como Siria se hunden en sangrientas guerras y agravado ahora con el temblor que destruyó miles de viviendas e inmuebles, aparte de la cantidad de muertos que se presentaron por el fenómeno.
En Egipto cayó el régimen de Hosni Mubarak tras décadas al frente del poder; en Marruecos muchos manifestantes salieron a la calle, pero fueron reprimidos por el rey Mohamed VI; en Libia también tomaron la calle millones de personas contra Muamar Gadafi y el dictador fue asesinado por el pueblo tras 42 años en el poder; en Siria, el pueblo acabó con Bashar Al Assad después de 15 años en la cima y hubo otros actos similares en otros países.
Aquí, en México, no hemos llegado a tanto, por la democracia que aún tenemos en pañales, pero sí a protestar por las intenciones del tabasqueño en destruir lo que por muchos años se ha construido y que el mandatario considera que muchas instituciones y organismos no deben de existir, porque son “corruptas” y porque se gasta mucho, cuando debe haber austeridad franciscana tal y como él lo aplica en su gobierno, lo que no se observa ante los gastos desenfrenados y sin transparencia que realizan en todas las dependencias federales, sobre todo con sus obras faraónicas en las que se han erogado más recursos de lo que planearon desde su inicio.
Pero el enojo más sensible se está dando cuando López Obrador quiere aplicar su Plan B para cambiar la estructura del Instituto Nacional Electoral (INE), luego de su fallida propuesta de reformas constitucionales en materia electoral, a través de cambiar leyes que casi destruirán este organismo, por lo que se ha manifestado, que su propósito es el de controlar las próximas elecciones para que su 4T siga adelante luego de la conclusión de su gobierno.
Los mexicanos estaban en un limbo de no participación porque no hay credibilidad en políticos, legisladores, partidos políticos, y menos en las autoridades debido a su mal comportamiento, sobre todo, que en pocas ocasiones han volteado a ver a sus militantes y se han dedicado a obtener pingües ganancias en lo personal y de grupo, pero al convencerse de que se pueden quedar sin libertad y con una democracia disminuida a un totalitarismo, prefieren participar en la defensa del voto y de ahí que salieron a las calles en dos ocasiones, la segunda de ellas con una participación muy nutrida, que tanto el presidente como sus allegados buscan minimizar a toda costa.
Se está llegando a un momento en que la ciudadanía ya no quiere que la traten como un utensilio político y electoral y menos con mentiras, por lo cual ha buscado tener mayor participación en las decisiones importantes para la vida del país y a nivel ciudadano, lo que ha provocado que se manifiesten pacíficamente y que se note el propósito de su salida a las calles.
Hay que resaltar las opiniones que se vierten en contra del presidente López, como la de su ex secretario de Hacienda, Carlos Urzua, en el sentido de que la única transformación que encabeza su ex jefe, es el de la regresión a la dictadura de partido y hace referencia a un artículo publicado en The Atlantic, en relación con el asalto del macuspano al INE, donde a partir de ello establece las diferencias entre autócratas y tiranos, y concluye con el mensaje que esperaría que no terminemos con un tirano al frente de México.
En opinión de Ricardo Monreal, una de las corcholatas de Morena, no del presidente, llamó a sus compañeros de partido a no minimizar y no ponerle adjetivos a las marchas ciudadanas y destacó que Morena tiene que pasar al nivel de la tolerancia y de la reconciliación con “sectores que hemos descuidado”, principalmente a las clases medias que ayudaron en el triunfo del 2018 y también voltear a ver a otros sectores como los empresarios, universitarios, al sector económico, al feminismo, a los medios de comunicación, a quienes se les ha marginado del partido y que los pleitos del partido los aleja de la cohesión.
Otro personaje que ha criticado duramente al presidente ha sido Porfirio Muños Ledo, a quien le han tundido en las redes sociales, por sus palabras en contra de López Obrador, al que señala por utilizar a los narcos para obtener triunfos electorales.
El caso es que la ciudadanía está despertando poco a poco ante las agresiones que sufre por la mafia presidencial, lo que ha generado ciudadanía y conciencia de que ya no debe permitirse el paso hacia el poder de políticos que solo buscan sus beneficios y dejan a un lado a los ciudadanos a quienes sólo utilizan para sacarles provecho.
Otro dicho que existe es el de que se busca despertar al tigre con todo lo que está pasando, pero hay que decir que ya despertó y de eso, aún no sabemos hasta donde pueda llegar.
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