Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Suponía que con el veredicto condenatorio a Genaro García Luna, que lo dejará en la cárcel cuando menos 27 años si no es de por vida, el circo mediático de Palacio Nacional habría llegado a su fin.
Me equivoqué. Lo admito públicamente.
La petición presidencial dirigida a García Luna, es para dejar a todos con la boca abierta.
Hurgando entre desperdicios acumulados en el drenaje, Andrés Manuel López “halló el vellocino de oro”. Claro, aunque use guantes, algo le queda en las uñas.
Estas son sus palabras:
“Todavía hay la posibilidad de que García Luna se declare como testigo y yo diría, como Presidente de México por el bien del país, que lo haga a cambio de que informe sobre si recibía órdenes o si informaba a los presidentes. Tanto a Fox como a Calderón”.
Su ira lo lleva a confirmar lo que desde este y otros espacios han escrito diversos colegas, a López nunca le importo el destino de García Luna. SU obsesión, convertida en sed de venganza, es encarcelar a Felipe Calderón.
Y usa todo el poder que le confiere el cargo para obtener lo que quiere.
Y no solamente busca encarcelar a Calderón sino también a Vicente Fox.
Se debe recordar, para dar contexto a su despropósito, qué le hicieron ambos expresidentes.
Fox promovió y consiguió que la Cámara de Diputados desaforara a López cuando disfrutaba de las miles de ser Jefe de Gobierno del Distrito Federal. El acto quedó inconcluso. Fox tuvo miedo de seguir el juicio y encarcelar al tabasqueño. Hoy paga las consecuencias de su carencia de ejercicio político. Algo que le sobra al actual, aunque violente las leyes. Al de Guanajuato le dio frío. Se quedó congelado.
Calderón le ganó “haiga sido como haiga sido” la Presidencia de la República. Ocurrió hace 16 años. Y el huésped temporal de Palacio Nacional, como el reumático elefante, no olvida.
Presume de ser humanista y que en su corazón -de piedra- no anida el rencor, el odio. Dice que tampoco es bodega y por eso informa de lo que tiene guardado.
Demuestra lo contrario. En sus adentros, tiene la fijación: que Felipe pague por “haberme robado la presidencia”.
Y de Fox,
En una clara ratificación de que el propósito no es combatir el narcotráfico sino encarcelar a los expresidentes Felipe Calderón y Vicente Fox, el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió esta mañana que Genaro García Luna busque un acuerdo como testigo protegido ante la justicia estadounidense y desde ahí dé a conocer la información que tenga sobre Felipe Calderón y Vicente Fox.
En las palabras presidenciales está la prueba de su rencor: “es probable que, si puede contribuir entregando información que ayude a seguir combatiendo el narcotráfico y sobre todo la asociación delictuosa entre autoridades y delincuentes, sería muy bueno, independientemente de si le aminoran los años en prisión”.
Es decir, canta como canario, aunque la jaula sea de oro. Tu sigues guardado pero a cambio habrás ¡salvado a la patria!
El presidente se hace de lado en todos los señalamientos que apuntan su protección de Cárteles. Son innumerables las afirmaciones en contrario. La directora de la DEA lo expresó el miércoles pasado durante una sesión ante senadores: México no está haciendo lo necesario para combatir la expansión de los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.
López sostiene lo contrario. Y se solaza con su política de “abrazos, no balazos”, mientras más de 150 mil personas han sido asesinadas y encuadrado el delito en homicidio doloso.
Sus declaraciones tienen la mentira a flor de labio: lo que diga García Luna servirá para combatir la corrupción… ¿no que se había acabado?
Habría que poner en la mesa de la discusión si hay autoridades de los tres niveles de gobierno involucradas en el crimen organizado y el narcotráfico. Porque eso se desprende de su declaración.
Y es necesario preguntar: ¿si lo saben, si la inteligencia militar, marina y policial conocen nombres, lugares, acciones, cuál es la razón para su existencia?
Al presidente hay que ponerle un alto. El abuso de poder lo está llevando al despeñadero, aunque lo duce y sostenga que cuenta con el respaldo del “pueblo bueno”, es decir, el que forman los pobres porque serán los primeros en la línea de defensa de la cuatroté.
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